26 de junio de 2006

Un diálogo posible sobre la Teoría de la Historia [capítulo uno].

26 de Junio del 2006.

Cuatro paredes. Cajas de cartón. Una nube de uno a otro lado. Llueve. ¿Llueve? Tal vez lo imagino nada más. La madrugada se ha alargado, caminando de la mano de la soledad, y pronto amanecerá con las palabras aún buscando acomodo, lugar, espacio. La ciudad ni siquiera se distrae en simular que duerme. Sigue su traca - traca de máquina sin sentido, arrojando y recogiendo seres en calles, edificios, casas, el metro, vehículos, tiendas, bodegas. Trabajadores, trabajadoras. Con todas las caras, olores, ropas. Domingo. Lunes. Para algunos la semana empieza, para otros no termina nunca. Trabaja y trabaja y nada que mejora nada. Para abajo, porque para arriba… Bueno, hay quien tiene de todo y quien no tiene nada. Sombra tiende la mano para aumentar el volumen de la música. A ver si alcanzan a escuchar los policías…


.- Naita. Bari. Ojos de Brujo (3´ 46´´).

UNO

Capítulo Primero.- Donde el Zup aclara que no le consta personalmente lo que aquí se narra, a saber: el diálogo (im) posible entre Don Durito de La Lacandona y Don Manuel Vázquez Montalbán en el que, entre butifarras (ésas sí imposibles), reflexionan a dos voces sobre la teoría de la historia.

No me consta que se haya realizado, es cierto, pero si alguno de los diálogos imposibles de este escarabajo desconcertante es probable, es el que aquí se presenta. El escrito lo encontré junto con una nota que dejó Durito,antes de ir al plantón que, en Santiaguito, Estado de México, se mantiene en apoyo a l@s pres@s de Atenco. Sale.

Durito: - ¿Cómo estás Manolo? -

MVM: - Un poco deprimido. Tengo la amarga sospecha de que, si aparezco en este diálogo contigo, es porque ya estoy difunto. Si no me equivoco, salvo los que sostienes con el que llamas tu escudero, todos tus diálogos son con personas fallecidas -.

Durito: - Vamos Manolo, no es para tanto. Verás cómo con estas butifarras se te levanta el ánimo -.

MVM: - Perdón, pero esos embutidos eran para el Sup -.

Durito: - Tú lo has dicho: “Eran”, tiempo pasado remediable. Además yo funciono en estos casos como embajador plenipotenciario, o sea que yo me las zampo en su representación -.

MVM (toma, displicente, una mortadela. Suspira). - ¡Bah!, después de todo, la vida era demasiado seria como para tomarla en serio -.

Durito: - Eso mero. Bueno, estábamos hablando de los intelectuales… -

MVM: - Ejem, ejem. “Hay una actividad intelectual que conduce al invento del paraguas, del cepillo de dientes, del agua pesada, del uranio enriquecido y de las sopas preparadas”. (Manuel Vázquez Montalbán. Escritos Subnormales. P. 21).

Durito: - ¿De manera que las sopas Maruchan tienen un origen erudito? ¡Quién lo dijera! Yo pensé que sólo servían para conseguir que alguien suelte el micrófono y para que las chamacas crean que pueden comer hasta el delirio sin engordar -.

MVM (con rencor): - Para eso… y para destruir la cultura gastronómica de un país -.

Durito (eructando con impertinencia): - Hablando de comilonas, podríamos encargar unos tacos al pastor, unas tortas, unos frijoles charros, unos tamales, unas carnitas y un atole de pozol agrio, digo, para el desempanze -.

MVM: - Ya lo dijo Marx: “Lo importante de las fiestas de sociedad es que te hartas de bocadillos de latón y de jamón plastificado” (p. 58) -.

Durito: - ¿Carlos Marx dijo eso? -

MVM: - No, Groucho Marx. Lo dijo o lo hice decirlo, ya no importa. Deberías dialogar con él, es un difunto muy ingenioso -.

Durito: - Ya llegará el día. Bueno, pero además de idear el “fast food”, ¿qué más hace el intelecto? -

MVM: - “Hay otro tipo de actividad intelectual que conduce a formulaciones tan gratuitas como: “Si Dios ha muerto, todo está permitido”…” (ibídem) -.

Durito: - ¿Todo? ¿O sea que la masturbación intelectual tiene permiso? Me imagino que hablas de la filosofía, de la historia, en fin, de las así llamadas “humanidades”. Noto, además, un ligero tono de reproche inconcluso en tu comentario, pero lo pasaré por alto. Está visto que la reflexión intelectual sobre la realidad, cuando menos la que desde arriba se hace, dista mucho de ser crítica. Vaya, ni siquiera como una descripción vale la pena. Y queda la pregunta: ¿qué hacen, entonces, los intelectuales chiclosos frente a la realidad? -

MVM: - ¿Qué es eso de “Intelectuales chiclosos”? -

Durito: - Son los intelectuales de arriba, los mercaderes de las ideas. Es algo así como una mezcla de cajeta con pedantería ilustrada…, es un término que me enseñó Bertoldo… -

MVM: - ¿Bertoldo? ¿Brecht, Bertold Brecht? -

Durito: - El mismo, el otro día le estuve ayudando a terminar una novela. Pero, bueno, te preguntaba qué hacen los intelectuales chiclosos frente a la realidad. ¿Se hacen patos? -

MVM: - O patas, según. Mira, “la magia de la palabra es la única fuerza que los intelectuales especulativos pueden oponer a la obscenidad de lo real. De todas las traiciones que comete el intelectual sólo hay una grave: creer que ha entendido algo por el mero hecho de haber sido capaz de ordenar una determinada parcela del lenguaje” (P. 21.) –

Durito: - Y a veces ni eso. Me gustó eso de “intelectuales especulativos”, porque con lo de chiclosos nomás me duelen las muelas. Pero volvamos a los “tienderos” del espíritu. Si te sigo, entonces hay dos realidades: la real en la realidad y la real en el lenguaje que sobre ella se construye. Si se trata de la historia, entonces se supone que se la explica, se le da coherencia, se le ordena y acomoda. Pero entonces no ha sido la realidad histórica la explicada, sino la realidad del lenguaje que sobre ella se construyó. Así las cosas, esas explicaciones históricas no dan cuenta de la realidad, sólo manejan evidencias del tipo “al rey se le antojó la reina pero de otro reino y a la chiquitibum-a-la-bimbombao se declara la guerra, éstos ganaron, aquellos perdieron, viva la monarquía, la princesa está triste, ¿qué tendrá la princesa?”. Entonces no se explica nada y la historiografía se convierte en una mera… -

MVM: - “Teoría de la evidencia. Asumir lo que es evidente, sin pedir explicaciones a la evidencia”. (P 29). Y, dicho sea de paso y sin pretender agraviar a nadie, probablemente la princesa tenga agruras. Estos frijoles charros están criminales -.

Durito: - Es una prueba Manolo, si sobrevives a esta dieta te ganas una suscripción a la revista “Contrahistorias” que es la que nos convoca en esta ocasión -.

MVM: - Entonces, como quien dice, en esta reflexión contra la historia de las evidencias estamos en el mismo canal. Me imagino que estas personas pertenecen, como tú y yo, al género de los “Subnormales no recuperables” -.

Durito: - ¿“Subnormales”? -

MVM: - “La sociedad distingue, ante todo, entre el subnormal recuperable y el subnormal no recuperable. En el primero invierte grandes dosis de solidaridad, y nunca hay más fiesta en el cielo burgués que cuando un subnormal regresa de la noche y vuelve al día de la lógica normativa. Para el subnormal no recuperable, la sociedad reserva un ghetto normalizado, reglamentado, controlado, reprimido, integrado”. (P. 49) -.

Durito: - O sea que, como quien dice, nos tienen en la banca -.

MVM: - Ni siquiera. Ellos están jugando fútbol y nosotros los retamos al ajedrez. Nos miran como bichos raros. Y hablando de bicho raros, pásame esos tacos -.

Durito: - ¡Órales Manolete! ¡Atáscate que hay lodo! Parece que tienes estómago de zopilote. Tú podrías sobrevivir en esta ciudad. Entonces los subnormales son algo así como los “des- adaptados”. Y hay clases. O sea que están los que todavía tienen remedio o ya se adaptaron, y los que de plano hay que sacar de las firmas en el desplegado de apoyo al “menos peor”. Como diría Juan Gabriel: “Pero qué necesidad”. Y hablando de necesidades, voy al baño… -.


.- Pero qué necesidad. Juan Gabriel (5´ 55´´)

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