Capítulo que sigue al primero y precede al tercero (o sea que es el segundo capítulo), y que, aprovechando que Durito fue al baño, reflexiona sobre lo que aquí se expresa.
En el capitalismo, sobre las mercancías se construyen evidencias que ocultan más que lo que muestran. Los constructores de esas evidencias son los intelectuales de arriba, los “mercaderes de las ideas”. Del lado de las evidencias: el salario por el trabajo de producir mercancías y el mercado en el que se intercambian esas mercancías. Del lado de lo oculto: el despojo y la explotación que las produjeron; el desprecio y la represión que mantienen al sistema.
Dejando de lado por un momento lo del salario, en el mercado la mercancía prescinde del proceso que lo hizo posible, aparece como “neutra”, dispuesta a irse a casa por un precio al alcance de cualquier bolsillo. En el mercado no hay individuos con relaciones sociales, ni ciudadanos con relaciones políticas, hay consumidores con o sin poder de compra. No se relacionan entre ellos, sino con las mercancías. El acto de compra-venta aparece así como el lugar donde el ser humano “es” y es moderno. La “armonía” entre vendedor y comprador (remarcando los privilegios de éste último sobre el primero), esconde las relaciones fundamentales: las de producción, circulación y consumo de mercancías en el capitalismo.
Sobre el mercado y sobre el salario, el capitalismo construye todo un edificio de evidencias. La evidencia de que todos somos iguales (compradores, en este caso) y de que todos somos libres (podemos o no comprar). La mercancía está ahí para que la adquiera el que sea. Olvidando no sólo la paga. Sino el proceso de explotación que le dio origen. Y en política ocurre una metamorfosis semejante. El ciudadano es libre e igual, gracias al holograma del mercado electoral. Cualquiera puede votar, o sea que somos iguales. Y usted es libre de comprar cualquiera de las mercancías políticas.
Pero en esa mega máquina de producir mercancías, hay diferencias. Y se las enfrenta con un proceso hegemónico de homogeneización y desplazamiento forzado. En el capitalismo, el centro ordena (en el doble sentido de “mandar” y “acomodar”) y asigna a las diferencias el lugar de la periferia. En ondas expansivas, no sólo no exentas de violencia sino incluyéndola como motor primario, los centros de repiten en la periferia. Como una telaraña, donde cada nudo del tejido se convierte en una nueva telaraña.
Pero hay disrupciones en la telaraña. En veces por el arte, en veces por hechos históricos sociales, en veces por individuos que “irrumpen” enarbolando su “diferencia”. Estas disrupciones lo son, es decir, son notables, en la medida en que señalan las diferencias en las semejanzas, las anormalidades de la normalidad, las incertidumbres de lo evidente. Mientras el centro impone y reparte la coherencia y la lógica (y sobre ellas cimienta la estructura de su Poder y del ejercicio de éste), la disrupción (social, individual o artística) rasguña la superficie y descubre lo endeble de los cimientos. Ergo, además de clasificar y ordenar la periferia, el Centro debe estar atento a las disrupciones, a ese continuo resurgir del caos.
En Política, los disruptores son “malos lectores” (no analfabetos) del sistema de significación que el centro impone y “reparte” en el todo social.
Las relaciones económicas son las que determinan “en última instancia” el funcionamiento de la telaraña del Poder, su temporalidad, sus “ajustes”, sus crisis terminales, sus suplencias y relevos.
Por medio de evidencias, escamotean lo esencial: la lucha continua entre unos y otros, entre quienes poseen y quienes no poseen, entre dominadores y quienes se resisten a esa dominación.
.- Disculpe el señor. JM Serrat. (3´ 59´´)
TRES.
Capítulo tercero.- Donde se sigue el diálogo y la comilona protagonizados por Don Durito de La Lacandona y Manuel Vázquez Montalbán. Durito regresa del baño con cara de “deber cumplido”.
Durito: - Estaba pensando en una definición del quehacer de los chiclosos: “el análisis político como apología de la letrina”. ¿Qué te parece? Aunque, claro, por muy apestoso que sea, su pensamiento también es una mercancía -.
MVM: - Así es. “El mayor empeño burgués hacia su intelectualado ha sido encontrar formalizaciones plenamente mercantiles, aptas para el estuchado en serie y la etiqueta con el precio.” (p. 50) -.
Durito: - Ajá, el mercado de las ideas. Ahora, si esto es así, entonces también en la teoría de la historia hay mercaderes. Para el intelectual chicloso la historia es una línea de producción en la maquila universal, con la humanidad como dócil obrera. La mercancía final es el sistema capitalista. La culminación de los tiempos, donde el trabajo intelectual sería algo así como el Departamento de Envolturas para Regalo -.
MVM: - “Desde el ombligo de la Historia, desde el ombligo de Occidente, su vez ombligo histórico esencia,l se legisla la evidencia de la evidencia”. (p. 24) -.
Durito: - Cierto Manolo, el intelectual de arriba legisla sobre la historia real con fantasmas reales o imaginarios. Y para cierta izquierda, la historia sigue haciendo malabarismos sobre las ruinas del Muro de Berlín. Stalin se convierte en la coartada para decir estupideces o callar ante crímenes que se diluyen en estadísticas. Si usted critica a un intelectual de esa izquierda por decir tarugadas o callar verdades, entonces usted es heredero de Stalin. Para ellos la crítica es el piolet a sus ideas. Ahora bien, el capitalismo lleva en su esencia la violencia. De ella nace, con ella crece y se reproduce, a ella se debe. Pero hay modos. O sea que una cosa es la bomba atómica y otra la silla eléctrica; una cosa son los campos nazis de exterminio y otra las cárceles de tortura a los desaparecidos políticos en América Latina; una cosa es invadir un país con ejércitos y otra invadirlo con capitales. Dentro de la violencia, el capitalismo se debate entre el Dr. Jekill y Mister Hayde, entre el fascismo y la democracia electoral. Esto es cierto, pero sólo en parte y, sobre todo, sólo para una parte de la población. La represión policíaca a la disidencia política sigue existiendo, pero la policía te hará trizas con una elegancia digna de la sección de sociales o de la revista de modas. Lo fundamental se mantiene, pero hay de maquillajes a maquillajes.
MVM: - “Como la vieja dama que niega sus vejeces al espejo, truca las respuestas y sólo quiere el requiebro tenue de la mentira, la burguesía multiplica sus afeites, sus componendas para la piel marchita.” (p. 67) -.
Durito: - Y sin embargo la realidad se mueve y da vértigo, sobre todo cuando sacude el escritorio de la academia y la columna de análisis político. Se declara unilateralmente una moratoria a la realidad, pero ella tan campante. Sin embargo, la cobardía disfrazada de prudencia es la Iglesia con más fieles entre la intelectualidad de arriba -.
MVM: - “Y la vileza dejó de tener un carácter peyorativo para ser una simple estructura normativa de la que se debía partir para comprender el comportamiento social” (p. 28) -.
Durito: - A la manera de la vocación hereditaria que el Piporro eleva al grado de premisa fundacional (“A una estrella que cruza el firmamento, yo le juro que no soy lo que parezco, y le pido que me traiga un amorcito que me quiera un poquito y le doy mi parentesco, o seyase mi nombre y mis apedillos, para repartirlos entre todos los huerquillos que sean deia y millos”), el político mexicano aspiraba a heredar su nombre para calles, colonias, museos, auditorios, generaciones de graduados de educación superior. Ahora aspiran a lo inmediato: el nombre en el presupuesto. Pero los intelectuales de arriba no sufrieron esa transición, o la relevaron pero en libros, becas, plazas, consulados. -
Durito: - Pero hay intelectuales de abajo, que miran abajo. Los que sienten Atenco en carne propia y hacen suya la lucha por la libertad de los presos y presas. Son los herejes y, en lugar de discutir sobre lo menos malo de lo malo, se ocupan y preocupan por la liberación de nuestros compañeros, de nuestras compañeras. No les importa el infierno al que se les condena: el silencio editorial, la ausencia de silla en la mesa redonda que, insisto, invariablemente es cuadrada, la exclusión de la lista de viajes, becas, consulados, cátedra, la asesoría, el puesto de aviador, el nombramiento de emérito, un espacio en la escalera de la cultura, el silencio reprobatorio frente a sus ideas.
.- ardillitas temerarias (3´ 40´´).
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