He leído en estos días un artículo de nuestro presidente Alan García (“El síndrome del perro del hortelano”, El Comercio, 28 de Octubre de 2007) en el cual explícitamente señala sus intenciones de mercader. Pero no quiere ser un mercader al menudeo sino a lo grande.
Quiere, por ejemplo, vender (dar en propiedad) los 63 millones de hectáreas de selvas vírgenes de la Amazonía, pero no en lotes pequeños para cualesquier ciudadano común y corriente que lo necesite. ¡No! Quiere vender grandes lotizaciones de 5000, 10000, 20000 hectáreas para la explotación maderera “…pues en menos terreno no hay inversión formal de largo plazo y de alta tecnología…” Para empezar –dice- habría que vender los 8 millones de hectáreas de tierras deforestadas “…que han sido convertidos en desiertos y destruidos en los últimos años por las concesiones rapiña, la coca y la tala salvaje”.
Además de los grandes bosques selváticos también quiere vender las tierras de las comunidades campesinas e indígenas, pues éstas son solo “una creación del virrey Toledo que las arrinconó en las tierras no productivas”. Así, pues, si estas tierras están ociosas o si, en efecto, son improductivas para ellos “…sí serían productivas con un alto nivel de inversión o de conocimientos que traiga un nuevo comprador (…) Esa misma tierra vendida en grandes lotes traería tecnología de la que se beneficiaría también el comunero…”
Asimismo, también quiere vender los recursos mineros que aun quedan y se lamenta que solo una décima parte esté en manos de los inversionistas de la gran minería capitalista “…porque aquí todavía discutimos si la técnica minera destruye el medio ambiente, lo que es un tema del siglo pasado, claro que antes lo destruía y los problemas ambientales de hoy son básicamente por las minas de ayer, pero en la actualidad las minas conviven con las ciudades sin que existan problemas y en todo caso eso depende de lo estricto que sea el Estado en la exigencia tecnológica a las empresas mineras y en negociar mayor participación económica y laboral para los departamentos donde estén las minas”. De igual manera, se lamenta que los recursos petrolíferos no se hayan entregado totalmente a la explotación voraz de las transnacionales y siga “…bajo tierra mientras se paga en el mundo US $90 por cada barril (de petróleo)”.
No contento con que se deba vender los suelos y subsuelos, también deplora de que todavía no se hayan vendido los recursos hídricos de nuestra patria. Señala que Japón come cinco veces más pescado que nosotros gracias a que tiene desarrollado su maricultura y que, en el Perú, por desidia de los pescadores artesanales de las caletas, no se haya vendido en lotes el Mar de Grau para la crianza artificial de peces y mariscos. Dice, asimismo, que se aprovecha casi nada los 800,000 millones de metros cúbicos de los ríos que bien podría destinarse a generar energía limpia y barata. “Grandes centrales eléctricas hechas sobre el Marañón y en las caídas del bajo Urubamba, nos permitirán vender energía a Ecuador, Colombia, Chile, Brasil. Pero eso tienen que hacerlo grandes capitales privados o internacionales que necesitan una seguridad de muy largo plazo para invertir miles de millones y para poder recuperar sus inversiones”.
¿Quedaría algo mas por vender? Bueno, no sé... quizá ¿los aires peruanos? Pero lo que si sé, con certeza, es que tenemos (los peruanos) un mandatario que se ha vendido a los intereses de los grupos de poder económico interno y a las transnacionales imperialistas. Solo así se podría entender como los países desarrollados del Primer Mundo protegen sus riquezas estratégicas mientras que en el Perú se quiere hacer todo lo contrario. Ni siquiera Chile, que es tomado por las élites de poder como el modelo de despegue económico en la región, vendería sus recursos cupríferos a las transnacionales. Pero, en fin, todo se puede esperar de este régimen aprista -y en particular del doctor Alan García- que ayer fue el promotor de un Estado reformado y ahora se define como el más sagaz defensor de un Estado ultra conservador y neoliberal al servicio de intereses ajenos.
1 comentario:
Es lamentable lo que nos compartes, estimado Humberto, y más lamentable es aún comprobar que la historia se repite a lo largo y ancho del continente nuestro no solamente por decisiones de hombres abiertamente serviles al capitalismo, como García, Uribe y Calderón; sino también por mandatarios supuestamente de izquierdas. El asunto de fondo, creemos, es cuándo estaremos los pueblos listos para tomar y llevar a cabo la decisión final de tomar en nuestras manos el destino de nuestra Patria Grande; cuándo entenderemos que ser ciudadanos de primera no es solamente contar con supuestos procesos electorales confiables y limpios (de lo cual aún estamos muy lejos) sino de hacer que quien arriba mande "mande obedeciendo". Hay tanto por hacer, estimado. Saludos y gracias por la colaboración.
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