21 de junio de 2007

MICROHISTORIAS :: El último retén.

Barricada en Santa Lucía, Oaxaca.

José Martínez Cruz*

Y llegamos al último retén de Xoxocotla poco antes de medianoche. Silencio y obscuridad. Las piedras colocadas a mitad de la carretera anuncian que no se ha levantado el bloqueo. No se ven las brigadas por ningún lado. Las bandas de niños que se multiplicaron durante 13 días y noches de barricadas han desaparecido. Las mujeres con sus ollas y cazuelas no están bajo los techos improvisados de las cocinas humeantes ahora apagadas. Los perros no ladran. Las bicitaxis dan la vuelta antes de llegar al centro de la población. Las primeras gotas de lo que más tarde será un aguacero apenas empiezan a caer.

El olor a tierra húmeda refresca el agobiante calor que se dejó sentir durante toda la jornada de visitas a la cárcel, la procuraduría, el predio de La Ciénaga donde se comprobó la suspensión de la construcción de 2 mil vivienda; el manantial protegido de Chihuahuita, con sus cristalinas aguas cada vez menos caudalosas. La sed acumulada en los labios resecos se agrega a la garganta dolorida por los gritos y consignas en defensa de la vida y la dignidad. Y a lo lejos se ven las mujeres reunidas en el centro.

El último reten no se levanta, le dicen al subsecretario, cuando éste explica los acuerdos firmados en la minuta. La multitud crece y se arremolina junto a la comisión de representantes de los 13 pueblos (eran doce y se sumo Huatecalco) que explican una y otra vez. Ahí escuchamos la voz contundente de las mujeres que levantan el tono para hacerse oír, para exigir cuentas, para ver documentos, para alertar y no dejarse engañar, como lo hacían los antiguos, para venir a contradecir.

"Es que están enojadas porque nos quieren ver la cara de tontas", nos dice la Nana mayor, nanatzin le dicen con respeto. "No vamos a quitar las piedras de la carretera", dicen, y argumentan que quieren ver los papeles firmados y los sellos puestos para que se suspenda definitivamente la obra. "No creemos en el gobierno de los ricos, sólo creemos en la fuerza de los pobres", dice una de ellas que desafía con el puño en alto a un funcionario que se aleja. El diálogo se hace fuerte y crece en intensidad.

Los ánimos parecen desbordarse. "No hay que dividirnos, ni pelear entre nosotros", dice la voz de quien tiene el bastón de mando entregado por Nanas y Tatas de la comunidad. "Si no cumplen, volvemos a tomar las carreteras del sur de Morelos. Xoxocotla tiene la palabra". Y la va a defender. Sus mujeres, firmes, fuertes, ejemplares, saben lo que dicen, porque su mejor ejemplo es la acción misma. Así de sencillo: hasta el ultimo aliento, hasta el último retén.

La memoria histórica

En el retén de San Miguel Treinta el suelo hierve. Los pies duelen. El calor derrite. La sangre se inflama. Son 13 días de intenso calor en el sur de Morelos que ha paralizado las carreteras. Hasta ahí llega la comisión de más de un centenar de pobladores que han recorrido dependencias y lugares donde nace el agua, para verificar acuerdos tomados en El Cerrito, proverbial sitio de Xochitepec donde los dirigentes indígenas muestran su sabiduría y obligan al gobierno a negociar, con el poder del pueblo expresado en las calles y pueblos levantados en defensa del agua.

Hasta aquí resuena el saludo enviado desde Cochabamba, Bolivia al pueblo de Xoxocotla, para recordar que la guerra por el agua no es privativo de un lugar, sino causa común de la humanidad, impulsada y defendida por los pueblos indígenas de cualquier lugar del mundo. Y el recordatorio del pueblo de Atenco, que aún tiene en las cárceles a sus dirigentes.

Aquí se levanta el clamor de un pueblo que hoy inicia el levantamiento de sus retenes y camina hasta Santa Rosa Treinta para cumplir los acuerdos tomados en la mesa de dialogo, con la firme convicción de que "si no cumplen, regresamos", como gritan con fuerza al empezar a mover las piedras enormes que obstruyen el paso, pero que sobre todo muestran que los caminos de la justicia van de la mano de la recuperación de la memoria histórica. Donde se juntan las luchas de ayer y de hoy, como dijeran José, hoy comisariado ejidal y ayer dirigente sindical automotriz y nos lo recuerda Jovita, viuda de un migrante amigo nuestro que murió en algún parque de Los Angeles víctima del odio racial, y nos lo reafirma una ex obrera de Confitalia que ayer defendió sus derechos laborales y ahora aporta sus conocimientos a la lucha del pueblo en defensa del agua.

Los caminos se juntan y confluyen los vientos de la historia.

* Vocero de la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Morelos y militante del Partido Revolucionario de las y los Trabajadores (PRT); adherente a la Otra Campaña.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

=) eso es todo la union hace la fuerza...

PUEDE MAS EL PUEBLO QUE LA BUROCRACIA =)

Anónimo dijo...

Cuántas historias en cada persona, humilladas y ultrajados, explotados y todo lo que signifique la riqueza de pocos.

Un saludo amigos

La_Realidad dijo...

Ke bueno poder enterarse de todas estas cosas ke pasan por alla por mexico... las exclusiones las hay en todos lados y aveces no nos las creemos... saludes chilango

Anónimo dijo...

Vives???

Se extrania esto =(

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