Debo pedir disculpas públicas: el presente texto, en su corpus fundamental, no me pertenece, sino que se trata de la trascripción de una cinta grabada. La mencionada cinta magnetofónica (o “cassette” para la plebe), ha sido sustraída subrepticiamente de la mochilita de alguien que se parece extraordinariamente a un escarabajo.
Podría llamar a asombro y a escándalo que, en esta era digital, alguien todavía recurra al “cassette” para grabar y reproducir; pero nada sería comparado con la estupefacción que causaría saber que, en efecto, el individuo en cuestión es un escarabajo. De ahí a deducir (no hay que olvidar que una ponencia afortunada es la que hace sentir al asistente o al lector como muuuuy inteligente) que ese escarabajo se autodenomina “Don Durito de La Lacandona”, hay un paso un poco bastante regular, es decir, de ligero a moderado.
Aceptar este pequeño pero denso paquete de hechos, independientemente de que ocurran en la realidad real o en nuestra asediada imaginación, es ya un logro que aplaudo en todos y todas ustedes. En estos tiempos de plataformas políticas definidas en su justa dimensión (es decir, como “spots” publicitarios), de “pases a la red” y encuestas que sí convocan a la Nación entera (es decir, las que aluden al lugar que tendrá el equipo mexicano en el mundial de fútbol), de “sesudos” análisis de la “correlación de fuerzas” por l@s pedantes que se autodenominan la parte y el todo de la “intelectualidad progresista”, de depositar la vocería gubernamental en los penes de los policías (Atenco) y en los lanzagranadas (Atenco y Oaxaca), del “alto nivel” de los columnistas y editorialistas que comentan y analizan lo que dicen… otros columnistas y editorialistas; en fin, en estos tiempos de “realismo político”, el que existan todavía personas (vaya, parece que algunas hasta trabajo tienen) que dejen un espacio en su corazón para aceptar la existencia de un escarabajo que profesa la incomprendida profesión de la andante caballería, es, digámoslo modestamente, sencillamente estupendo.
No sólo porque eso significa que ya no estoy solo en la pesada carga de saber de la existencia de este extraño ser, también y sobre todo porque es prueba fehaciente que hay todavía gente dispuesta a asombrarse con las maravillas que abajo caminan y que, por lo tanto, sólo son perceptibles para quienes saben mirar el camino y el paso.
El escarabajo en cuestión se hace llamar, como casi nadie aquí sabrá, Don Durito de La Lacandona, I.C. de A.I. de I.I. (por sus siglas: Individualidad Conocida de Anticapital Invariable de Irresponsabilidad Ilimitada), Copyleft no del Círculo sino Cuadrado de Andantes Caballeros del que es, dicho sea de paso, presidente vitalicio y único miembro.
Aprovechando que, creo, no se encuentra presente, despojaré a Durito de toda la parafernalia que exhibe su complicado apelativo y le llamaré “Simplemente Durito”.
Durito, sin ser invitado, ha recorrido buena parte del territorio de esta herida sin cicatrizar que llamamos “México” para estar aquí con nosotros, con nosotras, para exigir libertad y justicia para l@s pres@s de Atenco.
No fue invitado a este encuentro de escritoras y escritores, a pesar de que profesa esa convulsión por la palabra escrita, lo cual habrá que reprochar a los organizadores. Aunque tal vez no lo invitaron porque temían que no cumpliera e hiciera gala de esa irresponsabilidad que tanta fama ha dado a los andantes caballeros desde que el de la triste figura exhibiera su ídem por los caminos de La Mancha ibérica.
Con Durito no hay que hacer planes serios. No porque le falte formalidad (no olvidemos que es un escarabajo, sí, pero también un caballero andante), sino porque de pronto como que agarra su patín y se va por la bajada y ahí te quiero ver burbuja de seguridad.
Sí, a veces se va así nomás. Otras veces se va dejando una nota que, lacónica, señala:
“Mi estimado Cara de calzón usado: Ahí vengo luego. No te metas en (muchos) problemas. Atentamente. Durito. Posdata.- Me llevé el tabaco”
Bien, para no hacérselas tan cansada, les digo que, tratando de de recuperar mi tabaco, en la mochilita encontré un cassette con una nota que decía:
“Para el nuevo libro “Diálogos Imposibles”. Ojo: decirle a la nariz redundante que organice una subasta entre casas editoriales para ver quien se lleva este best seller. Los derechos de autor para la película, igual. A mí el Código Da Vinci me la fanfirulea”.
Fin de la nota.
Ignoro por qué Durito ha decidido titular de este modo su nuevo engendro, pero no nos preocupemos ahora de eso.
El diálogo que aquí reseñamos se da entre Durito, un personaje del que ya se sabrá más adelante, y el que esto presenta.
He dicho antes que trascribo una grabación. Cuando la escuché la vez primera, recordé la escena pues yo estaba presente. Fue en el café “Comandanta Ramona”, esquina con la tiendita “El Rincón Zapatista”. Si alguien quiere ir es muy fácil dar con el lugar: agarran como que van para allá pero entonces dan vuelta en “U” donde dice “Prohibido dar vuelta en U”, y ya luego se siguen un buen de semáforos y donde vean un buen tanto de tiras de todas las corporaciones, aburriéndose y haciendo como que vigilan, ahí es.
Prosigo…
Era madrugada. La luna era la cadera iluminada del deseo, aunque sin la ansiada hendidura. En el sueño, un beso largo, largo y húmedo, abría la flor del deseo y llave era para abrir el cerrado y callado nudo del tiempo.
Pero en la duermevela yo estaba levantando el tiradero, tratando de digerir unos frijoles estilo “zopilotes del mundo, uníos”, y buscando si había quedado el cadáver de algún helado de nuez. Se me había hecho tarde escuchando un programa de una estación de radio alternativo que se autodenomina “La Ke Huelga”. En el programa, los locutores se habían puesto a divagar sobre las dislocaciones.
Y se ve que pasaron de la dislocación de tobillo a la de ideas, porque un rato estaban hablando del amor en tiempos de la revolución y entonces como que lo acordaron que estamos en la movilización por l@s pres@s de Atenco y se pasaron al amor en tiempos de represión. De ahí se fueron a impartir una cátedra titulada “Medidas contra la Represión” o algo así, o sea qué hacer cuando la tira está ya cargando sobre el respetable al grito de “Contra la izquierda de abajo, el estado de derecho de arriba”.
Yo tomé nota, por aquello del no te entumas. Además de la muy clásica y de probada eficacia “corra hasta que encuentre un letrero que diga “bienvenido a Guatemala””, dieron otras medidas y consejas.
Por ejemplo, la escuela psicológica recomendaba la negación, o sea que, cuando el tolete iba ya a su destino se gritaba “¡noooooo!” de forma por demás convincente. La escuela de abogacía recomendaría, creo yo, la técnica de abrumar jurídicamente al tira con el grito de “señor policía, está usted violando los artículos tales y tales de la constitución que señalan que ningún individuo o individua podrá ser golpeado por la policía si antes no media un programa televisivo que lo presente como un criminal” (aquí el granadero duda si el que se presenta como criminal es él o el susodicho o susodicha a quien va dirigido el estado de derecho, y entonces a correr mano, manita, luego te cuento). La escuela de “reclutamiento instantáneo” aconsejaría consignas del tipo “el pueblo uniformado también es explotado” antes de que, paradójicamente, explote la granada de gas lacrimógeno.
Larga y abundante en razones buenas e ingeniosas fue la charla radial de esos colegas de la “Ke Huelga”, estación que recomiendo ampliamente y que transmite en los 102.9 megahertz de Frecuencia Modulada, y aprovecho para mandar un abrazo solidario a l@s compas de Radio Plantón, atacado ayer por la policía del gobierno de Oaxaca, y a todos los medios alternativos que, abajo y a la izquierda, nos mantienen informados y nos recargan la pila.
¿En que me quedé? ¡Ah sí! Pues resulta que en una de las mesitas del café “Comandanta Ramona”, la única que no tenía libros, periódicos y revistas encima, el tal Durito se hallaba sentado con un individuo que se hacía llamar Juan de Mairena y que, dijo, era gran amigo del poeta español Antonio Machado.
Durito se estaba atascando de galletas Pancrema y café capuchino, con dos pares de patotas encima de la mesa, mientras que el susodicho Juan de Mairena, sentado con toda propiedad, tomaba con elegancia un té de querer.
La grabación que aquí transcribo fielmente retoma algunas partes del diálogo que se dio entre estos dos personajes y su servilleta “heavy duty”.
Inicia con el escarabajo dirigiéndose a mí…
Durito: - Escucha, mi estimado antónimo de chato, la siguiente argumentación de aquí el Don Juan de Mairena:
“1.- Si toda excepción confirma la regla, una regla con excepciones será más regla que lo sería una regla sin excepciones, a la cual le faltaría la excepción que la confirmase.
2.- Tanto más regla será una regla cuanto más abunde en excepciones.
3.- La regla ideal sólo contendrá excepciones.
(Continuar por razonamientos encadenados, hasta alcanzar el vórtice de la estupidez)” (“Juan de Mairena”. Antonio Machado. Alianza Editorial. P. 40).
Yo: - Me parece un razonamiento ingenioso… e inútil -.
Durito: - Es cierto, pero no del todo. A veces el cuestionamiento de lo evidente te lleva a una trabazón que olvídate del cruce tlalpan-taxqueña; pero en otras ocasiones te encuentras con que esas evidencias no son sino mentiras repetidas…-
Yo: - ¿Por ejemplo? -
Durito: - El hoy, ese ente creado, alimentado y adorado por la sociedad moderna, es decir, la que se ordena en torno a los medios de comunicación. ¿No es cierto que el “hoy” deja de ser un presente con pasado y futuro, y se convierte en lo eterno? Antes de él, el caos. Después de él, la nada -.
Yo: - No sé a dónde te diriges -.
Durito (mirando con un gesto de complicidad a Mairena): - Lo contrario me sorprendería. Mira Juanito, está esto del sistema capitalista. ¿No es cierto que se presenta a sí mismo como eterno, omnipotente y omnipresente? -.
Juan de Mairena: - Cierto -.
Durito: - ¿No es cierto que su presencia se acepta como una fatalidad ineludible, primero; y después como lo único posible; y más después como lo mejor que nos ha pasado? -.
Juan de Mairena - “Es lo que pasa siempre: se señala un hecho; después se le acepta como una fatalidad; al fin se convierte en bandera. Si un día se descubre que el hecho no era completamente cierto, o que era totalmente falso, la bandera, más o menos descolorida, no deja de ondear”. (Ibíd. P. 77).
Durito: - Claro, ondear una bandera descolorida. Eso, y no otra cosa, es lo que hacen los apologistas del capitalismo. Ahora, ¿qué pasaría si cuestionamos toda esa construcción argumentativa? -.
Yo (sintiéndome con el deber de aportar algo al debate): - Mmh… no sé… ¿nos aburriríamos? -
Durito (mirándome con reprobación): - ¿Además de eso? -
Yo (con urgencia de ir a “cincuentear”): - Mmh… ¿nos meteríamos en problemas? -.
Durito (aplaudiendo con las patas que no tiene encima de la mesa ni ocupadas con las galletas pancrema): - ¡Correcto! ¡Has acertado mi querido cara de franela de viene-viene-quebrándose-quebrándose-el-golpe-avisa! Tendríamos un conocimiento que nos pondría en tales aprietos que olvídate de la estación del metro Hidalgo en horas pico…-.
Yo (echándole mucha crema a mis tacos): - Ya que estamos en el tema del transporte público, quiero denunciar que el otro día que me subí al metro me tortearon… -
Durito: - ¡Órales! ¡No te adornes muñeco de trapo! -
Yo: - Sí, me vendieron una torta con un jamón más raquítico que cerebro de gobernador del Estado de México -.
Durito (dirigiéndose al mentado Mairena ése): - Me temo, mi estimado, que nos estamos saliendo del tema. Estábamos en el cuestionamiento del sistema capitalista. Más mejor, en el cuestionamiento de su omnipresencia… -
Yo (centrado en el tema): - Y los frijoles me hicieron daño. No hubiera pasado la verificación -.
Durito (francamente ya encabronado): - El nivel del debate está decayendo… -
Juan de Mairena: - Bueno, bueno, prosiga usted -.
Durito: - Gracias, Don Juan. Las herramientas elementales para el cuestionamiento tienen que ver con la historia. Estudiándola veríamos …
1.- Que este sistema, el capitalista, no ha existido desde siempre.
2.- Que su origen nada tiene que ver con el espíritu, la deidad que se quiera, o el idealismo; sino con el despojo (o sea el robo), la explotación, la represión y el desprecio, en suma: el crimen.
3.- Que su crecimiento y desarrollo va de la mano de eso que le dio vida -.
Yo (metiendo mi cuchara en la conversación y en un frasco de helado de nuez caduco): - Pero eso sólo lleva a confirmar la omnipotencia del capitalismo, en él siempre ganan los malos que se visten de buenos -.
Durito (abriendo otro paquete de galletas): - No he terminado… ¿Cuáles son los trucos fundacionales y fundamentales de este sistema? La igualdad y la libertad. El capitalismo dice y repite hasta el asco que se basa en una sociedad igualitaria y, por ende, se convierte en el garante de esa igualdad. En la sociedad capitalista todos somos seres humanos y, por lo tanto, todos somos iguales. Iguales ante la ley, por ejemplo -.
Yo (lamentando la desigualdad que hace que Durito se empaque todas las galletas mientras a mí me toca barrer el tiradero que deja): - Pero eso no es cierto, o cuando menos unos son más iguales que otros. Ahí están l@s pres@s de Atenco y ahí están los Bribriesca hijos de su Martha Sahagún. Como que hay dos leyes: una para abajo y otra para arriba -.
Durito (aventándome un tenedor con intención evidente de reprimir la libre expresión de mis ideas): - Según el capitalismo, el ser humano es libre, libre de trabajar, de enriquecerse, de votar, de ser gobernante, de expresar sus pensamientos -.
Juan de Mairena: - “La libre emisión del pensamiento es un problema importante pero secundario, y supeditado al nuestro, que es el de la libertad del pensamiento mismo. Por de pronto, nosotros nos preguntamos si el pensamiento, nuestro pensamiento, el de cada uno de nosotros, puede producirse con entera libertad, independientemente de que, luego, se nos permita o no emitirlo. Digámoslo retóricamente; ¿De que nos serviría la libre emisión de un pensamiento esclavo?” (Ibíd. p. 179).
Durito: - Buen punto, Don Juan. Pero sigamos preguntando, aunque nos tachen de escépticos -.
Juan de Mairena: - “Contra el escepticismo se ha esgrimido un argumento aplastante: El que niega la existencia de la verdad, pretende que eso sea la verdad, y afirma en la conclusión lo que niega en la premisa, se contradice, pues. Supongo yo que este argumento no habrá convencido nunca a escépticos de pura raza (…). El escepticismo es una posición vital, no lógica, que ni afirma ni niega, se limita a preguntar, y no se asusta de las contradicciones.” (Ibíd. P.47).
Durito: - ¡Salud por eso! Entonces preguntemos: ¿somos iguales?, ¿somos libres? Y estas preguntas, ¿cuándo se hacen? Convengamos en que las hacemos ahora, cuando es sobre la respuesta afirmativa a ambas que se construyen edificios enteros de ideas… y de ladrillos -
Si respondemos “sí”, entonces, discúlpenme si soy grosero, no entiendo qué hacemos aquí. Y no me refiero a aquí, a este rincón zapatista o al encuentro ése de escritor@s por la libertad y la justicia para l@s pres@s de Atenco, al que no me invitaron, sino aquí, en este México que, abajo y a la izquierda, trata de construirse un camino y un paso, sin más claridad que la que sobre el destino se acuerda.
Pero por algo estamos aquí y allá. Tal vez, dentro de ese universo infinito y caótico que es el “algo”, es porque a las preguntas “¿somos iguales?, ¿somos libres?”, respondemos “¡NO!”. Y con este “¡NO!” no sólo ponemos en crisis toda la fundamentación jurídica de eso que se llama “Estado de Derecho” (nombre que, es evidente, se erige frente a lo que sería el “Estado de Izquierda”), también comenzamos a cuestionar las evidencias que se convierten en lápidas por la falta de ejercicio crítico. Dejaríamos de comulgar con las ruedas de molino que, desde arriba, nos administran cotidianamente como si fueran algo verdadero.
Juan de Mairena: - “Lo corriente en el hombre es la tendencia a creer verdadero cuanto le reporta alguna utilidad. Por eso hay tantos hombres capaces de comulgar con ruedas de molino -.” (Ibíd. p. 67).
Durito: - Entonces la política capitalista en la modernidad sería el arte de hacer comulgar con ruedas de molino al mayor número posible de personas. Y sin embargo, cada vez es más difícil, o cuando menos cada vez aparecen más “otr@s” que rechazan la indigestión que causan esas verdades. Como que la política de arriba ya no es lo que era, y no lo digo con nostalgia sino señalando un hecho. Ahora es un desmadre -.
Juan de Mairena.- “Al hombre público, muy especialmente al político, hay que exigirle que posea las virtudes públicas, todas las cuales se resumen en una: fidelidad a la propia máscara. (…) un hombre público que queda mal en público es mucho peor que una mujer pública que no queda bien en privado. Bromas aparte –(…)- reparad en que no hay lío político que no sea un trueque, una confusión de máscaras, un mal ensayo de comedia, en que nadie sabe su papel”. (Ibíd. P. 81).
Durito: - ¡Excelente Don Juan! Ha definido usted a cabalidad lo que es ahora la política en México: una mala comedia en la que nadie sabe su papel. Por eso hay tanta desconfianza frente a la política y tanta reticencia a construir otra política -.
Juan de Mairena: - “La política, señores – sigue hablando Mairena – es una actividad importantísima… Yo no os aconsejaré nunca el apoliticismo, sino, en último término, el desdeño de la política mala, que hacen trepadores y cucañistas, sin otro propósito que obtener ganancia y colocar parientes. Vosotros debéis hacer política, aunque otra cosa os digan los que pretenden hacerla sin vosotros, y, naturalmente, contra vosotros.”. (Ibíd. p. 136).
Durito: - Sería entonces necesaria otra política. Necesaria, urgente, merecida. Y me parece que aquí el papel del pensamiento crítico, de los intelectuales, es muy importante -.
Juan de Mairena.- “Se dice que los intelectuales no han hecho nada útil en política, hasta la fecha. Se confunde a los intelectuales con los pedantes” (Ibíd. p. 54).
Yo: - A ver, ¿cómo está eso de la pedantería? -
Juan de Mairena: - “Lo específicamente pedantesco es negar las cosas cuando no son como nosotros las pensamos. Pero las cosas no son nunca como nosotros las pensamos, son mucho más serias y complejas”. (Ibidem).
Durito: - Entonces, ¿cuál sería el papel de los intelectuales críticos? ¿El de espectadores de lujo mientras en el teatro de la política se destruye la sociedad? -
Juan de Mairena.- “Pero ¿usted no ha reparado todavía en que casi siempre que se levanta el telón o se descorre la cortina en el teatro moderno aparece una habitación con tres paredes, que falta en ella ese cuarto muro que suelen tener las habitaciones en que moramos? ¿Por qué no se asombra usted (…) de esa terrible inverosimilitud? Porque sin la ausencia de ese cuarto muro (…), ¿cómo podríamos saber lo que pasa dentro de esta habitación? –” (Ibíd. p. 152).
Durito: - Entiendo. La labor de los intelectuales, sería precisamente desmontar el cuarto muro del espacio de la política, exhibirla tal cual es, sin ocultamientos, para que todos podamos saber lo que pasa en esa habitación y obrar en consecuencia. Hoy hay una injusticia oculta en la habitación del Poder: la que mató a Alexis Benhumea Hernández, la que violó a las presas de Atenco, la que mantiene ilegalmente presos a hombres y mujeres cabales, la que reprime en Oaxaca y en todos los rincones del México de abajo y a la izquierda. Por eso… -.
Ahí termina la grabación. Yo he decidido traer su trascripción porque bien sé que hay aquí escritoras y escritores, luces críticas dispuestas a protestar por la injusticia que asesinó a Alexis, que violó a nuestras compañeras, que mantiene prisioneros a luchadores sociales, que opta por la represión en lugar de por el diálogo.
Porque hay, entre estas escritoras y escritores, quienes hacen teatro y, con él, levantan el telón que nos permite ver no sólo lo que pasa allá arriba, también dentro nuestro. Porque no pocas, no pocos, además, construyen poesía con el escurridizo ladrillo de la palabra. Escurridizo, como un pez.
.- “La poesía es -decía Mairena- el diálogo del hombre, de un hombre con su tiempo. Eso es lo que el poeta pretende eternizar, sacándolo fuera del tiempo, labor difícil y que requiere mucho tiempo, casi todo el tiempo de que el poeta dispone. El poeta es un pescador, no de peces, sino de pescados vivos, entendámonos: de peces que puedan vivir después de pescados”. (Ibíd. p. 106).
Salud a estas pescadoras y pescadores que, con palabras, nos ayudan a mirar, a mirarnos y, junto con nosotros, nosotras, demandan libertad y justicia para l@s pres@s de Atenco.
Desde la Otra Ciudad de México.
Subcomandante Insurgente Marcos. México, Junio 15 del 2006.
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