7 de diciembre de 2006

CONSULTA SEIS PUNTOS :: Plantear una postura clara sobre lo antipatriarcal

Para nosotras y nosotros el patriarcado es sinónimo de violencia hacia las mujeres y niñas donde la tradición debería ser el respeto. Un ejemplo de violencia hacia las mujeres es condicionar apoyos gubernamentales como el del programa federal “Oportunidades” al uso del dispositivo intrauterino (DIU) para que no se embaracen. Otro ejemplo de violencia hacia las mujeres es “aplicarles encuestas centinelas” sin su consentimiento para investigaciones epidemiológicas de las que nada o casi nada obtienen los pueblos indígenas y las comunidades campesinas.

Para nosotras es suficiente y necesario que los adherentes asuman como suya la “Ley Revolucionaria Indígena de las Mujeres” del EZLN; así como abrir espacios comunitarios para talleres sobre la forma en la que nos relacionamos los hombres y las mujeres.

Una propuesta concreta es abrir espacios para que las mujeres indígenas y campesinas adherentes de la sexta declaración, puedan participar en “La otra campaña de salud sexual y reproductiva para la resistencia indígena y campesina en México”, tomando el taller básico o capacitándose para ofrecer servicios de atención primaria a la salud sexual y reproductiva de las mujeres de sus comunidades con el objeto de establecer o fortalecer espacios de salud comunitaria autónomos de los tres niveles de gobierno, el federal, el estatal y el municipal para no dejar la salud de las mujeres y niñas en manos del mal gobierno o de la iniciativa privada.

Más allá de las discusiones retóricas sobre el patriarcado, deberíamos promover tres cosas: Primero, el asunto de las llamadas cuotas de participación de las mujeres, la cantidad mínima de mujeres que participen en las actividades y coordinaciones estatales, regionales o nacionales. Segundo, facilitar condiciones propicias para que las mujeres puedan participar (apoyo de pasajes cuando tengan que viajar a algún lado, facilidades en la familia y la comunidad para realizar las actividades en las que participa). Tercero, poder participar en escuelas de liderazgo, como lo han hecho las compas de la Red Mexicana de Trabajo Sexual. Todo esto, respetando los modos y formas de cada quién en la otra campaña.

Es aconsejable que la otra campaña establezca un plan de trabajo que pueda ser monitoreado donde se faciliten condiciones para la construcción de la autonomía de las mujeres. El otro asunto es el que generalmente se nos encomiendan actividades secundarias y las que realizamos en la comunidad son calificadas muchas veces como no politizadas.

Y no se nos olvide que las mujeres somos utilizadas como consortes de los dirigentes y dirigentas, con independencia de que estos tengan o no pareja estable y no como iguales en la lucha contra el capital y sus aliados. Y bueno, eso es diferente del derecho a ejercer libremente la sexualidad.

Aquí nos referimos a que la participación de las mujeres se reduce muchas veces a ser utilizadas como objetos sexuales por “los cuadros de las organizaciones” y que eso además de reducir el papel de las mujeres “a objetos de culto sexual”, genera rupturas y broncas al interior de muchos colectivos. Como quien dice que se prostituye a las compañeras y ni siquiera les pagan una lana…

El otro asunto es que las demandas de las mujeres así como las propuestas de otros amores, de las personas que viven con VIH/SIDA y de nosotras las trabajadoras-es sexuales son consideradas como añadidos, como temas que pueden esperar al triunfo de la revolución.

Retomando el tema del patriarcado, uno de los planteamientos de algunas feministas que plantean el derrocamiento del patriarcado y consideran al sexo comercial, exclusivamente como un producto de la discriminación de las mujeres, es el abolicionismo de la prostitución.

Nosotras y nosotros, trabajadoras sexuales, trabajadores sexuales y acompañantes solidarios, adherentes, activistas, colaboradoras y simpatizantes de la Otra Campaña convocada en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona del EZLN, no buscamos la abolición de la prostitución como lo plantean Carlos Marx en “El Manifiesto del Partido Comunista”, cuando el comunismo sea alcanzado por las revoluciones proletarias. Tampoco buscamos la abolición de la prostitución como lo señala Bakunin en “Ética Anarquista”, cuando los trabajadores organizados en federaciones de unidades productivas logren llegar al socialismo. Tampoco buscamos la abolición de la prostitución como lo señala un sector importante del “feminismo antipatriarcal” cuando las bases sociales sobre las que se sostiene el patriarcado, sean derribadas por la lucha de las mujeres. Tampoco buscamos la abolición de la prostitución como lo señalan moralistas de buena voluntad de todas las religiones e ideologías que aspiran a que esto ocurra cuando imperen las llamadas buenas costumbres. Tampoco buscamos la abolición de la prostitución como lo señalan teóricos de “la revolución sexual”, cuando el control de la sexualidad desaparezca y las personas podamos ejercer libremente nuestra sexualidad, sin prejuicios ni ataduras.

Nos parece que el derecho a ejercer el sexo comercial prevalecerá, aunque la explotación sobre el producto del trabajo sexual y el patriarcado, desaparezcan.

Por ello, la RMTS exige que los compas de la otra campaña tomen en serio eso de que las trabajadoras sexuales somos un sector de la clase trabajadora y no la fracción de clase lumpen-proletariado que pretenden los marxistas que es como nos clasifican casi todos los activistas de la izquierda que nos consideran algo así como la basura de la sociedad. Algunos intelectuales “progresistas” han considerado a la prostitución, como una industria de servicios, específicamente la industria sexual dentro del área de servicios del sector informal de la economía; sin embargo la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la considera el “sector sexual de la economía” por el aporte que hace al Producto Interno Bruto (PIB), que puede oscilar entre el 0.5% y el 1.5% anual[1].

No somos prostitutas, ya que no denigramos a nadie con nuestro oficio y en cambio dicha palabra nos señala a nosotras como si nos dedicáramos al sexo comercial por gusto propio y no intervinieran otros actores en la cadena productiva, como son los empresarios del sexo y los clientes. Tampoco somos sexoservidoras, ya que el modo de producción basado en la servidumbre, terminó hace mucho tiempo con la revolución de independencia.

Dentro del Programa Nacional de Lucha de la otra campaña, se debe reconocer plenamente que una de nuestras principales demandas es poder disfrutar de las ventajas que el Derecho Laboral le ofrece al resto de los trabajadores ocupados en diferentes quehaceres. Así mismo, que se reconozca el carácter de trabajadoras no asalariadas a quienes laboramos por cuenta propia y no tenemos un patrón. Ahora en el caso de las niñas y niños nuestra postura es erradicar las causas que generan el sexo comercial para que la explotación sexual comercial infantil (ESCI) deje de lacerar a nuestra infancia; así como la explotación económica de quienes siendo adultas tuvimos que recurrir a este trabajo.

Así como las y los compas del Congreso Nacional Indígena (CNI) condenan las intenciones de varios gobiernos estatales de establecer “resguardos indígenas” a la usanza de estados Unidos y Canadá, nosotras las trabajadoras sexuales no deseamos ser “reducidas” a zonas de tolerancia (resguardos para putas); así mismo condenamos que se realicen controles sanitarios sobre nuestros cuerpos con la aplicación de la prueba obligatoria de detección de VIH/SIDA. La opción es la promoción del uso del condón, garantizando su disponibilidad, acceso y aceptación entre los grupos sociales con prácticas de riesgo para su transmisión.

Al igual que las y los trabajadores de la otra campaña, aspiramos a que los lugares donde trabajamos y las cosas que necesitamos para ofrecer nuestros servicios, sean expropiados a los industriales del sexo y pasen a ser propiedad cooperativa de quienes nos dedicamos a este oficio. Por eso promovemos la formación de cooperativas de trabajadoras sexuales para no seguir enriqueciendo a ningún lenón, patrote o madrota.

“Contra el SIDA, el silencio y la discriminación:

Organización, movilización

Y resistencia ciudadana.”

Contacto:

Centro de Atención de La Merced de Brigada Callejera:

Calle Corregidora 115, Despacho 204, Colonia Centro, Delegación Venustiano Carranza, C.P. 15100, D.F.

Teléfono: (0155) 5542.7835, Teléfono y fax: (0155) 5542.4096

Página De internet: www.brigadacallejera.org

Correos electrónicos: brigadaac@laneta.apc.org, noti-calle@brigadacallejera.org, redmexicanadetrabajosexual@gmail.com



[1] Ver Lin Lean Lim “Informe del Sector Sexual de la Economía” de la OIT.

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