En los años 1846-1847, durante la guerra de invasión de Estados Unidos a México, en la que a este último país se le robó más de la mitad de su territorio, se dió uno de los más hermosos ejemplos de internacionalismo y solidaridad entre los pueblos:Varios soldados, casi todos de origen irlandés, desertaron del ejército gringo y se unieron a las fuerzas mexicanas. A su unidad militar se le nombró El batallón de San Patricio, en honor del santo patrono de Irlanda.
Las razones de la deserción fueron muy obvias: México e Irlanda vivían -y viven- una historia muy similar: ambos tienen la mala suerte de ser vecinos de las potencias imperialistas más poderosas del mundo, Estados Unidos e Inglaterra, países protestantes que no han dudado en invadir continuamente a sus vecinos católicos para despojarles y controlarlos ("Tan lejos de Dios, tan cerca de los Estados Unidos", opinó alguien sobre México). Tambien a Irlanda le robaron la mitad de su territorio, y aún hoy continúa la guerra por la independencia de la parte de la isla que los ingleses no quieren regresar.
Precisamente de esas guerras de invasión inglesas, y de la hambruna causada por la plaga de la papa, huían los emigrantes irlandeses que se nacionalizaron gringos y acabaron luchando al lado del pueblo mexicano, al ver que este sufría la misma vejación de la que ellos huían, y que los altos mandos estadounidenses discriminaban y maltrataban a sus subalternos irlandeses y católicos...
Trágico fue el final del batallón:
Los pocos que formaban parte del ejército estadounidense antes de la invasión (su capitán, John Riley, entre ellos) fueron azotados y marcados con hierro candente en la cara, con la letra "D" de desertores, y sentenciados a trabajos forzados. Los demás soldados fueron ahorcados en masa como traidores, viendo de frente el sitio de la Batalla de Chapultepec el 13 de septiembre de 1847. Por orden del General Winfield Scott, fueron ejecutados precisamente en el momento en que la bandera de Estados Unidos reemplazó a la de México en lo alto de la ciudadela. Cuando la bandera alcanzó lo más alto del asta, se abrió la trampa del cadalso.
En Irlanda, en en el pueblo natal del capitán Riley, Clifden, en el condado Galway, cada 12 de septiembre se ondea la bandera mexicana y se hace una fiesta en memoria del batallón de San Patricio y de la solidaridad entre ambas naciones.
En México, con el gobierno actual vendido a los intereses del mercado estadounidense, se esconde e ignora este hecho histórico -ni siquiera es mencionado en los libros de texto-, que podía dar el mal ejemplo de unirse a la causa de otras naciones invadidas por los gringos, además de que recuerda a los mexicanos que los "buenos vecinos" no lo son tanto...
Aún así, en la plaza San Jacinto, en la colonia San Ángel, donde fueron las primeras 16 ejecuciones, se hace tambien cada año una ceremonia frente a una placa conmemorativa que tiene inscrita la lista de 71 mártires, 48 de ellos irlandeses y 13 alemanes...
Las razones de la deserción fueron muy obvias: México e Irlanda vivían -y viven- una historia muy similar: ambos tienen la mala suerte de ser vecinos de las potencias imperialistas más poderosas del mundo, Estados Unidos e Inglaterra, países protestantes que no han dudado en invadir continuamente a sus vecinos católicos para despojarles y controlarlos ("Tan lejos de Dios, tan cerca de los Estados Unidos", opinó alguien sobre México). Tambien a Irlanda le robaron la mitad de su territorio, y aún hoy continúa la guerra por la independencia de la parte de la isla que los ingleses no quieren regresar.
Precisamente de esas guerras de invasión inglesas, y de la hambruna causada por la plaga de la papa, huían los emigrantes irlandeses que se nacionalizaron gringos y acabaron luchando al lado del pueblo mexicano, al ver que este sufría la misma vejación de la que ellos huían, y que los altos mandos estadounidenses discriminaban y maltrataban a sus subalternos irlandeses y católicos...
Trágico fue el final del batallón:
Los pocos que formaban parte del ejército estadounidense antes de la invasión (su capitán, John Riley, entre ellos) fueron azotados y marcados con hierro candente en la cara, con la letra "D" de desertores, y sentenciados a trabajos forzados. Los demás soldados fueron ahorcados en masa como traidores, viendo de frente el sitio de la Batalla de Chapultepec el 13 de septiembre de 1847. Por orden del General Winfield Scott, fueron ejecutados precisamente en el momento en que la bandera de Estados Unidos reemplazó a la de México en lo alto de la ciudadela. Cuando la bandera alcanzó lo más alto del asta, se abrió la trampa del cadalso.
En Irlanda, en en el pueblo natal del capitán Riley, Clifden, en el condado Galway, cada 12 de septiembre se ondea la bandera mexicana y se hace una fiesta en memoria del batallón de San Patricio y de la solidaridad entre ambas naciones.
En México, con el gobierno actual vendido a los intereses del mercado estadounidense, se esconde e ignora este hecho histórico -ni siquiera es mencionado en los libros de texto-, que podía dar el mal ejemplo de unirse a la causa de otras naciones invadidas por los gringos, además de que recuerda a los mexicanos que los "buenos vecinos" no lo son tanto...
Aún así, en la plaza San Jacinto, en la colonia San Ángel, donde fueron las primeras 16 ejecuciones, se hace tambien cada año una ceremonia frente a una placa conmemorativa que tiene inscrita la lista de 71 mártires, 48 de ellos irlandeses y 13 alemanes...
Contra el olvido, estando cerca el 17 de marzo, día de San Patricio, va la siguiente historieta dedicada a esos guerreros ejemplares, realizada por Luis García, uno de los grandes dibujantes de la historieta española, y publicada en la revista Rambla en 1985:
(Para ver los detalles de alguna página, darle doble click o escoger la función "abrir vínculo en una nueva ventana" con la tecla derecha del ratón.)
1 comentario:
Que bueno que te alla gustado mi aportacion,espero sigas visitando mi blog, por cierto esta muy entretenidoel tuyo cuidate
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