Uribe 'dinamitó' el proceso

Desde hace seis días, la mayoría de periodistas en Colombia y algunos del exterior no hemos tenido un momento de tranquilidad.

El anuncio de la guerrilla de las Farc, de liberar a tres secuestrados y el operativo con presencia internacional liderado por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, nos mantuvo en una constante tensión, tanto por la alegría que sentiríamos como cualquier colombiano al ver a los secuestrados de nuevo con sus familias, como por la necesidad de informar, de narrar lo que sucede.

Dos golpes bajos.

El primero fue el anuncio de las Farc, al decir que no han podido continuar con el propósito de liberar a Clara Rojas, su hijo Emmanuel y a la ex congresista Consuelo González por supuestos operativos militares en la zona. Allí, Chávez intervino y pidió al gobierno colombiano colaborar con cese de operaciones militares para llevar a buen término el operativo.

Pero, sin duda, el anuncio que hiciera el presidente Álvaro Uribe Vélez, lanzando una hipótesis que plantea que Emmanuel, el hijo de Clara Rojas no está con las Farc sino en el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, creó una mayor confusión y ahora el proceso parece que nunca hubiese empezado.

Razón tiene Hugo Chávez de decir que Uribe quiso dinamitar el proceso. En efecto, lo hizo, porque inmediatamente la comisión internacional regresó a sus países de origen, los periodistas empacaron cámaras y los familiares quedaron de nuevo en el limbo.

Si la teoría del Gobierno acerca del paradero de Emmanuel es cierta, que ojalá fuese así, NO era razón para lanzarla cuando aún es un simple rumor. Pudieron concluir la etapa, realizando las pruebas genéticas correspondientes y, una vez con la certeza, ahora sí decirle al mundo que las Farc no podían entregar las coordenadas porque no tenían en su poder a Emmanuel, el hijo de Clara Rojas.

Pero como es costumbre, Uribe sintió que estaba perdiendo terreno y protagonismo en un caso tan importante como es la liberación de estos tres secuestrados y salió a gritar, vociferar y a condenar a las Farc, borrando de un totazo la labor paciente de Chávez, Piedad, Kirchner y todos los demás delegados internacionales.

Si hay algo que no deja dormir al inquilino de la Casa de Nariño, es que su homólogo venezolano logró internacionalizar un conflicto que él mismo se niega a reconocer. Entonces, tan pronto puede, invade todos los espacios para levantar la voz y repetir hasta quedar grabado en el subconsciente colectivo de los colombianos que aquí lo único que hay es un grupo disminuído de terroristas y que la única salida es por el camino de las armas.