Buenas noches. Queríamos agradecerles la paciencia para escuchar nuestra palabra, y para escuchar la palabra del compañero del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de Atenco, y del Congreso Nacional Indígena.
Llegamos un poco tarde porque estábamos en el tianguis del Héctor Espino. Y entonces, nos dijeron: ahí va el burrito. Yo pensé que era el gobernador Bours y me espanté porque nosotros no hablamos con delincuentes.
Yo vengo hablando a nombre de comunidades indígenas de los pueblos tzotzil, tzeltal, chol, tojolabal, zoque y mame. Vivimos en las montañas del sureste mexicano y ahora me ha tocado traer el oído y la palabra de las comunidades zapatistas.
Según nuestra tradición cultural, el mundo fue creado por varios dioses. Unos dioses muy bailadores, muy reventadores —también decimos—, que no lo hicieron cabal. Dejaron cosas pendientes, o cosas que se hicieron mal.
Una de ellas fue que no hicieron a los hombres y mujeres cabales, todos, es decir, de buen corazón. Sino que se les salió por ahí algún gobernador, o algún presidente del país que salió con el alma mala y con el corazón chueco.
Cuando se dieron cuenta los dioses de esta injusticia, de que había hombres y mujeres que estaban viviendo a costa de los demás, quisieron ayudar algo a los hombres y mujeres de maíz. A los pueblos indios de este país.
Y para ayudarlos les quitaron una palabra: les quitaron el “yo”. En los pueblos indígenas, en los de raíces mayas y en muchos pueblos de este país, la palabra “yo” no existe. En su lugar se usa el “nosotros”.
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