La
sorpresa, el riesgo y los calumnistas
Javier
Hernández Alpízar
A mí también me tomó por sorpresa la propuesta del CNI y el EZLN: “nos declaramos en asamblea permanente y consultaremos en cada una de nuestras geografías, territorios y rumbos el acuerdo de este Quinto CNI para nombrar un concejo indígena de gobierno cuya palabra sea materializada por una mujer indígena, delegada del CNI como candidata independiente que contienda a nombre del Congreso Nacional Indígena y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en el proceso electoral del año 2018 para la presidencia de este país”.[1] Para tratar de entenderla tengo que apelar a la memoria, lo primero que dejan de lado los “análisis” inmediatistas y triviales.
El EZLN ha probado de todo en cuanto a iniciativas
civiles y pacíficas. Sin embargo, después de 2001 y la Marcha del color de la
tierra, de parte de un gran sector de la sociedad ha recibido el olvido, el
vacío que ha generado la falta de presencia y voz en los escenarios donde esos
grandes sectores miran y hacen, bien o mal, su política, ha sido llenado por
calumniadores profesionales, no sólo la derecha de siempre, sino la izquierda
institucional y sus medios se han hecho cómplices de esa contrainsurgencia del
chisme y la calumnia, esencial complemento de la contrainsurgencia en el
terreno en todos los territorios indios.
El EZLN y los pueblos indios del CNI no han dejado nunca
de luchar contra los gobiernos panistas, priistas, perredistas y lópezobradoristas
en sus territorios, pero su lucha es invisible y no está en las agendas
“ciudadanas”.
Ahora, con su propuesta se arriesgan a “confirmar” las
calumnias de que todo es un gran compló contra el líder fetiche, el tótem
tabulado de las masas.
Pero la propuesta de irrumpir en la política de arriba, a riesgo de aumentar la contrainsurgencia en todos los niveles, implica aparecer como el personaje del final de “La máscara de la muerte roja”, en medio de la “fiesta democrática”, a decir “aquí estamos nosotras”. Reeditar las calumnias será esta vez (otra vez) volver invisibles a las de por sí invisibles, pero va a ser menos fácil si están ellas ahí: las mujeres indias, dando su palabra.
Herejía, sí, pero siempre lo que los indios hagan será herético, en eso seguimos siendo la Nueva España.
Si hubieran decidido guardar silencio como en 2012, de todos modos los habrían calumniado los profesionales de siempre.
Por lo demás, para ver la autoridad de los calumnistas del lópezobradorismo para juzgar a estos indios herejes, me basta ver su silencio sobre los gobiernos que sus alianzas llevaron al poder en Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Baja California Sur y la Ciudad de México: gobiernos contrainsurgentes, represores, aliados de los gobiernos federales panistas y priistas. Ese silencio invalida sus peroratas domingueras en La Jornada y medios afines.
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