APPO
Lázaro Santiago
El número de personas asesinadas por las fuerzas de ocupación (PFP) y los sicarios locales desde la batalla contra
La movilidad y la comunicación, la compartencia, la solidaridad, y la expresión de indignación de la gente, la salida del sátrapa Ulises Ruiz (y encerrado en un siquiátrico pague sus culpas), y la aplicación verdadera de la justicia en Oaxaca, la vida, son frenadas por el terror que
con su desagradable¾ Controlan los Pefepos imagen de gorilas grises y acalorados, armados como si pelearan la definitiva contra los corta-cabezas , el zócalo de¾del Narco la ciudad, la plaza de Santo Domingo y el parque del Llano. Y pululan cual plaga por la ciudad de Oaxaca y Valles centrales. Cruzan en caravana de camionetas las calles y avenidas, haciendo detenciones, incluso de maestros frente a sus alumnos en las escuelas; y cateos de domicilios sin ninguna orden judicial. Abren paso a los sicarios en sus camionetas, quienes ya pueden operar a sus anchas. Luego las golpizas. La tortura vil. La desaparición de los inconformes. O la vieja ley del destierro.
En la web sus equipos especiales (¿O tal vez
De ninguna manera queremos sugerir que todo esto lo hagan los Pefepos solos. O sólo ellos. Tales fuerzas de ocupación, los¾como dijimos, trabajan coordinadas con las policías estatal y la municipal; y con la red de sicarios¾siniestros “Ministeriales” que Ulises ha movilizado, para “limpiar” la ciudad de la gentuza de
En estas circunstancias, cuando los responsables de la represión dicen que se les acabó la tolerancia y utilizan todo el aparato del Estado contra el pueblo, escasean las pruebas documentales del genocidio en marcha. Hasta el momento no hay imágenes de
de quienes guardo los nombres por¾ Unos amigos seguridad (hay vienen los asesinos: quienes le quitan su hijo a la me contaron que poco después de las 21:30¾ Madre de los desaparecidos) del 25 de noviembre pasado, cuando los combates frontales entre
Nunca había escuchado tantos tiros, dijo uno de mis amigos, a quien llamaremos Hugo. Otro de los narradores, digámosle Paco, afirma que vio con claridad, pues iba del lado de la ventana del corrió hacia la¾seguramente brigadista de la APPO¾taxi, cómo un joven avenida que sube a San Felipe del Agua, hasta caer abatido por el fuego de los sicarios de negro.
¿Había más gente ahí? Otro testimonio, en este caso de Luis, quien miró desde otra posición, nos dice que la policía ministerial masacró a tres personas a esa hora, ahí afuera de la facultad de medicina. Él saca sus cuentas: fueron más de 100 tiros en dos minutos. Los rebeldes estaban acorralados, sin armas. Los esbirros dispararon como gringos locos en las películas de Vietnam. Dice narrador: Vimos desde el Hospital civil que levantaron los cuerpos y se los llevaron.
El taxi siguió veloz su camino y más adelante, en avenida del Panteón, a la altura del Café Cafeína, mis amigos miraron con sorpresa que había estacionadas unas 40 camionetas, de
Vuelta
Como Cenicientas, Hugo y Paco salieron de su reunión en San Felipe poco después de la medianoche. Una amiga los llevó de regreso en su moderna camioneta de vidrios polarizados. Había intensos patrullajes de federales por la zona. Aquellos enfilaron hacia el centro, y en la vuelta que viene del parque Colosio vieron aparecer una caravana de camiones de
Por inconsciencia o sabiduría, la amiga al volante se pegó con su camioneta a la caravana y así pudieron librar los retenes sobre esa avenida. El primero en la iglesia de San Felipe. Les funcionó unirse al convoy. La camioneta que llevaban parecía de sicarios, así que los del retén creyeron que eran de los suyos, parte de aquel desfile represor y no los hicieron bajar ni los sometieron a las humillaciones que sí sufrieron los ocupantes de otros vehículos.
En el segundo retén, a la altura del Rancho San Felipe se les enchinó la piel: los cuerpos de tres hombres yacían inmóviles, uno bocarriba sobre la calle, de chamarra amarilla, sobre un charco de sangre; dos bocabajo un metro más allá, sobre la banqueta. Como si allí mismo los hubieran plomeado. En torno un grupo de sicarios vestidos de civil adoptaba una actitud del cazador orgulloso frente a su presa como trofeo. Igual que las tropas invasoras en Irak al tomarse fotos junto a sus víctimas. ¿Quiénes eran? ¿Los habían golpeado hasta el desmayo? ¿Les dispararon? ¿O los convencieron de que asumieran esa posición grotesca de muñecos de trapo mientras pasábamos y después se levantarían como si nada y se marcharían a su casa?
La caravana de
Esta represión desproporcionada multiplica los agravios, crispa todavía más la polarización social extrema, al interior de las familias, entre los amigos, los vecinos, los compañeros de escuela o de trabajo… la cultura de la delación (Mira, ese es de
La plutocracia y sus empleados de la clase política están realmente nerviosos. Aterrados. Y eligen el fascismo. No quieren entender que la represión y la guerra sucia sólo harán que el conflicto se escale. No quieren saber de razones profundas, de pobreza, con¾explotación y racismo, problemas que de no ser atendidos pronto honestidad y justicia, con auténtica voluntad política y un ánimo de replantear las bases del pacto nacional en un nuevo Constituyente, que parta ahora sí de la realidad cultural en México y reconozca la obscena desigualdad económica y social; que se inspire en la experiencia organizativa y ética de los pueblos indígenas, y abandone el modelo , llevarán al país a un estallido¾capitalista y su gobierno de ricos armado absolutamente indeseable. Ya ven cómo nos gustan los centenarios.
Y pensar que las balas, uniformes y comida de
No hay comentarios.:
Publicar un comentario