10 de septiembre de 2019

Día 1 | Juicio oral del caso de feminicidio contra Lesvy Rivera Osorio.

Por:  Grupo de Acompañamiento Político de la Familia de Lesvy Berlín Rivera Osorio / Justicia para Lesvy Rivera Osorio.

Ciudad de México, a 09 de septiembre de 2019.

A quien pueda ver,
A quien pueda escuchar:

Desde temprano nosotras, las colectivas, mujeres de diferentes organizaciones sociales, sindicales, de defensa de los derechos humanos, mujeres de la prensa libre, activistas, artistas, estudiantes, académicas, mujeres libres pues, nos reunimos a las puertas del juzgado.

Ahí está la familia de Lesvy, ahí está nuestra familia. Minutos después aparecen nuestras abogadas, Sayuri Herrera Román y Ana Yeli Pérez Garrido, todas vitoreamos. Cerca se oye a un policía diciendo: “ya llegaron las feministas”. Ahí estaban, ahí han estado y ahí seguirá un grupo de mujeres libres, defensoras de la dignidad de la vida, mujeres de buena memoria.

Esta narración es la palabra y la visión de algunas de ellas. Hay ciertos ángulos que alcanzamos a ver y otros que se nos escapan. De modo que este es el testimonio de nuestras pérdidas y de nuestras ganancias, esta es la palabra colectiva que no podría ser otra cosa más que una carta de amor y de agradecimiento sostenido en el tiempo. Para Ara, para Lesvy papá, para Sayuri, para Ana Yeli, para nuestro equipo de la justicia, ¡va ésta, nuestra narración, con amor y eterno agradecimiento!

***

DÍA 01. La familia de Lesvy ya llegó hasta aquí. Hoy comienza un juicio histórico por conocer la verdad. Las que escriben saben que no fue suicidio, que fue feminicidio.

La familia de Lesvy ya llegó hasta aquí. En la Sala Uno del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México se vive con tensión el trajín de la justicia. Por doquier hay miradas entrañables que han aceptado la responsabilidad de acompañar cuidadosamente este largo caminar hasta ver aparecer a la verdad y a la justicia.

Ante la expectativa de la Sala comienza la audiencia con media hora de retraso. Se cierran las puertas, queremos oír la verdad.

Pasadas las respectivas presentaciones, uno de los dos abogados defensores pide la palabra:

–Su señoría, queremos solicitar el aplazamiento del comienzo de este juicio. La defensa del acusado aún no está preparada.

De pronto el aire de la sala se llena de puntos suspensivos, se oye una interjección: –¡Ohhh!, de alguien de la prensa.

La defensa del acusado no está preparada y el juez menciona la responsabilidad de llevar las cosas a punto, prosigue diciendo no tener lugar en la agenda para prorrogar el juicio, entonces ofrece al acusado la posibilidad de ser defendido por alguien que conozca del caso y hace un llamando a la defensa pública.

El abogado defensor apresura un alegato, el acusado le secunda pidiendo “al menos diez días para terminar de preparar la defensa”, dice no querer la defensa pública, sin embargo, la orden del juez ya ha sido acatada.

Llaman a un receso, se abren las puertas, la verdad amenaza con salir de la sala.

Minutos más tarde aparecen tres defensores de oficio, dos hombres y una mujer, vestidos de azul, documentos en mano, a los que además se suma un nuevo defensor privado.

Ante la mirada estupefacta de la audiencia se cierran nuevamente las puertas. La zona del acusado, que hasta hace un minuto aparecía casi vacía, con el acusado y sus dos abogados, ahora se ha blindado. De la nada aparece un grupo entero de uno, dos, tres, cuatro, cinco, ¡seis abogados!

Se cierran las puertas, todos ocupan su lugar, todos de azul, trajes azules, medias azules: Tres atrás y tres al frente. Los primeros dos abogados sonríen con medias-sonrisas mientras se retiran de la Sala altivos, triunfantes, sus espaldas se han ensanchado, nos han colocado a una defensa de seis abogados.

Entonces el juez ofrece 24 horas a la nueva defensa del acusado. El juicio ya empezó y lo hizo con el tropez de la defensa que no acaba de convencernos de que sólo se trate de una falta de preparación, empezó con la incertidumbre de las y los testigos que esperaban en la Sala, con la expectación de la prensa y de toda la audiencia.

De este lado la dignidad está puesta, el trabajo está listo, las horas dedicadas hablan de la lucha de la familia, sus abogadas y acompañantes. La paciencia también está puesta, pero la verdad no puede esperar.

Afuera del recinto aguardan las compañeras, han preparado las palabras para este día, aparecen Araceli y Lesvy papá, les abrazan y arropan mientras dan su testimonio a los medios de comunicación. Un ritual azteca abre y limpia los caminos desde las calles del Tribunal, la comida se comparte entre esta familia que espera atenta y cuidadosamente. Fotografías con el rostro de Araceli reposan sobre la reja, una exposición nos cuenta del largo caminar en su lucha, un mural con el rostro de Lesvy espera ser bordado durante los próximos días del juicio.

Sabemos que lo que se juega en este espacio es una lucha histórica por la memoria, estaremos con oídos y corazones bien atentos al transcurrir de los próximos días, porque aún con la falta de confianza en este sistema que le apuesta al desgaste, hemos decidido dar la batalla en sus espacios.

Por la verdad, por la memoria y para decir que no más, que escribiremos un futuro distinto y lo estamos haciendo juntas. Por Lesvy, por todas, ¡hacemos un llamado a la defensa pública de la verdad y de la memoria!

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