El Poder sí sabe lo que una improbable, mas no imposible, bola de nieve puede provocar si encuentra caldo de cultivo en la desesperación y la miseria; por eso la 58 está repleta de orejas. No necesitan infiltrarla, no todavía; pero si la cosa se pone divertida sabrán dónde meter el bisturí de la represión y hacer cirugía menor antes que la dignidad y la rebeldía se le vuelva metástasis al sistema... El cáncer son ellos, su burla, su despojo; no nosotros –ataja la Lucha–; son ellos y su sistema de mierda los que se han vuelto una enfermedad mortal que pudre todo lo que toca: conciencias, cuerpos, dignidades, luchas, pueblos, países, planeta... –aprovecho la pausa de los puntos suspensivos para guardar un silencio que no encuentra cómo decir que eso mismo es lo que quería decir, sólo que tergiversé todo y me salió como refrán del Chapulín Colorado.
¿Será ésta la primera escena de una versión yuca de La noche de los lápices? –piensa en voz alta el Sebastián. El Óscar, la Lucha y yo nos miramos y lo miramos pensando que no... queriendo pensar que no. Sobre el arroyo de asfalto se levantan las consignas de siempre: “Aplaudan, aplaudan, / no dejen de aplaudir; / que el pinche gobierno / se tiene que morir”; “La gente consciente / se une al contingente”... alternadas con las propias de la ocasión: “Préstame seis pesos, / Ivonne; / préstame seis pesos”. Las sonrisas y los aplausos no se hacen esperar de entre quienes estamos sobre las aceras, aunque el regocijo y la empatía no alcancen para sumar dignidades y tejer resistencia; sin embargo, la cosa se mueve: desde afuera puede observarse una mínima unidad entre trabajadores y estudiantes, una crítica sin dobleces para con las federaciones estudiantiles en contubernio con el Poder, una certeza compartida entre las y los manifestantes de la justeza de sus demandas (no hay acarreados), una mínima organización para evitar que se infiltren provocadores y se repita el capítulo represivo de cuando Bush y sus marines visitaron estas tierras en 2007 y una clara conciencia política para señalar que el enemigo no está entre los obreros y empleados del transporte, sino entre los empresarios concesionarios (valga la cacofonía) y el gobierno estatal que pretende expedir credenciales de una manera discrecional regida por el interés privado y no el público.
El Adis interrumpe nuestras observaciones con otra quizás no menos grave: alguien ha grafiteado una de las cabezotas que José Luis Cuevas expone justo en el pasaje donde estamos parados.
—Quizás es otro modo de decir: “aquí estamos”, de aquellos a quienes nadie mira ni escucha –dice la Lucha, sonando al Sup.
—¿Rompiéndole la madre al trabajo del otro? –interroga el Sebastián, sonando a un híbrido entre Krauze y Castañeda.
—Interviniéndolo –tercia al Óscar, como queriendo sonar a la Jesusa Rodríguez.
Atrás nuestro, la 58 ha vuelto a su cotidianidad luego de que la marcha se hubiera alejado rumbo al mercado llevando consigo sus orgullosos pedacitos de dignidad. Nosotros aprovechamos para ponernos exquisitos y seguir nuestra discusión sobre el arte, la mamonería del Cuevas y los riesgos de dejar tirada su
Lo verdaderamente desagradable, rayando en el vómito, fue el culto a la personalidad que desde Comunicación Social, en complicidad con la Fundación que regentea el MACAY, llevó a Ivonne Ortega ordenar la instalación de una exposición de plotters de nula calidad artística donde aparece dándose baños de pueblo estrechando la mano de artesanas, tomándose la foto junto a jóvenes deportistas o abrazando a discapacitados dentro de casas de cartón y cemento supuestamente dignas; en medio de la presentación de proyectos urbanísticos dizque muy modernos para alojar producción cultural y artística con tecnología de punta (no se declaraba qué terrenos se expropiarían o a qué comunidades se despojaría de sus tierras) y averraciones de programas alimenticios como uno de sustitución de frutas, carnes y verduras por granos genéticamente modificados “enriquecidos con proteínas y multivitamínicos”.
Ésta vez, el MACAY, siguiendo su línea del año pasado, ofrece una muestra del trabajo artístico de pintores, escultores y fotógrafos nacionales como Rebeca Huerta, Pablo Urteaga, Araceli Herrera (su colección de fotografías sobre la lucha de resistencia de los pueblos indios no tiene desperdicio, como dice el Sebastián), Alba Rojo, Manuel González, Carlos Torre, Diego Montoya, Jesús Araujo, Lea Cantú y Salvador Luna, que, junto a la obra escultórica y de caballete de quien se ostenta como el inventor del mote de la Zona Rosa, parece querer entablar una especie de competencia electoral en el plano de lo cultural con el Ayuntamiento, de extracción panista, a favor del priísmo representado por el Gobierno Estatal. Si es así, la marca panista está ligeramente por encima de la priísta, pues, si bien el artista plástico con que se despide la política cultural del Ayuntamiento en turno también se hizo famoso por sus desplantes y mamonerías, con mucho la técnica de Salvador Dalí (antes de él, el Ayuntamiento expuso obra de Picasso y Goya; también en el Centro Cultural Mérida Olimpo) parece estar mucho más cotizada en el mercado cultural (que es lo que le importa al Poder) que la de Cuevas, ¿o no?
No obstante, imagino lo que me gustaría que todas las contiendas electorales fueran así y que, independientemente de si las y los ciudadanos votamos o no por cualesquiera de los dudosos proyectos de nación que dizque nos ofrece la clase política, la rebatinga política se dé en el campo de las propuestas y las ideas respecto a los modelos de producción económica, artística y cultural; lo prefiero mil veces, a la sarta de estupideces danzando por medios electrónicos e impresos. Así, al final de cada proceso electoral, en lugar de la basura ídem que dejan todos los partidos políticos, coaligados o no, quedaría un poco de obra pública, alguna que otra medida viable en materia de salud y seguridad o, por lo menos, la gozosa y enriquecedora experiencia de contemplar el alma humana a través de sus oteadores más radicales: los trabajadores del arte y la cultura.
3 comentarios:
De acuerdo, mi estimado Kobal; que las contiendas electorales sean también culturales (ya que las propuestas y los proyectos brillan por su ausencia): siempre ganaríamos quien vivimos y trabajamos por este país, desde nuestras respectivas trincheras.
Aunque, eso de "híbrido de Krauze y Castañeda... mmm".
jaja, Krauze y Castañeda, ora si se paso el Kobal...
Y que chingue a su madre-si no la ha vendido-el cuevas, ya afeo la bella calle de moneda con gigantotas cabezas de bronce que ni siquiera fundió él, pues sólo hace la obrita en plastilina y le paga a buenos artesanos para hacer sus bodrios en tamaño gigante...
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