San Luis Potosí, SLP. Recio, como sus manos de campo que asoman de la raída chamarra azul, Delfino Cruz pacta hacer la próxima revolución de México, para crear una nueva Constitución e instituir un régimen basado en la autonomía.
Para este trato -que “echa” con el subcomandante insurgente Marcos, del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)-, el viejo no necesita hablar, estrechar manos, firmar papeles, tener testigos o, siquiera, abandonar su asiento improvisado en el basamento de
Con sus más de 60 años a cuestas, sus bronquios asmáticos y la ausencia de su oído derecho, Delfino asiente con la cabeza cuando el subcomandante Marcos propone derrocar al sistema capitalista.
El hombre, que en su juventud fue campesino, no está aquí por casualidad: es uno de los más de 20 millones de mexicanos que viven en extrema pobreza. Y es a él a quien habla el delegado Zero cuando dice que en la colonia Primero de Mayo -donde se avecinda Delfino- está el apetitoso botín de los fraccionadores.
Sin importar su derredor, el domingo 5 de noviembre el viejo alza su voz, casi como un grito, para certificar las palabras de Marcos: “Es cierto. Esos fraccionadores despojan nuestras casas”.
Al siguiente día -cuando concluye el primero de dos acercamientos con adherentes y simpatizantes de
“Lo que estamos viendo es que es como una guerra de conquista, pero como en las guerras de conquista hay núcleos de resistencia que están en todo el país, pero no los conocíamos, y lo que ha hecho
En el pueblo minero de Charcas, el delegado Zero dice que
Otro gobierno que debe caer es el del priísta Ulises Ruiz, advierte el subcomandante Marcos durante su paso no sólo por San Luis Potosí, sino también por Chihuahua, Durango y Zacatecas; mientras reivindica y apoya -con movilizaciones pacíficas- la lucha de
Y es que un día después de la represión ejecutada por
Por ello, dice, “ninguna persona honesta puede permanecer en silencio e inmóvil mientras todo un pueblo, mayoritariamente indígena, es asesinado, golpeado y encarcelado. Los zapatistas no callaremos y nos movilizaremos en apoyo al pueblo hermano y compañero de Oaxaca”.
Y es el 1 de noviembre cuando cierra simbólicamente el puente internacional de Ciudad Juárez, Chihuahua. En medio de una tolvanera -provocada por un helicóptero del departamento de policía estadounidense, cuyo sobrevuelo llega incluso al territorio mexicano- el subcomandante del EZLN dice que “hemos llegado hasta acá para decirle a Oaxaca que no está sola; para decirle que Chihuahua, que Juárez, El Paso, que todo el país y Texas también están con su lucha”.
Sobre la provocación de las autoridades norteamericanas, el delegado Zero ironiza que quizá, “como estamos en Chihuahua, recordaron cuando mi general (Francisco) Villa fue y se les metió -antes de las torres gemelas- a Columbus”.
La revolución de abajo
Los disturbios sociales de Oaxaca no son la única herencia que recibe la administración de Felipe Calderón Hinojosa. Tras su recorrido por los cinturones de pobreza y las zonas más conflictivas de 29 de los 32 estados que conforman
Entre los mayores descontentos sobresale el despojo de la tierra a través del Programa de Certificación de Derechos Parcelarios y Titulación de Solares Urbanos (Procede), que ha servido para enajenar la propiedad ejidal; problema similar al que produjeron las leyes de reforma -hechas por Benito Juárez- que originaron la concentración latifundista de la propiedad agraria de las comunidades indias.
Así, como en la época del porfiriato cuando las compañías deslindadoras arrebataron la tierra comunal a poblados enteros, los campesinos e indígenas del foxismo neoliberal han sido transformados en peones de los “neoterratenientes”.
Para el delegado Zero, uno de los puntos neurálgicos de México es la propiedad del territorio y su transformación en mercancía: “la tierra, vista con todo su entorno -agua, aire, recursos- es amenazada por las leyes que la convierten en mercancía. Por eso el Procede, la ley del agua, la ley del bosque, son las leyes del despojo”.
Agrega que esos recursos tan codiciados por los grandes intereses capitalistas están, sobre todo, en territorio indígena. Y es que el despojo no sólo está en Chiapas, sino también en el norte del país.
En
En Sisoguichi los indios enseñan su lucha, que es por los recursos de su territorio y su territorio mismo: “Los problemas que más se sienten son los de la tierra. Estamos luchando para que los rarámuri tengamos tierra y para que ya no nos corten los árboles ni nos contaminen nuestra agua”, explican.
En el ejido indio,
Otro ejemplo del despojo es el caso de la comarca lagunera. En Gómez Palacio, Durango, ejidatarios y campesinos acusan la concentración de los derechos del agua en manos de 30 familias ganaderas -dedicadas sobre todo a la producción de leche- que, con el consentimiento de
Por ello,
Además, del ejido Cedazo, San Luis Potosí -donde, a consecuencia del Procede, la tierra comunal está amenazada de embargo por la “banca de desarrollo” Banrural-. Del aguerrido ejido Héroes de
Estas son las condiciones de las que habla el subcomandante Marcos, quien -al igual que Ricardo Flores Magón, a través del Partido Liberal, lanzó en 1906 su programa para derrocar la dictadura de Porfirio Díaz y realizar una serie de reformas sociales y políticas- llama a Delfino y a ese México de abajo a la insurrección nacional.
“Como quiera, esto va a reventar, porque no le vemos otra salida”, advierte; pero especifica que a diferencia de 1910, ahora el movimiento será civil y pacífico: “No se trata de tomar las armas, porque no nos sale la cuenta. Y si se va a morir alguien, que se muera el rico, por qué nos vamos a morir nosotros, por qué tiene que ser el pobre el que se tenga que morir, ya estuvo bueno de eso”.
Y es por eso mismo que Delfino, y el México de abajo, asiente con decisión la cabeza, en señal del pacto que ya “echa” con
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