30 de enero de 2010

Notas de un chilango en tierras meridanas / 5.

Sábado por la noche. Segunda Llamada. En la entrada anterior había querido hacer una especie de juego-ejercicio a partir de la pluma de un joven crítico teatral como Ricardo E. Tatto para ir dejando constancia de que la puesta en escena de Tu ternura molotov, que actualmente se está presentando en la ciudad de Mérida, la de Yucatán, cuenta con algunos ingredientes que seguramente son del gusto del público teatral yucateco: el hecho de conocer y reconocer el trabajo de quien dirige la puesta en escena (Juan de Dios Rath), lo mismo que el de su actriz y productora (Ariadna Medina); entre otros colaboradores. A ese rasgo lo llamé: “sello de garantía”.

Muchas veces, incontables diría yo, se habla del teatro como un fenómeno artístico y cultural en constante crisis; todo mundo habla y escribe sobre la crisis del teatro, sólo que por “crisis” no todo el mundo está entendiendo lo mismo. Los más filosóficos e idealistas hablan no de la crisis, sino de las crisis, y no sólo del teatro, sino de los teatros, y lo ven como una cualidad: aquello-aquél que está en crisis es porque todo el tiempo se cuestiona a sí mismo y es cuestionado por el Otro; vive fuera de certezas y, por ende, de dogmas, y, como la materia o la energía, se transforma: un círculo virtuoso. Los más pragmáticos se refieren a la crisis del teatro como una fatalidad: la de la fuga de espectadores-consumidores para con otras ofertas del mercado artístico y cultural y, por ende, la pérdida de recursos para seguir financiando al propio teatro: un círculo vicioso.

En lo personal, me gusta mirar las crisis de los teatros con la lente idealista y, aunque adorador del demonio que administra los teatros del Infierno, doy gracias al dios de los escenarios en la Tierra cada vez que un cómico emprende su pánico andar fuera de las certezas que le da caminar las recetas en las que se siente seguro en escena; cada vez, pues, que se busca en lo desconocido e insondable que puede ser el Otro. Pero, no por ello, dejo de observar la crisis, digamos económica, del teatro, y, acerca de ésta, tengo mi propia teoría que, parafraseando a Fernando Delgadillo respecto a un poema vuelto canción de Rodrigo Solís, la escribí después de copiarla de una libreta del Sebastián:
“Sin perder de vista que los factores vinculados a la ausencia de los llamados públicos teatrales son diversos y complejos, uno de estos factores se corresponde con un cambio radical en el estatus del espectador cuando el fenómeno teatral, inserto en la lógica del modo de producción capitalista, lo ha conducido a abandonar su carácter de participante de una liturgia en la que se piensa, se siente y se mira a sí mismo de raíz, radicalmente, para ser solamente un mero consumidor. Así, la convocatoria al espectador del Siglo 21, al tiempo que no debe renunciar a doblar campanas para celebrar la misa dionisíaca, quizás también deba tomar en cuenta que, como dicen que dijo Galeano, las catedrales del nuevo milenio son las grandes plazas comerciales y las obras de teatro una mercancía más.”
Juan Villoro, reciente ganador del Premio Internacional de Periodismo Rey de España, propone que el arte sirva para estructurar un discurso que se oponga a lo que llama una “gramática del miedo”; parafraseándolo a él también, creo que el arte podría ir un poco más allá y oponerse a ese fenómeno que escribe el miedo en nuestras vidas, miradas y pieles: el capitalismo, llámese tardío o neoliberal; siempre económico y cultural. Quizás, una manera de comenzar a hacerlo es, en principio, reconocer que el espectador de teatro es ya, por desgracia, si así se quiere ver, un consumidor; pues, invitemos entonces al espectador-consumidor a que se reencuentre con la liturgia teatral a través del montaje-mercancía y, desde allí, desactivemos al consumidor y rescatemos al espectador. El problema estará (y de hecho en algunos casos ya es así) cuando las y los trabajadores del teatro renuncien a su herencia cómica y en lugar de desmontar al consumidor que reside en el espectador del Siglo 21 se vuelvan a su vez mercaderes o, peor aún, mercenarios de las artes escénicas.

Personalmente (soy un opinador, no un experto en la materia), creo que ése es el gran riesgo que tienen enfrente Juan de Dios Rath y Ariadna Medina al dirigir y producir Tu ternura molotov, del venezolano Gustavo Ott. La puesta en escena, retomando la idea del “sello de garantía” (concepto que estoy usando con claras intenciones mercantilistas), si lo que Ricardo E. Tatto ha escrito y publicado se corresponde con la realidad de las y los espectadores meridenses, bastaría para que el público se volcara a la sala por el sólo hecho de que detrás de ésta puesta hay gente como Juan de Dios Rath, Ariadna Medina, Óscar López, Óscar Urrutia o Manuel Ek, nombres todos conocidos y reconocidos por la calidad de su trabajo sobre las tablas meridanas; pero, no parece ser así.

Aquí es donde entra a escena la labor periodística de quien sí es el especialista en la materia: el crítico teatral. Bueno, siguiendo la línea que trazamos con eso de “sello de garantía”, me di a la tarea de buscar si hay o no notas y reseñas sobre el primer montaje de Murmurante Teatro Producciones (que es como se llama el proyecto de compañía que encabezan Medina y Rath) y he descubierto que sí las hay y son, por decir lo menos, halagadoras; las plumas detrás de ellas son: Rigel Solís Rodríguez, Gerardo Martínez y, nuevamente, Ricardo E. Tatto. No obstante, la breve temporada que la obra ganadora del Premio Internacional Ricardo López Aranda en 2003 está cursando en el Teatro Daniel Ayala Pérez de esta ciudad, se duele de falta de público.

Solís Rodríguez afirma desde su columna en Por Esto! que “la obra satisface el que según creo es el principal objetivo del teatro: entretener. Y de paso toca emocional e intelectualmente al espectador mediante el uso adecuado de la estética”, y agrega que “el desempeño de Medina y Liera logró de manera eficaz meter al público en la dinámica de la historia, que incluye acciones terroristas, corrupción, amor, sexo, mentiras y desmentiras.” Martínez, desde el blog Ojo Avizor, va más allá en sus flores para con el montaje: “Tu ternura Molotov, del dramaturgo venezolano Gustavo Ott, ha sido estrenada en Mérida, Yucatán, con un sólido pie [...] Su director, Juan de Dios Rath, y sus actores han otorgado un salto cualitativo a la teatralidad yucatense y, porque no decirlo, a la mexicana, quien a través de este montaje ve con ojos propios, nada extraños, una relación de pareja, marido y mujer, que van destrozando los hechos cotidianos a través del discurso político.” Y Tatto apunta desde su cuenta en Facebook que, “al margen de algunos tropiezos y fallas en cuanto a iluminación y sonido, Tu ternura molotov es excelente, de lo mejor del teatro y talento locales.”

Sin embargo, la función del sábado 22 de enero gozaba de la presencia de unas 50 personas, quizás un poco más, y según los cálculos de la taquilla (contando boletos vendidos y cortesías), ésa misma cantidad de gente se reunió en las dos funciones anteriores. El próximo sábado 30 llegará a su fin esta primera temporada de la puesta en escena más reciente de Tu ternura molotov, obra traducida por lo menos al portugués y al inglés y montada en Gran Canarias (donde se estrenó), Argentina, México, Portugal, Washington, Colombia, California, Caracas y ahora Yucatán, sin que su éxito en otras latitudes y su (ahora sí puedo decirlo) acertado montaje en Mérida hayan podido invocar siquiera la solidaridad de la propia “comunidad teatral”, cuyos miembros han caído a cuenta gotas.

Como dijera el Tío: “ni modos”.

1 comentario:

Puroshuesos dijo...

lástima que no asista más gente a la obra, aunque me parece que asiste más de la que suele asistir a ese tipo de espectaculos, será por la grantía de la que hablan, y por las buenas reseñas, saludos tatán...

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...