12 de diciembre de 2007

El sentido del arte teatral

Publicado en Reforma, Sección Cultura, el 24 de noviembre del 2007.

Pánico escénico

El sentido del arte teatral

por José Ramón Enríquez

Del 12 al 23 de noviembre se ha venido celebrando el IV Encuentro Nacional de Creadores, en Morelia, la hermosa capital de Michoacán. Coincide el Encuentro con el 90 aniversario de la Universidad Nicolaíta (Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo), uno de los centros de estudio con mayor tradición en nuestro país. Yo he tenido la oportunidad de dar sendos talleres de dramaturgia para prácticamente todos los grupos de la Licenciatura en Teatro, y compartir unas Reflexiones sobre la Educación Artística, con maestros, artistas y alumnos.

Ignoro si llené las expectativas de anfitriones y asistentes, pero sí puedo afirmar que he salido enriquecido por la experiencia. Siempre los viejos maestros nos alimentamos del latido y la mirada de los jóvenes estudiantes, y hacerlo en un claustro como el que aloja la Escuela Popular de Bellas Artes de la Universidad Nicolaíta, es ya un lujo.

Pero más allá de agradecer públicamente a las señoras Rectora y Directoras anfitrionas, al traer mi viaje a este espacio deseo compartir algunas reflexiones inmediatas sobre el Estado y sobre la Academia.

Desde luego, la ausencia de crispación que se percibe en la ciudad y entre los estudiantes tras un proceso electoral reñido vale la pena de ser consignada. Se trata de un Estado en el cual un gobernador del PRD va a entregar la estafeta a otro de su mismo partido sin necesidad de incendiar instituciones, sin calumniar a quien se mueva fuera de su estrecho ángulo de mira, ni revivir el lenguaje y los insultos de una ultraizquierda que en los 60 habían sido ultraenterrados, y sin Obrador ni Noroña como guías de una Gran Marcha hacia el abismo.

Se trata de una victoria del PRD que puede compartirse. Un acontecimiento para levantar el ánimo y concebir esperanzas en un futuro que pueda contar con Cuauhtémoc Cárdenas y otros cuadros históricos absurdamente defenestrados, que vengan a equilibrar unas izquierdas hoy tan amnésicas cuanto amorfas.

Llegué el domingo electoral y, al cruzar frente a la Catedral y el Palacio de Gobierno, pensé escuchar más gritos vacuos de los mismos que he venido oyendo, disfrazados de “la voz de la gente”. Pero no fue así. Ni tampoco los días siguientes. Por ello, contra lo que me temía, pude escuchar a los jóvenes teatreros hablar de sus auténticos problemas en un mundo que ha relegado al teatro y en un teatro que ha perdido a su público.

El hecho de que los teatreros hayamos pasado prácticamente de la clandestinidad (puesto que sólo los dramaturgos eran reconocidos por la historia) a las togas y los birretes de la Academia, sin dejar de celebrarse, obliga a una reflexión profunda. Ya he tocado el tema en este espacio e inclusive ya me he referido a Lo otro, el teatro y los otros, libro que recoge las ponencias de un encuentro convocado hace algunos años por el Centro Universitario de Teatro y el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias , ambos de la UNAM.

El reto es transitar por la Academia sin perder la nuez de nuestra vocación: esa “manía” que encontraba Platón en los actores y por la cual nos expulsó de su República.

Pero desde un punto de vista más práctico que teórico, se trata de que las generaciones que llenan las aulas de nuestras escuelas en todos los lugares donde existen puedan encontrar sus propios espacios e, inclusive, ser capaces de inventarlos. Inversamente proporcional a la pérdida de público es la cantidad de jóvenes dispuestos a entregarse a un arte menospreciado y que exige, sin embargo, el mayor de los rigores.

Muy pocos entre nuestros jóvenes sueñan con ser estrellitas televisivas o hacer un teatro que garantice aplausos. Saben a lo que se enfrentan, desde el sacrificio hasta el desempleo, y están dispuestos a correr los riesgos que su vocación conlleva. En Morelia, como en Mérida y, como antes, en el CUT, he podido comprobar que el sentido de voz interior que tiene la palabra vocación existe realmente y sustenta a los jóvenes oficiantes de un arte secular que, contra todo lo que se alza en su contra, ellos sabrán mantener vivo, para entregar la estafeta a quien los siga.

panicoes@hotmail. com

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