Mi amiga Bárbara, de la que ya he escrito aquí varias veces, escribe hoy el El Periódico una preciosa carta sobre el juicio que, sin duda, vale mucho más la pena que mi apunte. Leedla y, sólo si tenéis tiempo, leed después mi texto.
Desde la mañana del 11 de marzo de 2004 hasta hoy mismo, fecha de la aparición de la sentencia del 11-M, se ha ido engrosando la lista de personajes que han intentado sacar tajada política, económica, empresarial y profesional de la matanza de aquella mañana. Ha sido un juego muy rentable y, observado con la suficiente perspectiva, grotesco. Muchos han visto cómo sus mentiras, sus inventos contorsionistas elevaban la tirada de sus periódicos, la audiencia de sus cadenas de radio, el peso de la dirección de tal asociación, las subvenciones cobradas por tal otra asociación creada desde un gobierno autonómico y permitía mantenerse en cargos políticos que, tras la gestión de los atentados y la derrota electoral de día 14 de marzo, hubieran debido retirarse de la vida pública. Lo han conseguido jugando a la teoría de la conspiración.
El juego habría tenido su gracia si no hubieran estado en juego los sentimientos de los cientos de víctimas a cuyo lado supuestamente está todo dios. Pues en esta bromita no ha importado lo más mínimo reírse de la memoria de los 192 muertos ni de los heridos. La AVT tiene en su página web un listado de víctimas del terrorismo en el que se señala qué organización asesinó a cada víctima: en las de marzo de 2004 sigue apareciendo todavía una serie de interrogantes, dando a entender que todavía hay dudas sobre la intervención de ETA (o del PSOE, del gobierno francés, del gobierno marroquí,... las imbecilidades expuestas han sido variadas): en la lista, por supuesto, no aparece Ángel Berrueta (1). No creo que la sentencia de hoy haga que sustituyan los interrogantes, pues sólo les importa lo que les es rentable.
Como los yoghurts, los macabros bromistas de la teoría de la conspiración tienen su fecha de caducidad. Hoy es el día que expira el producto. Nuestra sociedad no puede sentirse limpia si una serie de personajes rastreros que se han forrado a base de envenenar la convivencia con pueriles inventos riéndose de las víctimas siguen en el escenario público. Es hora de que se retiren, dejen paso a gentes que no tengan sobre sí el repugnante peso de haber jugado con el 11-M a las conspiraciones, y se busquen un trabajo que tenga la menor relación con lo colectivo posible. Están manchados y no parece que vayan a pedir perdón. Algunos, como Acebes y Zaplana, que dicen estos días que nunca han apoyado teoría de la conspiración alguna, han optado por seguir mostrando que piensan que a ellos sólo les escuchan imbéciles.
Los productos caducados deben ser arrojados a la bolsa de la basura. El camión de la basura se los lleva y nunca más sabemos de aquel producto.
Si la sociedad tiene algún tipo de basurero, a él deben ser arrojados José María Aznar López, Mariano Rajoy Brey, Eduardo Zaplana (actual portavoz parlamentario del PP y portavoz del Gobierno el 11 de marzo de 2004), Ángel Acebes, Fraga, Pedro J. Ramírez, Federico Jiménez Losantos, Carmen Tomás, Pío Moa, Luis del Pino, Casimiro García Abadillo, Esperanza Aguirre Gil de Biedma, Jaime Ignacio del Burgo, Alicia Castro, Ignacio Astarloa, Vicente Martínez Pujalte, Díaz de Mera, Francisco José Alcaraz...
Estoy seguro de que me dejo a decenas de personas que han hecho uno u otro tipo de caja con la mentira, la manipulación, la injuria y la generación de odio. No están todos los que son. Pero todos los que están caducan hoy.
Los productos caducados tienen su lugar: el estercolero. Pues la podredumbre, o se aísla o se expande.
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(1) El listado citado aparece aquí.
1 comentario:
Ha llegado la hora, sí. Poco a poco estos miserables deberán ser desechados, pero no podemos esperar a que otras, a que otros, lo hagan. De no irlo haciendo nosotr@s mism@s; de no quitar la manzana podrida, se expenderá.
Leí la carta de Bárbara; no hay palabras suficientes para expresar la rabia y la tristeza que su palabra convoca.
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