ACERCA DE GENER@CCIÓN Z

Gener@cción Z es una bitácora de viaje, ahora personal, que ha insistido (independientemente de si alguien hiciera acuse de recibido de la invit@cción o no) en tener sus puertas abiertas a las voces, miradas y plumas que abajo y a la izquierda son palabra, luz y tinta. Nació en septiembre de 2006 con el nombre de La Otra Chilanga durante el período de resistencia de la Otra Campaña ante la represión en contra del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT). Inicialmente administrada por integrantes de la ya extinta (pero siempre necia en querer regresar) RED@ctuar, Red de Encuentro y Diversidad para la Actuación, que le entramos a los trabajos convocados por la Sexta Declaración de la Selva Lacandona emitida por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), y de la cual algunxs somos todavía adherentesLa Otra Chilanga tomó su nombre de la coincidencia geográfica de personas, grupos, familias, colectivos, organizaciones y pueblos originarios en el centro de la llamada, también por algunxs, ciudad más grande del planeta: la Ciudad de México; tierra chilanga, sí; pero muy otra a la que se ha hecho fama de abusiva, violenta y gandalla; tierra chilanga solidaria, respetuosa de las diferencias, luchadora, rebelde, anticapitalista, con rabia, en resistencia, abajo y a la izquierda.

~ La Otra Chilanga ~

En un inicio, La Otra Chilanga fue sólo un archivo de minutas de las primeras reuniones que se realizaron en el seno de lo que se llamó la Coordinadora Regional Zentro-DF (CRZ-DF) de la Otra y la Sexta, celebradas en el Multiforo Alicia; pero, en septiembre de 2006 Yahoo México, censurando el trabajo de la Otra Campaña, nos canceló consecutivamente dos cuentas de correo electrónico “tumbándonos” tanto el sitio güeb como la lista de inform@cción que administrábamos entre adherentes del centro de la Ciudad de México. A modo de respuesta, y con la urgencia de ofrecer una nueva herramienta comunic@ctiva lo más pronto posible, ya que teníamos a nuestrxs compañerxs presxs en La Palma (ahora Penal del Altiplano), Santiaguito y Molino de las Flores, se retomaba el recorrido del Delegado Zero de la Comisión Sexta del EZLN por el norte del país y la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) se significaba como una de las experiencias de resistencia más importantes en el México de abajo y a la izquierda junto con el proceso autonómico de los municipios zapatistas y sus Juntas de Buen Gobierno; a modo de respuesta, decíamos, quienes teníamos el encargo de la lista desmantelada por Yahoo México nos dimos a la tarea de armar un güeblog que reuniera nuestra palabra como adherentes y recogiera nuestro nombre de batalla: La Otra Chilanga.

La historia de La Otra Chilanga incluye momentos y experiencias que para quienes la parimos desde nuestra doble condición de actores y actrices sociales y actores y actrices teatrales son altamente significativos. Destacan el exilio virtual entre mayo y agosto, tras la represión en San Salvador Atenco y la pausa de la primera etapa de la Otra Campaña; el seguimiento a la lucha del pueblo oaxaqueño, organizado en la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) y la escalada represiva que, entre otras 23 ó 24 vidas, se cobró con la de Brad Will; la consulta nacional interna sobre los seis puntos que definirían el rostro y el caminar de la Otra Campaña (incluyendo el reinicio de su primera etapa con el recorrido de la Comisión Sexta del EZLN por el norte del país); la creciente militarización del país a raíz del fraudulento triunfo calderonista, y hasta la participación en una de las ediciones de los Premios 20Blogs, dentro de la cual quedamos en el lugar 17, de un total de 2 mil 412 blogs, y entre los primeros cinco sitios de la categoría de "mejor blog latinoamericano" (whatever that means).

Muchxs compañerxs nuestrxs siguen secuestradxs por el Estado en las cárceles del país y muchxs otrxs siguen bajo proceso. El Imperio continúa amenazando al mundo entero, por no hablar del criminal bloqueo que mantiene contra Cuba y su complicidad para con la ocupación de territorios palestinos por parte del Estado sionista de Israel. El modelo de producción capitalista muestra descarnadamente sus contradicciones en la vieja Europa, donde la miseria y la indignación conviven y se enfrentan a las expresiones del neonazismo y el neofascismo que asoman en medio de la desesperación y la ignorancia. La estupidez se pasea de la mano de la gente con "buenas conciencias" en casos como la erección de la estatua a los Montejo (el Adelantado y el Mozo) en la Mérida de Yucatán. El saqueo es la nota diaria desde Cabo Pulmo hasta la Selva Lacandona, pasando por Wirikuta, Cerro San Pedro y, próximamente en sus cines más cercanos, el Plan Integral Morelos, que costó la vida de nuestro compañero Samir Flores Soberanes, el Tren Transítsmico y el mal llamado Tren Maya (para algunxs de nosotrxs: el Tren Romo). El crimen se viste el rostro con diversas máscaras empapando al país de sangre y se entremezcla con un complejo mecanismo de represión que en Ayotzinapa y la desaparición forzada de 43 estudiantes de la Escuela Normal "Raúl Isidro Burgos" alcanzó un momento axial.

Largo es el camino y mucho el tiempo que tenemos que seguir levantando la adarga y poner nuestra lanza en astillero. Nuevas batallas nos esperan en este dancing por la democracia, la libertad y la justicia dignas y verdaderas. A todas, a todos, a todes; en especial a quienes a pesar de todo le han dado una oportunidad a la palabra en este rincón virtual durante todos estos años: muchas gracias. Sobre esto último, una cosa más que es importante resaltar y no podemos olvidar: si bien es cierto que quienes echamos a andar el proyecto de La Otra Chilanga fuimos todes adherentes de La Sexta y caminamos La Sexta, las plumas que han colabor@ctuado en ella no han sido todas de adherentes, por lo que los postulados ideológicos que nos dimos no eran del todo compartidos por todxs nuestrxs colabor@ctrices y colabor@ctores. Esto es así porque desde un principio nos dimos a la doble tarea de, por un lado, abrir las puertas de La Otra Chilanga a lxs adherentes de La Sexta, a quienes pensamos que nos debíamos, y por otro, a publicar la palabra y el sentir de voces y miradas que sin ser necesariamente adherentes fueran honestas, lúcidas y dignas dado su propio caminar en las experiencias de otras izquierdas... aunque nos tacharan de moderados, como lo hicieron las voces ultras que nos exigieron ser más radicales, o, ahora, de "ridículos radicales de izquierdas", como lo hacen las voces pro-oficialista pseudoizquierdozas que aplauden a ciegas la abierta declinación capitalista (y, por ende, criminal) del actual desgobierno federal.

~ De La Otra Chilanga a La Hija de la Otra Chilanga ~

Con el cambio de denominación de la Otra Campaña por, simplemente, La Sexta, La Otra Chilanga cambió su nombre a La Sexta Chilanga y se mantuvo siempre como un espacio de y para lxs adherentes, aunque muy pocxs de ellxs nos hicieran caso; pero, no solo: La Sexta Chilanga, así lo decidimos, insistió en ser antes que nada un espacio de reflexión, estudio, análisis, discusión, difusión e información dignos; para ello, debimos dejar de lado las posiciones para algunxs sectarias que paradójicamente muchas veces (según ellxs) nos caracterizan, más que por ser adherentes, por ser de izquierdas, y dejar de mirarnos el ombligo leyendo sólo lo que nuestro pensar y nuestro sentir producían, pues, en la confrontación de nuestras ideas con las ideas de lxs otrxs estaría la reafirmación de lo que nuestras ideas valían: si nuestras ideas no podían sostenerse en el intercambio de razones y argumentos, quizás debíamos revisar nuestra praxis y reformularlas haciendo de La Sexta Chilanga un modesto espacio para ejercitar nuestro sentir, nuestro pensar y nuestro actuar.

La Sexta Chilanga debió cambiar su nombre; en principio, porque quienes colabor@ctuábamos aquí no residíamos todes ya en Ciudad Monstruo, así que el gentilicio de chilangxs no nos servía de referencia a todes; y, por eso mismo, y porque queríamos insistir en que nuestras puertas y páginas virtuales estaban abiertas a las voces y las miradas de las, los y les adherentes de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona de cualquier rincón del país y lugar del planeta, seríamos, hasta nuevo aviso, La Sexta Nius.

Ése nuevo aviso, en forma de comunicado conjunto entre el Congreso Nacional Indígena (CNI) y el EZLN, llegó, y su llamado se aclaró en el comunicado zapatista Una historia para tratar de entender, donde los subcomandantes insurgentes Moisés y Galeano en narración de éste último hablan a La Sexta para reiterar lo que ya habían adelantado en vísperas de los idus de octubre:
Ahora es la hora del Congreso Nacional Indígena.  Que a su paso retiemble en su centro la tierra.  Que en su sueño se derroten el cinismo y la apatía.  Que en su palabra se levante la de quien no tiene voz.  Que en su mirada se ilumine la oscuridad.  Que en su oído encuentre casa el dolor de quien se piensa solo.  Que en su corazón encuentre consuelo y esperanza la desesperación.  Que con su desafío se asombre de nuevo el mundo.”
Llegó, entonces, el momento de adelantar la mirada al nuevo paso que ya se asomaba, uno en el que La Sexta no alcanzaba como único referente para definirnos; uno en el que, al mismo tiempo que mirábamos hacia adelante, estábamos manteniendo la mirada al lugar de donde veníamos y, en un guiño genealógico, decir:

Aquí estamos. Somos lxs mismxs y no somos, porque somos otrxs y no somos. Somos quienes venimos de ayer para recoger la estafeta que cual bastón de mando-sin-mando nos ayude a acompañar el caminar de mañana. Somos La Hija de la Otra Chilanga. Y nuestros principios son ya, también, los mismos que rigen el andar del EZLN y el andar del CNI:

servir y no servirse
representar y no suplantar
construir y no destruir
obedecer y no mandar
proponer y no imponer
convencer y no vencer
bajar y no subir

Y, así, con el nombre de La Hija de la Otra Chilanga, es que decidimos... bueno, lo decidí yo solo: por aquí ya no se asoma nadie de lxs antiguxs colabor@ctores y colabor@ctrices; y, así es que decidí, decía, a modo de registro y memoria, darle continuidad en esta bitácora virtual a todo lo que descubra que linda con el zapatismo, tanto el civil como el armado, conservando el valioso y generoso trabajo de mis compañerxs: Luz Jessica, Eli y Nicolás, adherentes lxs tres de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, militantes de sus respectivxs colectivxs y que como tales muchas veces cargaron sobre sus hombros o pusieron bajo sus dedos este lugar virtual que siempre será su casa; y, desde luego, el trabajo de nuestrxs colabor@ctrices y colabor@ctores cuya palabra seguirá guardada en esta sección de la bitácora.
 
~ ¿Gener@cción Z? ~

En su estudio sobre el método generacional, Benjamín Barajas recuerda que en El tema de nuestro tiempo, José Ortega y Gasset consideraba que el individuo como tal es una mera abstracción y que solo adquiere realidad en la convivencia histórica, donde el conjunto (o las masas) y el sujeto conforman un cuerpo social íntegro. Inmersa en la dinámica social, continúa Barajas, se habrá de encontrar la generación, pues representa el "compromiso dinámico entre masa e individuo —y además— es el concepto más importante de la historia, y por decirlo así, el gozne sobre que ésta ejecuta sus movimientos". Así, citando a Ortega y Gasset, Barajas abundará que el filósofo establecerá algunas precisiones al decir que una generación es un marco de identidad y que cada uno de los grupos "representa una cierta actitud vital, desde la cual se siente la existencia de una manera determinada", y que, por último, clasificará las generaciones entre aquellas que son polémicas y establecen, de algún modo, una ruptura con sus antecesoras, y las que son acumulativas porque fraternizan y continúan la herencia cultural recibida.

Será en su obra En torno a Galileo donde Ortega y Gasset completará y enriquecerá su idea sobre las generaciones. En ella opina, parafraseando un poco, quizás involuntariamente, a Lacan cuando afirma que la estructura del sujeto es el sujeto mismo, que "la estructura de la vida" es "la sustancia de la historia" y, como ya se ha visto, esa estructura tiene su base en la "generación". Para Ortega y Gasset, según la lectura de Barajas, el sujeto "hace mundo" porque "forja su horizonte" y con ello modifica "la estructura del drama vital". Asimismo, la vida se ejecuta en un tiempo y un espacio donde convergen las manifestaciones culturales de una época, mismas que habrán de influir en las diversas actitudes del sujeto mismo, de las personas. Ortega y Gasset enmarca dos conceptos capitales para su teoría: "Todos somos contemporáneos, vivimos en el mismo tiempo y atmósfera, pero contribuimos a formarlos de manera diferente. Sólo se coincide con los coetáneos." Para Ortega y Gasset, los coetáneos se unen a un "círculo de convivencia" y serán los que integren una generación porque tienen la misma edad y "algún contacto vital". Después subrayará que una generación "no es una fecha, sino una zona de fechas" que habrá de renovarse cada 15 años.

Han pasado ya 13 años desde que naciera La Otra Chilanga; este 2020, cumpliríamos 14 vueltas al Sol, y el 2021: nuestros 15 otoños. Desde el punto de vista orteguiano, estamos llegando, ora al final de nuestro tiempo generacional, ora al término de nuestra etapa de niñez; y, al parecer, se trata más bien de lo primero, aunque nosotres insistimos en resistirnos a que sea lo segundo: hoy, esta bitácora electrónica estaría prácticamente deshabitada de no ser por el titipuchal de palabras y gráficos, reflejos de pensares y sentires que en ella se han venido acumulando a lo largo de una década y un ganchito, de (casi) una generación. Y, así vamos llegando al 8 de septiembre de 2020-21, cumpleaños también de Dení Prieto Stock, figura nodal de este espacio virtual desde el primer día, con esta bitácora de viaje y una sola su pluma (¿o acaso sería mejor decir teclado?)... y, a veces, ni eso. Pero, nos resistimos (perdón por machacar en el uso de un plural que a fuerza de insistir en lo nosótrico hoy, por falta de más voces cómplices, suena mayestático) a cerrarla, a darle los últimos quizás no tan santos óleos. Y, dada nuestra necia resistencia, desempolvamos un nombre que nos resulta entrañable porque nos habla de viejos (no demasiado, pero sí ya viejos) tiempos: "Generación Z".

Gener@cción Z toma su nombre, pues, de dos proyectos que caminamos antaño. Uno de ellos ya lo mencionamos líneas arriba: la RED@ctuar, Red de Encuentro y Diversidad para la Actuación, proyecto digital que entre 2001 y 2006 quiso ser un espacio virtual donde pudieran interactuar diversas y variadas formas de sentir, pensar y actuar la escena, sin hacer de estos ejercicios un hecho aislado en la mar de acontecimientos sociales y culturales que nos rodean y afectan desde lo personal hasta lo global, pasando por lo local; partiendo de un doble sentido de lo que se puede entender por actuar: el actuar teatral, escénico, y actuar social, político. De este proyecto, como dijimos líneas arriba, veníamos quienes fundamos La Otra Chilanga. El otro es la revista Generación Z, editada entre 1998 y 1999 por Cultura Joven, A.C. a través de su Centro de Documentación Juvenil (del cual formamos parte desde su fundación en 1998, hasta el año 2000) y su Centro Juvenil de Derechos Humanos "Rigoberta Menchú Tum"; de Generación Z formamos parte como integrantes de su Consejo Editorial hasta su tercer y último número.

~ Generación Z, "z" de... ~

Si hoy se busca en Internet: Generación Z, el explorador virtual de su preferencia arrojará enlaces que refieran a una supuesta generación de personas nacidas, entre 1996 y los principios de los 2000's, según algunas fuentes, o entre 1994 y 2010, según otras; posterior a una Generación llamada "Y", conocida según algunas fuentes como millennials, milénicos o centúricos. Les llaman también posmillennials (obviamente), iGen (por asociación, orteguiana, quizás, a la tecnología que les es contemporanea: la de Apple) o, para sintetizar, GenZ, y los medios de comunicación digitales los miran como nicho objetivo de las empresas de todos los tamaños y sus respectivas campañas publicitarias. Sin embargo, para el escritor Alberto Chimal, la Generación Z, como lo dejó de manifiesto en un ensayo publicado inicialmente con ése mismo nombre por la revista Crítica, es la suya, la de los escritores nacidos en la década de los setenta (se refiere, pues, a la vida productiva, ya que por vida biológica la suya sería la llamada Generación X), que hacia los noventa ya publicaban con una, según algunos, falta de homegeneidad poética. Por su parte, para el director de cine Steve Barker, realizador del filme con el mismo título, es una generación de la raza humana que finalmente ha recuperado el control frente a la amenaza zombi que la ha asolado durante más de una década, al grado de contar con un "Resort Zombie" (Rezort) en una isla paradisíaca donde los turistas viven una sanguinaria aventura de acción y diversión dando caza a los zombis que aún sobremueren. No obstante, para quienes editábamos Generación Z en 1998, se trataba (y quizás se siga tratando) de una generación de personas que siendo niñas, niños, adolescentes o jóvenes fuimos marcadas por la experiencia del neozapatismo... sí, la "z", a decir de Juan Machín, director y presidente de Cultura Joven, A.C., quien en el número 0 de Generación Z teorizó un poco sobre el asunto, nos venía de Zapata (of course).

De algún modo, con el paso de los años, podríamos decir que entre los mercadólogos de la GenZ, como la Deusto Businees School; Chimal; Barker, o Machín (que, dicho sea de paso, se les adelantó a todos) hay sus cruces y sus coincidencias:

Para los mercadólogos, lxs posmillennials, nacieron, vivieron y crecieron mano a mano con una crisis económica que afectó sus entornos e influyó en sus personalidades de forma crítica y, dado que los sueldos a los que optan para trabajar son bajos, su relación con el dinero ha cambiado respecto a otras generaciones: le dan más valor a las experiencias que a la posesión de un producto por sí mismo. Les mueve la justicia y no entienden que no se respete al medio ambiente, como tampoco el hecho de no compartir lo que se tiene. Han nacido cuando había un presidente afroamericano en Estados Unidos y han crecido con compañeros de clase que tienen dos padres o dos madres, por lo que los cambios y la obtención de derechos que han conseguido y a los que han tenido que acostumbrarse las generaciones anteriores les suponen algo natural. Han desterrado la educación formal para centrarse en proyectos de aprendizaje más vocacionales, y no les preocupa tener un trabajo fijo, sino encontrar un empleo acorde a su personalidad, tener oportunidad de crecimiento profesional y alcanzar metas que les marquen a lo largo de sus carreras.

Para Alberto Chimal, las y los narradores principiantes de la que él llama Generación Z y que biológicamente, insistimos, corresponderían a la Generación X, comenzaron a aparecer alrededor de 1997 publicados por editoriales independientes, casi subterráneas, o bien por el Estado. Algunos tendían a lo experimental, otros se centraban en la exploración de personajes, otros en tramas entendidas de manera más convencional, pero los temas centrales eran siempre dos: el tiempo y la memoria, y todas las historias desembocaban en la misma idea de un daño o una pérdida: en angustia ante el existir en un mundo donde ya nada es posible y sólo se puede repasar lo que fue, lo ya irremediable, lo que no y lo que nunca. Los textos, continúa Chimal, eran parte del espíritu de la época: el "fin de siglo", con sus asociaciones apocalípticas. Además, dice Chimal, seguían resintiendo el golpe de la crisis económica y política de finales de 1994: a pesar del entusiasmo que todavía provocaba el movimiento del EZLN en Chiapas, el ánimo general se encontraba en un estado semejante al descrito por Generación X, de Douglas Coupland: las promesas del futuro habían resultado ser mentiras; sus "posibilidades de desarrollo" no eran mayores sino menores que las que habían tenido sus padres (pertenecientes a la Generación del 68); habíamos llegado tarde a la historia que podíamos comprender y lo que se vislumbraba no era claro ni reconfortante.

Para Barker, cuya cinta es una especie de Jurassic Park pero con zombis, la Generación Z está provista de seres que derrochan inconsciencia y salvajismo; el quid de la cuestión es distinguir, como en los filmes realizados por George A. Romero, quién es más inconsciente y salvaje, si el muerto viviente o el vivo muriente. Para decirlo de nuevo con Chimal, los zombis no piensan, los zombis son parásitos, los zombis huelen mal y avanzan en hordas, los zombis destruyen todo a su paso y, a la vez que matan, derruyen sin miramientos lo mejor de la civilización. En el celuloide de Barker los zombis son una analogía de cómo miran las sociedades occidentales al otro, al diferente, al extraño: a las y los migrantes, a las y los refugiados. Y, así lo refuerza Chimal: la imagen que evoca (la palabra zombi) es la de la cultura pop, en la que el zombi también es una metáfora del otro indeseable, agresor, inasimilable, inconsciente: la marabunta a la que se enfrentan unos pocos individuos todavía humanos, empobrecidos pero también purificados por el derrumbe de la civilización. Así, pues, para Barker como para Chimal la "z" de la generación deviene de zombi; aunque para Chimal usar la palabra zombi es, para hablar de su generación de escritores, un poco injusto: no hay inconsciencia ni salvajismo en estos escritores. No obstante, son revinientes, resucitados; además, algo más que comparten los escritores de su generación con los personajes del cine, es que su voz ha cambiado, se ha quebrado, ha dejado de ser la que era y, al mismo tiempo, conserva un eco de sí misma: el germen de su pasado, el alma devuelta a la fuerza al interior del cuerpo; no porque nieguen del todo lo que dijeron antes, sino porque lo dicen de otro modo; quizás, sin la misma vitalidad de la primera juventud, pero sus textos, sus palabras, son más enérgicas y más desesperadas: ya no los pueden matar porque ya han muerto: resisten y continúan.

Si para Barker y Chimal la "z" viene de zombi; para Machín proviene, lo hemos dicho ya, de Zapata. La Generación Z podría ser, nos dice Machín, la de jóvenes que comenzaron a entender la realidad no como fruto de la fatalidad, sino como resultado de un orden impuesto e injusto y, producto de esta visión, se han dispuesto a participar como sujetxs activxs de la historia en proyectos que tienen como objetivo lograr no solo cambios de largo plazo, sino los que son necesarios en el corto plazo: tanto la paz con justicia y dignidad, como la sobrevivencia de lxs desplazadxs (los zombis de Barker), por ejemplo. Es una generación que, tras haber sido usurpada de la palabra solidaridad por una sistémica prostitución de la misma hasta el cansancio mercadotécnico, ha sabido vivir la solidaridad en un sentido múltiple y, por ende, verdadero en formas de lo más diversas y creativas. Una generación a la que lxs más pequeñxs, sin rostro y sin nombre: las y los zapatistas, le han enseñado el significado de una palabra noble y hermosa: dignidad. Una generación que hay que rastrear, como apuntara Chimal años después, en fanzines, festivales culturales por la paz, talleres para niñxs de la calle, marchas, observación electoral, centros de derechos humanos, grupos ecológicos, movimientos estudiantiles, teatro callejero, pintas y grafitis, en las barricadas puestas por la joven guardia en Tepoztlán (o en Oaxaca, años más tardes) o en las acciones de lxs profesionales de la esperanza: las y los zapatistas, otra vez, que decidieron hacerse soldados para que un día no sean necesarios los soldados.

De ellas, de ellos, de elloas (como dice el SupGaleano), de ell@s, de ellxs, de elles, es de quienes queremos dar cuenta en esta bitácora electrónica; simplemente porque nos hemos quedado solos y nosotres... yo, el de la voz, soy uno de ellas, de ellos... de elles. Como dice Chimal, mi generación, que sería la suya, hablamos de la memoria y del tiempo... pero, no nada más, como apuntara el mismo Chimal en su epílogo de 2013 a su ensayo de marras, lo "z" de nuestra generación, al menos en México, va indefectiblemente asociado a la violencia: si uno menciona "Z", antes que en Zapata, antes inclusive que zombi, las y los jóvenes de la llamada Generación Z, la generación de mi hijo, pensarían en los sicarios que luego de haber sido militares entrenados en la Escuela de las Américas fueran contratados por el Cártel del Golfo para, después de la alianza con el Cártel de Sinaloa, separarse y hacer su propia organización delictiva: Los Z.

En México, dice Chimal, el vocablo zombi tiene también una acepción insultante: por no tener cerebro, zombi es aquel que no piensa, y más concretamente el adversario que no piensa: aquel que está intelectualmente tan debajo de quien habla que solo merece desprecio. Chimal afirma que es un vocablo que la derecha (y quienes siendo parte de ella han sido presidenciablemente bautizados con el decimonónico "fifís" en un desliz más homofóbico que histórico-lingüístico) usan contra la izquierda (a quienes los "fifís" han bautizado de "chairos"). Sería muy fácil endosar todos estos adjetivos a los miles de personas que hoy por hoy se han insertado en la economía informal y hasta en la criminal; pero, estaríamos haciendo lo mismo que sectores conservadores y reaccionarios de este país, en el que, para decirlo de nuevo con Chimal, la gran masa de la población en condiciones de pobreza es una masa de excluidos, despreciados por el discurso oficial a pesar de las constantes declaraciones de lo contrario que dan los políticos y tenidos, según el punto de vista más radical y excluyente entre las clases altas, como parásitos, peso muerto, hordas salvajes: en una palabra, zombis.

~ En fin... ~

En fin, que el nombre de Gener@cción Z deviene de aquél proyecto editorial que fue Generación Z, donde coincidimos personas a quienes nos encajonarían con la Generación X con banda millennial, que mucho tenían de posmillenials y siempre iban un paso adelante de nosotrxs; pero, que cabríamos perfectamente en las definiciones arriba expuestas; ya por ser contemporáneos a la generación de escritoras y escritores que empezaron a publicar al final de los noventa, de la que habla Chimal; ya por ser esos otros indeseables, desechables: zombis, de los que filma Barker; ya por ser esxs jóvenes que caminamos experiencias de resistencia y rebeldía de la mano del neozapatismo, de los que escribe Machín. Y, sí, porque necios (ya lo había dicho Sor Juana), se toma prestada la arroba de la RED@ctuar; porque insistimos en eso de hacer de la palabra un puente, un nodo, y de nuestro discurso una red de discursos por las cuales caminar, ir adelante o volver sobre nuestros propios pasos-sentires-pensamientos; porque insistimos en que la palabra sea acción, el doble actuar teatral y social que hemos andado, el doble actuar estético y político.

No será extraño, pues, que se cuelen textos que hablen del tiempo y la memoria; de esas personas que el mercado cataloga como screenagers, los historiadores y sociólogos de neozapatistas y los artistas de la cultura pop de zombis. Hablar de elles, a veces, como quien solo mira; a veces, como quien quiere entender; a veces, como quien pretende hacer un ejercicio de pensamiento crítico; a veces, como quien reconoce en sí mismo los pros y los contras de dicha generación (con los malentendidos, imposibilidades y carencias que da el pertenecer a otra generación). Hablar como quien escribe, simplemente, una bitácora de un viaje cualquiera en estos tiempos hirsutos donde la esperanza se camina cuesta arriba, lentamente... como caminan, dicen, los caracoles.

Y, sí, la "Z" también deviene de nuestra herencia teatral, de teatro popular, de teatro político; porque, a destiempo (siempre a destiempo), esta bitácora, por lo menos ahora, es también un comenzar de zero.
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