México, 1968, 2018, da igual; la Patria, ese ente que… bueno, todo ése choro mareador y retórico que ya ustedes leyeron en el post anterior… entre el 27 de agosto y el 1 de septiembre, día del informe de gobierno, la represión se ceba en los estudiantes y se extiende contra todo aquél que ande cerca. Al estilo que luego imitaran Calderón y Peña Nieto, Díaz Ordaz dará el 4º Informe de su administración en medio de un gran despliegue policiaco y militar; hablará, refiriéndose al conflicto, de quienes tienen “el fin desprestigiar a México aprovechando la enorme difusión que habrán de tener […] los Juegos Olímpicos”, del orgullo que “provincianamente y candorosamente [se tenía] de que, en un mundo de disturbios juveniles, México fuera un islote intocado” o de que “jurídicamente no hubo violación a la autonomía universitaria”.
Las perlas, o al menos algunas de ellas, serían aquello de que no admitía la existencia de presos políticos porque “preso político es quien está privado de su libertad exclusivamente por sus ideas políticas, sin haber cometido delito alguno”; la afirmación de que se había llegado “al libertinaje en el uso de todos los medios de expresión y difusión [cuando] se ha disfrutado de amplísimas libertades y garantías para hacer manifestaciones”; la amenaza nada velada de que, según lo dispuesto en el artículo 89 constitucional, ejercería la facultad de “disponer de la totalidad de la fuerza armada […] para la seguridad interior y defensa exterior de la Federación”, y de que “el verdadero fondo del problema” radicaba en la urgencia de una “profunda reforma educacional”… ¿le suena parecido a algo?.. Justo un mes atrás, en Guadalajara, Jalisco, Díaz Ordaz había declarado aquello de “una mano está tendida”; 30 días más tarde la mano portaba un garrote que sostenían las centrales obreras y campesinas ligadas al PRI, los legisladores de dicho instituto (hoy autodeclarado socialdemócrata) y los gobiernos de los estados.
La respuesta, por parte tanto del Consejo Nacional de Huelga como de la Coalición de Profesores de Enseñanza Media y Superior Pro Libertades Democráticas, no se haría esperar; el CNH, por un lado, contestaría que el movimiento “ no es una algarada estudiantil más, esto debe comprenderse muy bien por quienes se obstinan en querer ajustar sus nuevas realidades a los viejos sistemas obsoletos de su ‘revolución mexicana’, y de su ‘régimen constitucional’, de su ‘sistema de garantías’ y otros concpetos vacíos, engañosos, de contenido opuesto a lo que expresan”. La Coalición de Profesores, por el otro, declararía que no es válida la definición de “preso político” esgrimida por Díaz Ordaz, pues “preso político es aquella persona que esté privada de su libertad por sustentar ideas políticas contrarias al régimen y actuar en consecuencia, pero a la que, en virtud de que esto no puede perseguirse constitucionalmente, y para satisfacer el procedimiento judicial, en realidad ilegal, se le acusa formal pero ficticiamente de delitos políticos y comunes”; señaló, además, que el presidente falseaba lo que el movimiento pretendía al pedir la derogación de los artículos 145 y 145 bis del Código Penal, y que, “como en múltiples ocasiones a través de nuestra historia, nuevamente se llega a señalar, como factor determinante de los desequilibrios y contradicciones a las deficiencias de la educación, evadiendo el hecho profundo de fallas en el sistema económico, político y social, que producen los grandes desequilibrios e injusticias sociales.”
Mientras, las fuerzas en pugna se radicalizaban: el movimiento se extendía a las facultades de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Nuevo León, la Escuela Normal de Matamoros, el Instituto Tecnológico de Coahuila, los planteles de enseñanza media y superior de Guerrero, la Facultad de Periodismo de la Universidad Veracruzana, las escuelas de Veracruz (Jalapa, el puerto de Veracruz, Córdoba, Coatzacoalcos y Minatitlán), la Universidad de Morelos, la Universidad de Sinaloa (por lo que el gobierno estatal le corta el subsidio) y el Tecnológico Regional de Sinaloa; las brigadas relámpago se multiplicaban en todo el Distrito Federal y no sólo ya en su área metropolitana; y el M.U.R.O. y la Coalición de Organizaciones para la Defensa de los Valores Nacional llevarían al cabo una manifestación de la Basílica de Guadalupe a la Plaza México (en el acto participarían los mismo estudiantes y boy scouts que campesinos del Bajío, llevando mantas con lemas como: “¡Viva Cristo Rey!” o “¡Patria Sí, Comunismo No!”).
(Con información de Cronología del movimiento estudiantil mexicano de 1968, de Consuelo González e imágenes de La gráfica del 68. Homenaje al Movimiento Estudiantil, editado por el Grupo MIRA).
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