2 de mayo de 2016

#LaOtraCampaña10Años Ya llegamos / IV :: ipn, unam, uam-x... y un pilón: las otras escuelas de teatro.


Publicado en La Otra Chilanga el 2 de mayo de 2006.

Las otras escuelas de teatro *
Sebastián López.

A las escuelas, decía Nicolás Núñez, sumo pontífice del teatro antropocósmico, más que respetarlas hay que tomarlas por asalto, recoger lo bueno y salir huyendo. Quince años después, en torno a la situación que padece la red de teatros del IMSS, Fernando De Ita exponía desde la comodidad de su púlpito como crítico teatral que lo que habría de hacerse era "tomar los teatros abiertos y cerrados del sistema de seguridad social. Ahora es cuando --decía el Rayo de Apán-- la formación del CUT [...] y demás escuelas de actuación [debería servir] para algo [y] ponerla al servicios de la sociedad y del teatro".

Las doctrinales aseveraciones de Núñez y De Ita trazan de algún modo los límites que enmarcan las aspiraciones de cientos de jóvenes que año con año ingresan de alguna de las más de veinte carreras teatrales técnicas, en diplomado o de licenciatura del país: sumarse al mercado de cuerpos y rostros que administran los apologistas de los medios electrónicos de dizque comunicación o transitar los caminos a que conduce la terquedad de llevar a cabo proyectos personales que involucren lo mejor de nosotros mismos... aún a pesar de nosotros mismos.

Dejando de lado (por el momento) interrogaciones como qué va a hacer este país con tantos jóvenes que anualmente terminan su educación teatral profesional o si este país necesita a todos estos jóvenes graduándose de carreras teatrales, o de plano si tienen alguna utilidad las escuelas de teatro para este país, cabría preguntarse qué papel juega cada uno de estos centros y escuelas en la danza teatral que, parafraseando a Emilio Carballido, sueña este país (suponiendo, insistimos, que la sueñe).

De que el Teatro, como las demás artes y ciencias, es importante, necesario y útil parece que no hay duda. Pero su utilidad, conviene aclarar, no es como aquella en la que piensan los funcionarios disfuncionales de las administraciones gubernamentales o los empresarios e industriales con quienes esos mismos funcionarios negocian el futuro nuestro; porque ni la utilidad, ni la necesidad, ni la importancia del Teatro pueden medirse en cuadros estadísticos de pérdidas y ganancias cual si fuera una suerte de balanza comercial. El Teatro no es, pues, una pieza de consumo, sino un derecho de la humanidad; pero, más que estar fundado en el derecho a la libre expresión de quienes lo hacemos (que lo está), el Teatro es sobre todo un derecho social, colectivo, como los derechos de los pueblos indios y muchos otros también, y su utilidad, su necesidad y su importancia radican en significarse una trinchera desde la cual la humanidad entera puede hacer frente al pensamiento y el accionar únicos de quienes han firmado ya su acta de defunción desde los centros mundiales del poder político, económico, militar y cultural de eso que conocemos como capitalismo.

Así las cosas, al Teatro sí pueden serle útiles, importantes y necesarias aquellas escuelas y centros de formación teatral que tengan claro su papel social (el del Teatro y el de ellas mismas); aquellas que no, serán útiles al sistema que desde ya las usa para cerrar aún más el cerco que se cierne sobre la imaginación y la inteligencia humanas; pero no al Teatro.

Hace tiempo, una convocatoria para inscribirse al Centro Universitario de Teatro de la UNAM rezaba que "el actor sólo puede llegar a ser pieza fundamental del fenómeno escénico si a partir del ejercicio de sí mismo como instrumento creador también es capaz de formular marcos teóricos que ofrezcan una visión crítica de su realidad social". Para un actor así es necesaria una escuela igual, que piense no en la preparación del actor o en la enseñanza de la actuación como quien entrena a un perrito a rodar sobre el césped y a no cagarse en los sillones; sino, como dijera Humberto Proaño (que no por nada fue amigo del padre de Dení Prieto Stock), en guiar al actor a que descubra por sí mismo y desenvuelva las capacidades artísticas y las calidades humanas que posea, al mismo tiempo que se le invita a reconocerse heredero de una cultura y una historia universal que necesariamente ha influido la historia de su propio quehacer artístico; es decir, la historia de su resistencia.

Hoy, un hoy que nosotros vemos no sólo en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, pero que en ella se refuerza y define, la teoría y la praxis zapatistas nos invitan y provocan a esto mismo: mirar la historia de las resistencias nuestras de cada día, sumándola a la historia de las y los demás; pero no un "las y los demás" cualesquiera, sino un "las y los demás" que abajo y a la izquierda se encuentran.

Quiero despedirme, por ende, con una paráfrasis a un texto que se le adjudica a Bertolt Brecht y que hemos usado en otros materiales: primero fueron por los campesinos y reformaron el artículo 27 constitucional, pero como nosotros no trabajamos la tierra poco nos importó; luego hicieron modificaciones a la ley del Seguro Social y así siguen atentando contra legislaciones laborales, pero como nosotros no somos obreros tampoco nos importó; después elaboraron sendas leyes para militarizar y policializar el país, pero como en lugar de ciudadanos nos sentimos entes elegidos por los dioses, apenas (a penas) y dijimos algo; enseguida aprobaron una ley indígena vergonzante, pero como nosotros somos más entenados del spanglish que de cualquiera de las lenguas indígenas (incluyendo el español mexicano) ni siquiera nos indignó; ahora ya vienen decididamente por nosotros intentando cobrar el IVA en libros y colegiaturas, aprobando la aplicación del Impuesto Sobre la Renta a los Derechos de Autor, queriendo dar fin a los comodatos de los teatros del IMSS para convertirlos en estacionamientos, reformando las leyes en materia de radio y televisión, o de patrimonio cultural tangible e intangible, para dejar nuestros recursos culturales en manos de unos cuantos, y tecnificando la educación superior con la apuesta de desaparecer aquellas carreras que tengan que ver con el arte y la cultura... ¿será demasiado tarde?. Nosotros decimos que no... pues ha llegado la hora sexta.



[la otra uam]

* Texto que se pretendía hacer público en la reunión de adherentes celebrada en la UAM-X; lo que no sucedió porque cuando llegamos (demasiado tarde) ya habían pasado tod@s l@s demás oradores y le tocaba su turno al Sup.

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