10 de noviembre de 2006

OPINION :: oaxaca y los intelectuales - tomás mojarro.

Tomás Mojarro
El Valedor

Echeverría optó, calificadamente, por el camino de la democratización: Carlos Fuentes.

Exacto, sí, Carlos Fuentes, el mismo Fuentes que como intelectual ha sostenido con el Poder una relación de girasol; ese Fuentes que el lunes pasado, muy de mañana, fue a tocar a la puerta de las oficinas del presidente electo “para invitarlo a participar en un Séptimo Foro Iberoamericano“. De ahí, un grupo de intelectuales se jaló al santito nuevo rumbo a la casa de uno de los tales, donde les aceptó comer con ellos. Afuera, los retumbos de Oaxaca resonaban en diferentes zonas del país, UNAM incluida. Yo entonces relacioné la toma de Oaxaca por elementos de la Federal Preventiva con el ingreso de uniformados a las instalaciones de la UNAM, que ovacionaron los que hoy se acercan al chaparrito, peloncito, de lentes. La memoria histórica:

Fue a principios del 2000, cuando el Consejo General de Huelga, CGH, paralizó las actividades académicas de la UNAM a lo largo de nueve meses. El entonces presidente Zedillo ordenó la entrada de las de uniforme a las instalaciones de la UNAM, acción que motivó reacciones diversas entre la flor y el espejo de los intelectuales. Pablo González Casanova, ex-rector de la UNAM, renunció a la dirección de un instituto de investigación de la casa de estudios. Por cuanto a Fuentes y una decena de intelectuales, el editorialista Carlos Ramírez escribió en su colaboración del 13 de febrero en el matutino de circulación nacional:

“Lo peor fue que Fuentes se hizo eco del discurso gubernamental difundido por Francisco Labastida como candidato presidencial del PRI de que el CGH estaba penetrado por Sendero Luminoso, del Perú. Aunque luego se supo que había sido una perversidad sembrada por Labastida”.

La interrogante de Fuentes: ¿Es cierto que la ruta del poder político universitario de un senderista empieza por ofrecerse a limpiar excusados, seguir de cocinero y acabar de líder ideológico intransigente..?

El mismo, y una decena de intelectuales, los consabidos, aprobaron el ingreso de la Policía Federal Preventiva al interior de la UNAM. En transcripción de Ramírez, las opiniones que semejantes intelectuales expresaron en un desplegado periodístico con fecha del tres de febrero del año 2000. Carlos Fuentes, en primer lugar: “La UNAM no es una universidad elitista, pero tampoco debe ser una universidad de lumpens o de baja clase media ofendida. Hay que liberar a todos los estudiantes que no estén perseguidos de oficio (liberar a los perseguidos, sic.)”

Federico Reyes Heroles: “En el horizonte podrían estar la amnistía o el indulto. El llamado operativo fue muy cuidado y hoy, gracias a ello, no tenemos víctimas que lamentar. La administración de la violencia legítima también puede ser profesional…”

Héctor Aguilar Camín: “La respuesta de los huelguistas condujo a la violencia que se temía y a la entrada de la fuerza pública que quería evitarse. Pero Zedillo no es ni podría ser un presidente autoritario como Díaz Ordaz”.

Jorge G. Castañeda: “A pesar de los sustos que puedan generar zafarranchos en la UNAM, nuevos brotes de violencia en el sureste mexicano o en Guerrero y Oaxaca, o de los persistentes incrementos de las tasas de interés de EU, hoy en día el favorito para triunfar en las elecciones presidenciales del 2 de julio, sigue siendo el candidato del PRI, Francisco Labastida.”

Carlos Monsiváis: “Me importó el plebiscito por compartir el fastidio ante una huelga tan prolongada y por esto también participé en un manifiesto de intelectuales, guiado por una certeza: es mejor dialogar en la universidad abierta y evitar así la represión (síc.) Sin modificar los derechos del CGH, que respetamos (resic.) Bueno, la idea era, por decir lo menos, descabellada, no avalaba ofensiva alguna del régimen de Zedillo. Si se requiere, y elijo muy destacadamente mi caso, fue un aval para certificar la estupidez de mi reacción política en ese momento”.

Elena Poniatowska: “Bueno, yo no sabía Sí firmé el desplegado, pero fue porque de momento creí que era lo mejor, estaba todo tan empantanado…”

Ikram Antaki, sin hipocresías: “¡Es tarde, pero presidente habemus!” Y Lorenzo Meyer (¿Excusa porque firmó?): ‘Yo me sentí apoyando a Goliat”.

La conclusión de Carlos Ramírez: “El razonamiento de los intelectuales del desplegado del 3 de febrero de 2000 se acomodaba en la festividad modernizadora de los intelectuales cooptados por el Pronasol salinista, desde Aguilar Camín hasta Carlos Monsiváis”.

Ayer la UNAM, hoy Oaxaca. De la maniobra del embajador de EU, que sacó las castañas del fuego oaxaqueño con la mano del gato, ¿qué opinarían esos intelectuales pragmático-utilitaristas en la comida que les aceptó el santito nuevo? Ah, México. Mi país.

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