30 de agosto de 2013

El CNI y la guerra más larga de la humanidad.

Por: Colectivo Tapatista / Centro de Medios Libres.

“Y celebran cada 12 de octubre el día del Descubrimiento de América, cuando en realidad es la fecha del inicio de la guerra más larga de la historia de la humanidad” (Palabras del S.C.I. Marcos en Vícam).
En el territorio de lo que hoy es México viven las naciones, pueblos y tribus: yaquis, wixárikas, otomíes, nahuas, y otras 57 más, según dicen son más de 15 millones de indígenas. Algunas etnias con cientos de miles de habitantes, otras con algunos pocos. Algunas dispersas, otras con territorio bien definido. Persisten aguantando una histórica y continua guerra de exterminio muchas veces frontal, y otras ocasiones disimulada con planes, programas, reacomodos. ¿El objetivo?... siempre el mismo, apaciguar al indígena, despojarlo de su territorio y apropiarse de su saber. Experiencias caminantes dan forma a la larga historia de resistencia que albergan estos pueblos, desde la propia invasión de Tenochtitlan, el cerco en la sierra wixárika, la pacificación yaqui a principios del siglo XX, o el exterminio de los caxcanes en el occidente; muchas de estas, han personificado su colectividad con nombres de luchadores célebres de raíz indígena: Tenamaztle, Jacinto Canek de Yucatán, Manuel Lozada “El tigre de Alica”, o el mismo Zapata por nombrar algunos de ellos.
“Nunca más un México sin nosotros, nunca más un indio contra su hermano, nunca más un pueblo sin esperanza”, consigna final del Foro Nacional Indígena antecesor del CNI. Después de éste foro convocado por el EZLN realizado en Enero de 1996, en el recorrer del movimiento indígena se han dado reuniones, talleres y asambleas, desde el primer Congreso Nacional en octubre de 1996, el segundo hecho en el zócalo de Tenochtitlan en Octubre de 1998, el tercero en Nurío, Michoacán en Noviembre del 2001 durante la “Marcha del color de la tierra”, hasta llegar al Encuentro de Pueblos Indígenas de América en 2007 en Vícam, Sonora, asistiendo kichwas, aymaras, quechuas, lakotas, mohawks(por nombrar algunos) sumando 570 delegados de 67 naciones y pueblos de 12 países. A lo largo de las reuniones y de los años se ha enarbolado como herramienta de lucha no sólo en lo jurídico, sino en el quehacer cotidiano y sin permiso, los traicionados acuerdos de San Andrés, donde se reivindicaba la libre determinación, es decir la autonomía de los pueblos indígenas.
La nación mexicana no es la única donde se han desarrollado organizaciones nacionales indígenas, tenemos el sólido ejemplo de Ecuador con la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador) o de Norteamérica con la Asamblea de Naciones Originarias (Assembly of First Nation), la primera respaldada bajo un ciclo de fuertes levantamientos y eficaces movilizaciones durante las últimas décadas, provocando caídas de presidentes; y la norteamericana impulsora de un fuerte movimiento que comenzó en Diciembre de 2012, traducido como “No más pasividad” (*En inglés: Idle no more), luchando por la soberanía indígena y la protección de sus aguas, tierras y aire.
“El Congreso Nacional Indígena no olvida a sus muertos; ellos son nuestra fuerza para resistir el embate del mal gobierno y las amenazas del gran capital”. No por coincidencia la Cátedra para relanzar el CNI se nombra “Tata Juan Chávez Alonso”. Tata Chávez, siempre estuvo presente para lograr la organización indígena. Echeverría durante su periodo presidencial intentó fallidamente cooptar y dirigir a los pueblos indios mediante el Consejo Nacional de Pueblos Indígenas en 1975, del que surgieron otras agrupaciones no alineadas como fue la Coordinadora Nacional de Pueblos Indios, en la que Juan Chávez fue de los principales. El legado de Juan Chávez además de político, comprendió la continuidad de la cosmovisión y práctica purépecha en su región, la difusión de su palabra y pensamiento enraizó en quienes convivieron con él. Sus compañeros purépechas lo recordaron con una mezcla de pesar por su muerte física, pero conjunta con esperanza para que su pensamiento y sabiduría perdure inmortalizada. “Ellos (nuestros muertos) son fuego de vida, son semilla y maíz: son ejemplo para dar a nuestra infancia y a nuestra juventud” (Extractos del comunicado final del 2do. CNI).
Bajo el característico clima lluvioso de la región, la Cátedra caminante “Tata Juan Chávez Alonso” comenzó el sábado 17 de Agosto a las 11 AM, tuvo lugar en Cideci-Unitierra, San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Inaugurada por el Comandante David ante más de mil asistentes, entre ellos más de 200 zapatistas, que con el místico pasamontañas atendieron todas las participaciones. Aprovechando el homenaje al Tata Chávez, durante todo el fin de semana, delegado por delegado fue contando sus historias. Relatos que se entretejen, que se conectan y coinciden. La palabra denunciante de los pueblos apuntó repetidamente el despojo histórico de territorio, de los bienes naturales ante los grandes y megalomaniacos proyectos, la represión continua por parte del Estado, el crimen organizado y la inseguridad que envuelve a muchas comunidades. En esta cátedra, catapulta del CNI, el saber indígena es palpable, los delegados con una vocación tremenda para escuchar, privilegian la palabra y el oído, la importancia de una escucha atenta, de sentir al otro para entenderse a sí mismo. Se anda lento, quizá porque se pretende ir lejos, las luchas emergentes se conocen y las de antaño se reconocen pero… ¿Cómo entenderse profunda y pacientemente ante la catástrofe que vive la Nación? La situación de los tiempos es un tanto contradictoria. Sin embargo, este resurgimiento de organización es alentador, el Congreso Nacional Indígena además de ser “Hogar de los indígenas”, como han mencionado, sin duda es “Reserva moral y ética del País”.
Además del reconocimiento de sus derechos, un gran abanico de problemas enfrentan los pueblos indígenas, muchos de ellos son a causa del extractivismo y megaproyectos, las luchas por tierra, y la represión y violencia que afecta a las comunidades ante la fallida guerra contra el narco. Ahora levantado, largo camino le queda por andar al CNI, mucho tienen que aprenderse entre los hermanos y hermanas indígenas, mucho hay que aprender de ellos y ellas, ante la desintegración del país el arraigo comunitario. Los y las integrantes del CNI tienen ante sí, la tarea de conectar esos diversos lenguajes, culturas y cosmovisiones, las múltiples visiones de los vencidos que siguen haciendo camino para dejar de serlo.
“Reconocemos, apoyamos y animamos las luchas por la autonomía y libre determinación de todos los pueblos indígenas que conformamos el Congreso Nacional Indígena, desde la Península de Yucatán hasta la Península de Baja California. Esto es lo que somos, nuestra palabra y nuestra lucha irrenunciable, somos pues el Congreso Nacional Indígena y nuestro es el futuro de nuestros pueblos.” Palabras de clausura de la Cátedra.

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