Raúl Lugo Rodríguez
www.raulugo.indignacion.org.mx
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Esta semana se cumple un año del desplazamiento forzado, desde territorio
guatemalteco hasta la orilla de la frontera con México, de la Comunidad
Campesina en Resistencia “Nueva Esperanza”. Como he comentado ya en este mismo
espacio, la
comunidad de Nueva Esperanza, perteneciente al Municipio de la Libertad en el
Departamento de El Petén Guatemala, fue desalojada de manera violenta el 23 de
agosto de 2011. Desde entonces, sus habitantes han estado en una situación precaria
que representa una verdadera emergencia humanitaria y la situación, como es
fácil suponer, ha empeorado dramáticamente en el plazo de un año.
El desplazamiento forzado fue
documentado por la Misión Civil de Observación que, del 19 al 21 de octubre de
2011, se hizo presente en la comunidad para revisar el estado de cosas y hacer
pública la situación ante la opinión pública nacional e internacional.
Conflictos como el de Nueva Esperanza, que pueden contarse por decenas en el
vecino país, suelen pasar desapercibidos justamente por la condición de
vulnerabilidad a la que están sometidos los pueblos afectados.
Es por eso que las organizaciones que
visitaron la comunidad desplazada hace un año decidieron hacer una visita de
seguimiento al cumplirse un año del violento desalojo. El 3 de Agosto de 2012,
representantes de Indignación, el Centro PRO, CODEHUTAB, SERAPAZ, “La 72”, entre
otras organizaciones, se hicieron presentes en el Campamento en Resistencia para
documentar la situación actual y el estado del proceso de negociación que
llevan con el gobierno guatemalteco.
El panorama no es nada halagüeño: la
comunidad sigue careciendo de servicios básicos que garanticen condiciones
dignas de vida; las negociaciones para que se resuelva la situación de la falta
de acceso a tierras y la reubicación de las familias desalojadas no ha avanzado
por el incumplimiento de las promesas del Estado guatemalteco, y existen graves
violaciones a los derechos a la alimentación, la salud, la vivienda y la
educación, colocando en una situación de mayor vulnerabilidad a las niñas, a
los niños y a las mujeres embarazadas. Todo ello se enmarca en un contexto de
militarización de la frontera entre México y Guatemala.
Entre el primer informe de la Misión
Civil de Observación (puede verse el texto: “La frontera olvidada” en www.indignacion.org.mx) y esta segunda
visita de seguimiento, han ocurrido sucesos lamentables. El 9 de enero de 2012,
alrededor de las seis horas, se realizó un operativo en el que participaron
elementos de la Policía Federal, Ministerios Públicos de la Federación y
Policías Municipales, algunos elementos policiacos se encontraban vestidos de
civil y al mando de estas autoridades se encontraba una persona que se ostentó
como el Subdelegado Regional del Instituto Nacional de Migración.
Según testimonios, las autoridades
arribaron en camionetas y patrullas al campamento y comenzaron su
desmantelamiento con lujo de violencia. Al rechazar estas acciones y pedir
explicaciones, las y los habitantes del campamento comenzaron a ser detenidos.
70 personas (45 niñas y niños, 14 hombres y 11 mujeres) fueron desalojadas violentamente en el
operativo realizado por el Instituto Nacional de Migración. Su estatus no les
fue respetado cuando fueron capturados y lo cierto es que se les despojó de sus
papeles migratorios, visas temporales y visas fronterizas. Muchas de las
personas cruzaron la línea fronteriza hasta donde fueron perseguidos para ser
detenidas en territorio guatemalteco, por los elementos mexicanos que también
cruzaron la línea, incursionando
ilegalmente a este país. En medio del operativo, las autoridades se llevaron
los víveres y el maíz que la propia comunidad estaba cultivando para su consumo
mientras amenazaba con volver para desmantelar el campamento. Actualmente,
algunas personas víctimas de este desalojo forzado han vuelto al Campamento
Campesino en Resistencia Nueva Esperanza y otras permanecen en el albergue de
San Benito, en Guatemala.
La ayuda humanitaria que les ha sido
negada sistemáticamente por ambos gobiernos, el de Guatemala y el de México, la
situación de vulnerabilidad de los niños y niñas que permanecen en el
Campamento y el hostigamiento a los representantes de la comunidad en las
negociaciones con el gobierno guatemalteco y a los defensores y defensoras de
derechos humanos que, desde este lado de la frontera, acompañan a las y los
desplazados, terminan por configurar un panorama de alta conflictividad que
deriva en la violación de varios derechos fundamentales para los habitantes de
Nueva Esperanza.
Es por eso que la Misión de Observación
Civil, en esta visita de seguimiento, hará público un informe sobre la
situación actual de los desplazados, subrayando las violaciones a los derechos
humanos de las que son objeto y las responsabilidades evadidas por los
gobiernos de ambos países.
Este informe, sugerentemente titulado
“Los invisibles de la frontera olvidada”, se dará a conocer a la prensa
nacional e internacional el próximo lunes 27 de agosto, en el Distrito Federal
y podrá consultarse en los portales electrónicos de las organizaciones
involucradas inmediatamente después de su presentación a la prensa. Es un
conflicto, opinarán algunos, que no es de nuestra incumbencia, porque pertenece
a la agenda de un país vecino, que no es el nuestro. Hay quienes, sin embargo,
opinamos junto con san Ernesto de la Higuera que “sentir profundamente
cualquier injusticia cometida contra cualquier persona en cualquier parte del
mundo” es la cualidad más bella de un ser humano y que la solidaridad, sin
exclusiones ni fronteras, es la fórmula que tienen los pueblos de construir
otro mundo posible, en el que uno de los criterios de convivencia sea aprender
a ponernos en los zapatos del otro, asumir sus sufrimientos, buscar juntos
alternativas de resistencia.
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