Babel
De
la solidaridad con el zapatismo, el ataque de los bots de Peña y otras cosas
Javier
Hernández Alpízar
Hoy, 7 de julio, se realizó frente a las oficinas de Partido Verde en la ciudad de México una jornada de protesta contra las agresiones paramilitares a las bases de apoyo zapatistas (BAEZ) en La Garrucha y en el municipio autónomo Francisco Villa, en Chiapas. La convocatoria fue lanzada por la Coordinadora de la Sexta en el Valle de México, en respuesta a la política contrainsurgente paramilitar del gobierno federal priista y el estatal de la coalición Partido Verde-PRI, continuación de la contrainsurgencia del gobierno de la coalición lópezobradorista PRD- PT- Convergencia (hoy Movimiento Ciudadano) y los gobiernos estatales anteriores: alianza PRD –PAN y gobiernos priistas. La experiencia de la continuidad de la contrainsurgencia bajo gobiernos de todo el espectro político, derechas e izquierdas, en Chiapas, es una de las razones por las que los zapatistas han roto con toda la clase gobernante, todos los partidos políticos electorales y toda la clase política y en el poder. Donde por clase política no sólo entienden a los políticos, sino también a los empresarios, líderes de opinión (sintomática la apología hecha por AMLO, Noroña, Braulio Peralta y Pedro Miguel, del vocero del PRI más represivo de los 60, 70 y 80, Zabludovsky), alto clero y ejército, líderes de ONG (tipo Miranda Wallace) y demás empoderados sujetos con influencia por el dinero o por el poder.
Además de las agresiones a las comunidades, que van desde asesinatos como el perpetrado por paramilitares de la CIOAC H contra el votán Galeano, a los desplazamientos forzados de población indígena, las agresiones (asesinato por paramilitares de un integrante de Las Abejas, agresiones reactivadas después de que la SCJN liberó a paramilitares participantes de la masacre de Acteal que estaban presos, paramilitares que fueron defendidos mediáticamente por Aguilar Camín) y los reiterados intentos de arrebatar a las bases zapatistas sus tierras, estos graves hechos ocurren en un contexto de agresiones a todas las resistencias, especialmente aquellas que defienden tierra y territorio por todo el país, pero sobre todo en las zonas donde resisten comunidades indígenas y campesinas. En estos momentos son atacados por granaderos pobladores de Xochicuautla que resisten a la autopista Toluca- Naucalpan. Además de las desapariciones, como la de los 43 normalistas en Iguala, Guerrero, y detenciones arbitrarias como las ocurridas ayer en la ciudad de México, donde se criminaliza la solidaridad con los presos políticos mantenidos en reclusión por el GDF-PRD. Ya liberaron a los cuatro detenidos ayer, pero para ello los extorsionaron con altas fianzas. Alguno de ellos es integrante de Radio Zapote, un medio libre, pero los medios de masas solamente visibilizan las agresiones de los trabajadores de sus empresas, y a veces ni eso. Los y las jóvenes son objeto de brutalidad parapolicial como en Xalapa, detenciones y tortura como en Puebla y el DF y criminalización y persecución por todas partes.
Asimismo, desde hace días, bots del gobierno federal probaron a saturar los hashtags en Twitter #EZLN, #Zapatistas, con falsos posteos en japonés hechos desde cuentas cuya imágenes son de mangas japonesas. Precisamente hoy que fue el mitin en protesta contra los paramilitares del Partido Verde (casi todos los partidos han tenido sus paramilitares PFCRN, PRI, PRD, luego parte de las redes de AMLO, y ahora el Verde, además de organizaciones cooptadas como la CIOAC) el ataque a esos hashtags funcionó nuevamente.
Las agresiones a los pueblos zapatistas ocurren después de que fueron anfitriones de una reunión de debate sobre el futuro del país: el seminario de pensamiento crítico frente a la hidra capitalista, y mientras el zapatismo mantiene su posición de resistencia y autonomía anticapitalistas, e iniciativas como la Escuelita Zapatista y la Sexta, que precisamente por estas fecha cumple 10 años (pues fue publicada en 2005).
Después de que en 2005 y 2006 fuera tan polémica la ruptura del EZLN con la izquierda parlamentaria, por haber traicionado lo Acuerdos de San Andrés y formado filas en la contrainsurgencia antizapatista desde sus espacios de poder como escaños en el Congreso de la Unión y gobiernos estatales y municipales en Chiapas y otros estados, el tiempo ha ido dando la razón a los zapatistas: el PRD se ha ido desprestigiando cada vez más por subordinarse y aun hacerse cargo del trabajo sucio para gobiernos de la derecha priista (sobre todo los más recientes de Ebrard y Mancera, que reprimieron a quienes protestaban por la toma de posesión de Peña, violencia de Estado que trajo como consecuencia la muerte de Kuykendall, un teatrista, militante de la Sexta). La izquierda se ha dividido entre varios partidos que antes unía la ambición de poder y ahora fragmenta la misma ambición, el PT (fundado por maoístas salinistas) está a punto de perder el registro y Morena, la franquicia electoral de AMLO, se dedica a competirle votos a sus otrora compañeros de partido en el PRD (y ahora sí los critican, tanto como antes atacaban la crítica a ese partido y sus corruptos líderes). Movimiento Ciudadano sigue su vocación de priismo fuera del PRI. La izquierda electoral sigue postulando principalmente a personas de trayectoria priista como Ricardo Monreal y Layda Sansores. El GDF ha empollado el huevo de la serpiente que los zapatistas señalaban desde 2005 y hoy el fascismo hecho gobierno perredista criminaliza a las víctimas y a los solidarios. La violencia en el país no da respiro a la población, sobre todo a quienes luchan por sus derechos, y no hay excepción en los gobiernos, derechas e izquierdas están involucrados en distintos grados y formas de represión: la derecha priista desaparece y asesina (como lo hizo por dos sexenios la panista), la izquierda nada más deja impunes a los represores y hace una represión de “baja intensidad”: prisión política, tortura, tentativas de desaparición, espionaje de anarquistas, criminalización de la protesta desde sus voceros y medios como Carmen Aristegui (desencapuchadora de “agresores” de la policía) y La Jornada, donde ha publicado como articulista EPN y cuya línea editorial hoy se divide entre el lópezobradorismo que la domina hace sexenios y los nuevos embutes priistas.
La decrepitud de la izquierda electoral, cuyas fotos de su líder fetiche con caciques corruptos hechos candidatos en Chiapas, Guerrero, DF, Tabasco, etcétera son apenas el síntoma, contrastan con la resistencia zapatista que sigue proponiendo alternativas de organización, de vida y de lucha y dando la mano a los padres de de los normalistas de Ayotzinapa y no a Aguirre y Abarca, como hizo en su momento el líder fetiche de la nueva franquicia electoral.
Con la complicidad de esa izquierda parlamentaria que se opone en detalles pero no cuestiona el sistema capitalista y ni siquiera el modelo neoliberal, reduciéndolo todo a una cuestión de moral de los gobernantes (honestidad y austeridad), por la que no se distinguen tampoco sus dirigentes, la derecha priista y panista gobierna un sexenio tras otro, destrozando el país, aterrorizando y diezmando a la población, y usa a la izquierda para el control de daños y la contención de la protesta dentro de los cauces tolerables (no romper ni un cristal), además de servirle para contrastarla con la izquierda de abajo, esa sí mal portada, “ultra” y perfectamente reprimible.
Los análisis de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona muestran todavía vigencia y los zapatistas alientan a seguir el debate: ahora publicarán en libros las ponencias del seminario anticapitalista. En contraste, el gobierno federal priista cree que con bots e Twitter puede bloquear el aliento de la lucha zapatista, el mito de la “guerrilla de internet” engaña a sus creadores y a los detractores del zapatismo desde la izquierda electorera que han repetido las mentiras de la derecha y ahora reciben sus embutes en su principal órgano informativo.
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