27 de julio de 2007

PÁNICO E-SCÉNICO :: Estirpe republicana.

Publicado en Reforma, Sección Cultura, el 20 de julio del 2007.

José Ramón Enríquez

El gran teatro español no tuvo la suerte que merecía en el exilio

Uno de los espacios que conformarán la ampliación del Centro Cultural de España en México, en la calle Guatemala, será teatral. La noticia, además de ser espléndida porque llevará teatro a una zona abandonada por él hace ya muchas décadas, no deja de ser simbólica. Tal vez la manifestación artística que más sufrió por el golpe de Estado y la posterior dictadura franquista fue precisamente el teatro. Desde la muerte de Valle Inclán y el asesinato de Lorca en el 36, hasta la muerte del dictador en el 75, el buen teatro quedó silenciado y las grandes propuestas prácticamente degolladas en sus mismas cunas.

Apariciones heroicas pero esporádicas como la de Buero Vallejo y su Historia de una escalera, a mediados de los cuarenta, apenas lograron burlar la censura, y la voluntad férrea de Alfonso Sastre, por ejemplo, se conoció más por los manifiestos en revistas casi clandestinas que por su acceso a los escenarios.

Tampoco el gran teatro español tuvo la suerte que merecía durante el exilio, salvo Casona, con sus propuestas más pedagógicas que estéticas. Pero, en México, ni Bergamín ni Max Aub, por nombrar sólo algunos, lograron recuperar la estafeta vanguardista con que ellos mismos corrían en la escena española. La gran generosidad mexicana hacia el exilio, por alguna razón que deberá estudiarse, no lo fue tanto con la dramaturgia del exilio.

Bienvenido, pues, el teatro en el Centro Cultural de España, en pleno corazón de la capital de un país que desde hace setenta años abrió sus brazos al exilio republicano. Como bienvenido ha sido por prácticamente todos el presidente del Gobierno español, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, de estirpe republicana indiscutible. Hubo quienes no lo consideraron bienvenido, como el radical recién converso Gustavo Iruegas, canciller del gobierno legítimo lopezobradorista. Pero apenas para la nota chusca nacional quedará el slogan que muy pocos corearon, aunque será útil al neofranquista Mariano Rajoy en las próximas elecciones españolas: “Zapatero, Zapatero, regresa a tu agujero”.

Si el momento más inmediatamente emotivo fue el encuentro del presidente español con los Niños de Morelia, el año en que se cumplen siete décadas de su salida de España y su arribo a México, el momento de emoción más trascendental lo constituyo el hallazgo por la Filmoteca de la UNAM precisamente de la llegada de esos mismos niños, por tren, a la Ciudad de México y a la Estación Colonia. La emoción con que Francisco Gaytán narró el hallazgo para la versión en red de El Universal y la glosa que hace de esos niños Iván Trujillo, el espléndido director con que cuenta la filmoteca, que levantan el puño al ser filmados como lo estaban levantando sus padres en una España trágica que, finalmente, caería víctima de los totalitarismos internacionales y del cinismo de las democracias.

Zapatero tuvo el buen tino de citar al primer presidente de la República Española en el Exilio, don Diego Martínez Barrios, y reconocer con ello la legalidad histórica que salió de España tras la guerra y que nunca acompañó al dictador. La nota de Reforma del 17 de julio apuntaba: “El gobernante parafraseó a Diego Martínez Barrio, que aseguraba que los inmigrados amaban a México con el cauteloso y violento amor con el que aman su país, sin distinguir entre uno y otro”.

Pero en esta ocasión, la UNAM no sólo estuvo presente por el hallazgo histórico de su filmoteca. También lo estuvo al entregar el Rector Juan Ramón de la Fuente al Rodríguez Zapatero, la Medalla Isidro Fabela que le otorgara el Consejo Técnico de la Facultad de Derecho, por unanimidad y a propuesta de su director, el Doctor Fernando Serrano Migallón.

En el Colegio de San Ildefonso, Zapatero expresó: “Acepto pensando en las transterrados, en los hombres y mujeres que sufrieron el exilio, leales a sus ideales”. Y aseguró, más allá del guión: “Comprenderán que me sienta muy honrado, abrumado, en realidad, con que trate de reconocerse, con la entrega de esta medalla, mi contribución, mi modesta contribución, a la defensa del derecho, la igualdad y la justicia entre los pueblos y estados”.

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