6 de abril de 2016

Palestina, reconstruyendo tejidos rotos.

Por: Susana Norman / SubVersiones.

¿Quién que es abajo y a la izquierda puede permanecer callado? ¿Sirve decir algo? ¿Detienen alguna bomba nuestros gritos? Nuestra palabra, ¿salva la vida de algún niño palestino? (…) No sabemos ustedes, pero nosotros y nosotras, zapatistas del EZLN, sabemos lo importante que es, en medio de la destrucción y la muerte, escuchar unas palabras de aliento. No sé cómo explicarlo, pero resulta que sí, que las palabras desde lejos tal vez no alcanzan a detener una bomba, pero son como si se abriera una grieta en la negra habitación de la muerte y una lucecita se colara.
Por los hombres, mujeres, niños y ancianos del EZLN. Subcomandante Insurgente Marcos. México, 4 de enero 2009.
67 años han pasado desde aquel momento que los palestinos recuerdan como Al-Nakba, la catástrofe, en 1948, cuando la ocupación sionista de la Tierra Santa y la creación del Estado de Israel era un hecho consumido. Masacres como en Deir Yassin, Lydda y Abu Shusha obligó al mayor éxodo palestino en la historia. Alrededor de 700 mil personas huyeron de la tierra que les vio nacer para jamás volver a ella. Inmediatamente Israel creó leyes, prohibiendo el retorno de los palestinos a sus pueblos y ciudades. Hoy, estas leyes se hacen cumplir por medio de los puestos de control, por el muro de apartheid y por las balas. Tenemos aquí uno de los símbolos de la resistencia palestina, la llave de sus casas. La llave fue la única pertenencia que las familias se llevaron al huirse de la violencia, imaginando su pronto retorno. En el caos de 1948 no les fue posible prever la magnitud de la catástrofe.
Fue el momento en el que los «poderes aliados», ganadores militarmente de la Segunda Guerra Mundial, quisieron subsanar a los judíos los daños por haberlos entregado a los nazis, o bien, la negligencia que hizo posible el exterminio de millones de judíos en manos nazis, y consagrarles una tierra para vivir. La mentira histórica, manejada por agentes del sionismo desde el inicio del siglo XX, de «un pueblo sin tierra para una tierra sin pueblo», refiriéndose a Palestina, ha significado tanto sufrimiento para los palestinos que es difícil concebirlo. Después vino Al-Naksa, la tragedia/la humillación, en 1967, cuando Israel ocupó Gaza y Cisjordania. Para los palestinos, Al-Naksa es hoy un proceso continuo; la colonización del territorio, la militarización de la vida y las humillaciones constantes permanecen. Si bien hubo expectativa de que los Acuerdos de Oslo en el inicio de los años 90, pudieran significar pasos importantes para una solución, los acuerdos fueron manejados para dividir el territorio y a los palestinos, y legitimar la ocupación sionista. La Organización para la Liberación de Palestina (OPL) aceptó. La resistencia épica de Palestina les ha llevado a pequeñas pero constantes victorias, que dan aliento para continuar luchando, aunque las garras de la ocupación israelí exprimen cada vez más fuerte al corazón palestino.
Familia de Siria que ahora vive en la ocupación Leila Khaled. Foto: Alexandre Macial
Familia de Siria que ahora vive en la ocupación Leila Khaled. Foto: Alexandre Macial.
Palestina sangra, y su herida abierta se tornó el dolor de la humanidad. A veces ignorada, pero muchas veces recordada. Sin solución a la ocupación sionista, la humanidad no tendrá paz. Ante los caminos de los palestinos, marginalizados y abandonados, también por su propia clase política, para crear sus propias narrativas históricas –el qissatuna (nuestra historia)– también cabe reconstruir la memoria de los caminos de la solidaridad desde los pueblos de abajo. Así Palestina deja de ser nuestra culpa, por las repetidas traiciones de los Estados que constituyen la llamada «comunidad internacional», y Palestina comienza a ser nosotros mismos.
[Para leer el texto completo, cliquee aquí].

No hay comentarios.:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...