José Ramón Enríquez.
Varias veces he afirmado en este espacio algo que creo profundamente: Federico García Lorca y Ramón del Valle-Inclán continúan siendo asignaturas pendientes para el teatro en nuestra lengua. Mucho más visitado en los últimos tiempos García Lorca, y cada vez más allá de un injusto sentimentalismo folclorizante, quedan sin embargo muchas de las exigencias dramatúrgicas e incluso actorales de su teatro aún por explorar.
Valle-Inclán, que parecería agobiado por la gran cantidad de estudios y hasta de revistas que concita, tiene aún muchas veredas por andar y muchas incógnitas por resolver, sobre todo en el terreno de la escena. Los montajes siguen bandeando entre el melodrama de siempre y la farsa más o menos ácida, sin ir más allá de la superficie que envuelve todo lo que él quiso abarcar con conceptos como el de “comedias bárbaras” y, sobre todo, con el de “esperpento”.
Como en el caso de las “obras imposibles” o “teatro bajo la arena” lorquianos, los conceptos de Valle-Inclán esperan ser llevados a las tablas y ser analizados desde el hecho escénico aun más que desde los escritorios académicos. Sin embargo, mientras esto ocurre, es importante que los académicos se acerquen a Valle-Inclán como a un hombre de teatro, superado ya lo que fuera el lugar común de que escribía para ser leído y no para ser actuado.
Bruce Swansey, quien durante lustros fuera de los mas puntuales y objetivos críticos con que ha contado nuestra escena, es también un brillante académico. Y con el rigor que ambas facetas le exigen se acerca al Valle-Inclán dramaturgo para encontrar a Francisco de Quevedo en su genealogía. Aun cuando es Cervantes el autor de lo siglos áureos que más menciona Valle, Swansey, sin negar la vertiente cervantina, lo hermana con Quevedo precisamente en el sarcasmo y en el desprecio por la burguesía.
Dentro de la Serie Quevediana de La Perinola, dirigida por Ignacio Arellano, en la Editorial de la Universidad de Navarra, Bruce Swansey acaba de publicar uno de esos estudios que sirven directamente al hacedor de teatro, independientemente de su valor puramente académico: Barroco y vanguardia: de Quevedo a Valle-Inclán.
Parte el libro de la “inevitable tentación crítica” de enfrentar a Quevedo y Valle-Inclán, y de los comentarios de este último sobre su propia estética. Una estética que, como ocurre con lo mejor de las vanguardias artísticas del primer Siglo XX, supone la admiración a la tradición y la voluntad de ruptura con la mediocridad de un entorno que se resolvería en dos guerras mundiales.
Swansey continúa con una de las identificaciones fundamentales entre Quevedo y Valle: la cuestión de la perspectiva, es decir, la visión del autor como demiurgo. A este punto en Valle dedicó un estudio memorable Buero Vallejo, y Bruce Swansey enriquece la cuestión con un capítulo en el que lo hermana con un “Quevedo en las alturas”.
Sigue Swansey con varias calas de gran interés para el teatro, desde las figuras hasta el histrionismo, y se sumerge en tres capítulos fundamentales sobre el Cuerpo: “Cuerpo en Movimento”, “Cuerpo Fragmentado” y “Cuerpo Bestializado”.
Precisamente en estos capítulos, Swansey con toda claridad demuestra hermanados a Quevedo y Valle por el sarcasmo y por el desprecio olímpico hacia lo que hoy entendemos como burguesía. Precisamente en tal línea, quisiera cerrar este breve acercamiento a un libro que ojalá sea difundido en nuestras escuelas y ámbitos teatrales, con esta cita:
“Tanto Quevedo como Valle-Inclán establecen una dialéctica entre el antropomorfismo, a través del cual conferimos a los animales nuestras características para darle un sentido a una existencia guiada por el terror, la reproducción, el hambre y la defensa del territorio, y la zoomorfización, que expulsa al ser humano de su mundo reduciéndolo a pulsiones vitales…
“En la base del sarcasmo quevedesco y valleinclaniano está la certeza de que las capas que recubren nuestra auténtica naturaleza son inútiles para transformar el núcleo bestial, punto de partida –y de retorno—de la cultura.”
No hay comentarios.:
Publicar un comentario