El 17 de octubre pasado, el doctor Faris Hemo, que trabaja en el hospital público de la ciudad Haseke, en el norte de Siria, denunció que las fuerzas militares turcas que invaden el Kurdistán sirio (Rojava) utilizaron armas prohibidas contra la población civil. La denuncia del médico fue realizada nueve días después de que el presidente Recep Tayyip Erdogan –con el beneplácito de Estados Unidos y Rusia- desatara la operación “Primavera de Paz” contra el territorio gobernando por la Administración Autónoma del Norte y el Este de Siria (AANES). Miles de soldados turcos, junto a la aviación de combate y tanques de guerra –respaldados por otros tantos miles de mercenarios del Frente Al Nusra (Al Qaeda en Siria), el Ejército Libre Sirio (ELS) y los resabios del Estados Islámico (ISIS)-, cruzaron la frontera y comenzaron un matanza sistemática de civiles, incluidos niños y niñas.
En declaraciones a la agencia de noticias ANHA, Faris Hemo confirmó que, en el hospital de Haseke, trataron a decenas de civiles con “quemaduras de un tipo diferente”. “A pesar de que no podemos establecer exactamente qué arma ha causado estas quemaduras, podemos decir que el Estado turco ha utilizado armas químicas”, agregó el médico.
Luego de esta declaración, Aldar Xelil, miembro del Consejo Ejecutivo del Movimiento de la Sociedad Democrática (TEV-DEM), afirmó que, en la ciudad de Serekaniye –ahora ocupada por las fuerzas turcas y sus mercenarios aliados-, se usaron “armas prohibidas que contienen fósforo blanco y napalm”.
La propia agencia de noticias del Estado sirio, SANA, denunció que “se registraron varios casos de civiles que sufrieron quemaduras graves, que probablemente podrían ser a consecuencia de sustancias químicas en un bombardeo turco en la ciudad de Ras Ain (Serekaniye) al noroeste de la provincia de Haseke”. La agencia agregó que es posible que las heridas de los pobladores “sean resultantes de un bombardeo en el que el régimen turco empleó bombas con sustancias químicas aún no conocidas”.
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Dos días después de las denuncias del doctor Hemo, la agencia AHNA publicó un video en el que se puede ver a varios heridos por los bombardeos turcos en Serekaniye. Las
imágenes, según la agencia de noticias, muestran “a civiles con heridas
aparentemente causadas por fósforo blanco, lo que demuestra el uso de
armas no convencionales por parte del ejército turco”.
El domingo pasado, desde el Consejo Democrático Sirio (MSD, que integra la AANES), denunciaron públicamente que, según informes médicos a los que tuvieron acceso, varios heridos presentaron “quemaduras desconocidas”, por lo que demandaron una “investigación por parte de autoridades internacionales especializadas en armas prohibidas” por las leyes y estatutos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El mismo día que se conoció la denuncia del MSD, periodistas de las agencias de noticias Jin News, Mesopotamia (MA) y ANHA, que se encuentran en el terreno, alertaron sobre la utilización por parte de Turquía de armamento químico. Nazim Dastan, de MA, publicó un video donde se observa humo blanco que se eleva en el centro de la ciudad de Gire Spi y en sus alrededores. En el video, grabado el 13 de octubre al mediodía, Dastan relató: “Es la primera vez que veo una sustancia blanca y humo blanco. Después del bombardeo, me dirigí al centro de la ciudad para ver el cuerpo de un civil quemado y reducido a cenizas”.
Foza Yusif, integrante de la Junta Ejecutiva del TEV-DEM, explicó que los médicos de la zona llevarán a cabo exámenes para comprobar si los civiles fueron alcanzados por armas prohibidas. La dirigente kurda remarcó la necesidad de que expertos de Médicos Sin Fronteras (MSF) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) también efectúen exámenes en los cuerpos sin vida o en personas heridas por los bombardeos de Turquía.
“La opinión pública mundial debería ver cómo el presidente turco Recep Tayyip Erdogan perpetra un genocidio”, aseveró Yusif, que agregó que la utilización de armas prohibidas intenta “romper la resistencia” de los pueblos de Rojava.
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El flagelo de las armas químicas contra el pueblo kurdo no es
una novedad. A principios de 2018, cuando Turquía lanzó la operación
militar contra el cantón kurdo de Afrin, también en el norte de Siria,
las autoridades regionales denunciaron que la aviación lanzaba bombas
químicas. Desde marzo de ese año, Afrin se convirtió en una
región controlada con mano de hierro por mercenarios islamistas, donde
los secuestros de pobladores, el saqueo de propiedades, el asesinato de
mujeres y las leyes más ortodoxas y reaccionarias imperan por las
calles.
Entre 1986 y 1989, el entonces presidente de Irak, Sadam Husein, lanzó la Campaña Anfal contra los kurdos del norte del país. El 16 de marzo de 1988, las fuerzas iraquíes atacaron la ciudad de Halabja, de mayoría kurda, con gas mostaza. El saldo fue de casi cinco mil pobladores asesinados, la mayoría mujeres y niños. En la trama de este ataque mortal, estuvo implicado Alí Hasán Al Mayid, primo de Sadam Husein y conocido mundialmente como “Alí El Químico” o “El Carnicero de Kurdistán”.
Frente a las recientes denuncias del uso de armas prohibidas en el norte de Siria, el gobierno turco negó las acusaciones. El ministro turco de Defensa, Hulusi Akar, aseguró que su ejército “no tiene armas químicas en su arsenal” y, sin sonrojarse, acusó a las Unidades de Protección del Pueblo (YPG) de “usar armas químicas para luego acusar a Turquía”.
Ante las crecientes denuncias, la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) anunció el último viernes que “estaba al tanto de la situación y está recopilando información sobre el posible uso de armas químicas”. Por su parte, la Media Luna Roja Kurda indicó en un comunicado que seis pacientes estaban hospitalizados en Haseke con quemaduras por “armas desconocidas” y trabajaban para evaluar qué tipo de armamento se había utilizado. En tanto, Amnistía Internacional denunció que existen “pruebas irrefutables de crímenes de guerra y otras violaciones cometidas por las fuerzas turcas y sus aliados” en el norte de Siria.
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Aunque Estados Unidos negoció con Erdogan un alto el fuego de cinco días, las fuerzas turcas continuaron atacando las ciudades de Rojava. Ayer, el portavoz de las FDS, Redur Xelil, aseveró que el Estado turco no cumplió el alto el fuego declarado el 18 de octubre y que violó esa medida 37 veces, con 10 ataques aéreos y 27 terrestres. Todo esto, pese a que las FDS se retiraron de Serekaniye como se había acordado.
La invasión que sufren los pueblos del norte de Siria tiene a Turquía como punta de lanza. Detrás de los soldados turcos y los mercenarios islamistas, Estados Unidos y Rusia observan sin hacer demasiado y calculan el debe y el haber de congraciarse con Ankara. No les interesa que las FDS hayan derrotado a ISIS o que, a través de la AANES, se construya una sociedad multiconfesional y multiétnica, donde se respetan los derechos de las mujeres, y en un territorio que, durante mucho tiempo, fue un oasis de paz en Siria. Si la utilización de armas químicas se comprueba, el presidente turco no sólo será recordado como “El Sultán”, sino que también será llamado “Erdogan, El Químico”.
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