12 de septiembre de 2019

Día 3 | Juicio oral del caso de feminicidio contra Lesvy Rivera Osorio.

Por:  Grupo de Acompañamiento Político de la Familia de Lesvy Berlín Rivera Osorio / Justicia para Lesvy Rivera Osorio.

Día 3. Hoy recordamos a Lesvy, la artista, la políglota, la gran amiga, la hija, la ciudadana del mundo.

 Venimos por verdad y justicia, comienza otro día en la búsqueda. A la recepción de los juzgados llegan Lesvy papá y Araceli, quien se encuentra con otra madre sorora que la acompaña como Ara ha acompañado muchas de las audiencias de las madres que buscan y esperan y exigen justicia. Ese es el bordado de la sororidad que afuera, nuestras compañeras, también representan.

Regresa el desfile de espaldas anchas, llegan los abogados privados que contrató el acusado, esta vez dicen que van a entregar la carpeta de investigación que el día de ayer les solicitaron devolver nuestras abogadas previendo cualquier uso inhumano de la información. Menos mal, el juez les había fijado 500 días de multa de no haber devuelto dichos registros en un plazo de veinticuatro horas. Los abogados entregan los documentos, se acercan a darle la mano al hombre que defienden, en otras ocasiones les hemos visto dar palmadas de complicidad en aquella ancha espalda color beige que está siendo juzgada. Una vez más salen con una media-risa por la puerta de la sala, ¿será que no saben reír, será que así ríen los malos? Sayuri, nuestra abogada, voltea y observa a las mujeres que acompañamos, nos regala una bella sonrisa que se siente como un abrazo al corazón, estamos lista, estamos juntas.

Sobre el escritorio de nuestras abogadas hay un pequeño oso de peluche, ahí junto a todos los expedientes, Ara pidió que el juguete, una pertenencia de Lesvy, acompañe todas las audiencias, sobre todo mientras ella no pueda entrar porque ha de comparecer como testigo.

Con cuarenta minutos de retraso da inicio la tercera jornada, Lesvy papá, listo para iniciar; nuestras abogadas Ana Yeli y Sayuri, listas; los representantes del Ministerio Público, listos; la defensa…, aún no sabemos si están listos para aceptar la verdad; los jueces, listos.

Las amistades de Lesvy, personas que convivieron por última vez con nuestra compañera, peritos, trabajadoras y trabajadores de la UNAM, van a testificar. Los peritajes se desahogan con relativa rapidez, sin embargo, cuando llega el turno del personal y funcionarias de la UNAM se impone una vez más ante nosotras un muro cruel e inhumano. De pronto la amnesia selectiva infecta a los trabajadores encargados de la seguridad del Campus que ya ni siquiera recuerdan estar bajo el juramento de decir la verdad. Ahí está el viejo lobo, el coordinador de vigilancia UNAM, Jesús Teófilo Licona Ferro, es el mismo al que suspendieron por el ataque con bombas molotov en contra de estudiantes hace un año. Teófilo parece no saber cuáles son los protocolos que se usan ante hechos delictivos en el Campus de Ciudad Universitaria, “Patrimonio Mundial”, “World Heritage”, “Patrimonie Mondial”, dice la placa que se encuentra a la entrada de la Rectoría, él dice no recordar el rostro de nuestra compañera, ¿cómo no recordar a Lesvy si nos hemos encargado de colocar su rostro en cada uno de los rincones de esa universidad para asegurarnos de que no hubiera ni perdón ni olvido? Nuestras abogadas piden al juez tratar a este personaje como “testigo hostil”, solicitud que les es denegada, la defensa aprovecha y defiende la singular falta de memoria, “ya dijo el testigo que no recuerda nada, señoría”.

Teresa Hermenegildo vuelve a revictimizar a nuestra Lesvy, repite palabras que no creímos hace dos años y que no creemos ahora, antes de hablar de la labor que debió realizar como parte de la oficina del servicio jurídico universitario decide nombrar acciones que no le constan, intentando desviar la atención. ¿Qué cosa será eso del orgullo universitario cuando se omite asumir la responsabilidad sobre el manejo de pruebas y evidencias frente a la ley? ¿Qué cosa entenderán por el término “justicia”? ¿Qué pensarán de nosotras las alumnas y las mujeres trabajadoras? Hoy el sol casi no salió, pero aún así el sol no se tapa con un dedo porque desde hace tiempo nosotras construimos la memoria universitaria en defensa de la dignidad, construimos la narración de los años más crueles en contra de nosotras.

Con un nudo en la garganta y el estómago vacío continúa la audiencia, escuchamos la narración de las y los testigos, y recordamos la indignación que sentimos la triste mañana del 4 de mayo del 2017, al ver y escuchar las noticias sobre lo sucedido con nuestra compañera. Pensamos, ¡carajo, una menos! Dijimos, ¡la revictimizan a ella y a su memoria! Escribimos, #SiMeMatan…, y a pesar de todo eso, la defensa hoy decide usar como parte de sus objeciones las mismas mentiras hacia Lesvy que desde entonces se nos clavaron bien hondo en una herida que nos ofende. Ahora agravian con sus mentiras a su madre, quien se ha convertido en la madre y en la hermana de nuestra resistencia, en la madre y en la hermana que desde aquella marcha histórica del 5 de mayo en Ciudad Universitaria nos acompaña.

¿Por qué la defensa insiste en plagar la sala con estigmas que incitan al odio? ¿Por qué la defensa busca respuestas a partir de preguntas tendenciosas y no dejan que se desarrolle de manera armónica el testimonio? Nosotras, las acompañantes, pensamos que no encuentran otra forma de sostener lo insostenible, de defender lo indefendible. Nosotras, las acompañantes, sabemos del valor político de escuchar un testimonio.

“Están viendo el rostro del dolor, están viendo el rostro del coraje y la furia, pero también están viendo el rostro de la dignidad”, compartía Araceli el 5 de mayo de 2017, en Ciudad Universitaria. El rostro de la dignidad que con generosidad nos invita a estar cerca y aprender de ella. A ella le debemos habernos convocado en esta amorosa comunidad, a ella le decimos: contigo quedamos eternamente agradecidas.

Ante su revictimización, nuestra digna rabia. A Lesvy la recordamos con amor porque la conocimos a través de los relatos de su madre, de su padre, de sus amigas de la estudiantina y de quienes tuvieron la fortuna de compartir espacios con ella, las mismas que hoy con el corazón han compartido sus testimonios. Las compañeras desde el público les vemos y les mandamos mucha fuerza, les vemos con valentía pues sabemos que estar en su lugar, con el asesino al lado, no es cosa fácil. Traer a la memoria los hechos, resistir ante su desgaste emocional, usar la paciencia como virtud ante las objeciones sin sentido de la defensa y, sobre todo, habitar el cariño con el cual la recuerdan, se convierte en el mejor retrato que el día de hoy queremos guardar en la memoria.

Ella, Lesvy Berlín Rivera Osorio, la gran amiga, la apasionada de los idiomas, la hija que cocinaba platillos extraordinarios a su madre, la mujer que tenía un plan de vida, sueños por cumplir, viajes que hacer, gatitos que rescatar y luchas que ganar. Hoy la recordamos a ella, a la mujer que bordamos afuera del reclusorio día tras día, pues mientras nuestras abogadas dan la batalla dentro, nosotras damos la batalla en las calles, recordando a todxs quién era, es y seguirá siendo Lesvy, ¡LA CIUDADANA DEL MUNDO!

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