Puerto Príncipe se encuentra paralizado. Escuelas cerradas al igual que los centros médicos y cualquier otro organismo estatal hace más de un mes. Un país invadido a través de la Minustah (Misión de Estabilización de las Naciones Unidas para Haití). Las masivas movilizaciones del pueblo haitiano acorralan día a día al gobierno de Jovenel Moïse. Latinoamérica y otro capítulo en la lucha contra el neoliberalismo.
Hoy, al cumplirse un nuevo aniversario
del asesinato de Jean Jacques Dessalines, el esclavo que se convirtió en
el líder de la revolución haitiana y su independencia, el país se
encuentra en una abierta disputa en las calles entre un modelo que, al
igual que en resto de la región, se arma de balas y va dejando muertos
para imponerse, y un pueblo entero que en las calles rechaza las
consecuencias del mismo. Hablamos con Lautaro Rivara, militante del
Frente Patria Grande (Argentina). Miembro de la Brigada Dessalines, una
brigada de solidaridad permanente de las organizaciones de Alba
Movimientos y la Vía Campesina, que está próxima a cumplir los 10 años
en el país.
¿Cuál es el estado actual de la situación en el país? ¿Cuáles son las causas de las actuales manifestaciones?
Actualmente estamos en una situación
crítica. Entramos en la sexta semana de protestas del último ciclo de
una larga crisis. Estas protestas surgen a partir de la crisis
energética. Ésta generó un desabastecimiento del combustible en todo el
país, y sus consecuencias, principalmente el encarecimiento de los
precios a nivel nacional.
Esto en el contexto de un país con
características fuertemente desiguales, activamente empobrecido por
décadas de políticas coloniales y neoliberales, donde 70% de la
población intenta sobrevivir con 2 dólares diarios.
Este ciclo de protestas es diario.
Cientos de miles de personas diariamente salen en la capital y en los
otros departamentos y demás ciudades del país.
Hace más de un mes que no hay clases, al
igual que ocurre en centros de salud. Tampoco hay actividad en ningún
organismo estatal. Mismo en los comercios. Están suspendidos los
elementos que hacen a la vida cotidiana.
No está llegando la asistencia
internacional. Ni alimentos ni agua, como pasa en el sudeste. Se está
camino a una nueva y recurrente crisis humanitaria en el país.
El actual estado de situación tiene un
origen histórico. El FMI fracasa en su viejo proyecto de armar el
“Taiwán del Caribe”, como lo llamaron los Clinton, que básicamente es
una maquiladora, una estación intermediaria de la cadena de valor.
Maquilas, con un costo laboral extremadamente bajo. Trabajadoras y
trabajadores que sólo estén confeccionando textiles y ensamblando piezas
electrónicas para el mercado de EEUU. Con algunas pequeñas economías de
enclave: turismo de lujo, paraísos fiscales, extracción de oro en el
norte y la fuerte presencia del narcotráfico, un 12% de la cocaína
consumida en Estados Unidos pasa por Haití.
Este es el modelo que está en crisis.
También hay otras variables que generan
el rechazo y el malestar. Una de ellas es la corrupción endémica. El
desfalco de fondos que llegaron al país en el marco de los acuerdo de
Petrocaribe. Estamos hablando que de 3800 millones de dólares, 2 mil
millones han sido malversados, según lo reconocen los propios informes
oficiales, en los que se comprueba la participación del presidente y
altos funcionarios del gobierno. Esto generó movilizaciones muy masivas
en agosto de 2018. Más de un millón y medio de personas salieron
entonces a las calles.
La situación económica del país es
totalmente adversa, inflación del 20% anual, devaluación constante de la
moneda. A esto se suma la crisis energética y se genera un combo que
recae sobre una población que ya viene viviendo sin margen, sin margen
para desarrollar su vida.
¿Cómo se llega a la actual crisis energética?
Este último ciclo de la crisis, la crisis energética tiene dos causas principales. Ambas externas. En primer lugar, el FMI impulsa una política global de eliminación de subsidios al combustible. Al igual que en lo hizo recientemente en Ecuador, trajo esta política al país el año pasado. Se emitió un decreto en julio de 2018 para aumentar la gasolina un 50%. La respuesta fue inmediata, se generó una reacción popular de masas. Más de 1,5 millones de personas salieron a las calles. Se echó para atrás la medida y renunció el entonces primer ministro Jack Guy Lafontant.
Esta medida fue suspendida temporalmente. Se sabe que esta intención de aumentar los combustibles aun está presente. En ese marco el gobierno comenzó a retener el stock de combustible que tenia en las terminales portuarias, argumentando que no contaba con los fondos para pagar las importaciones, con la clara intención de avanzar en la eliminación de los subsidios.
La otra causa son los daños que genera la política injerista de EEUU en la región. El embargo sobre Venezuela impacta en Haití. El combustible que llegaba a través del circuito de distribución de Petrocaribe hoy ya no llega, lo que obliga al país a salir a un mercado en el que el Estado no puede pagar. Estas dos causas, las políticas globales del FMI y los impactos de la política de agresión a Venezuela, están detrás de esta última crisis energética que se está viviendo.
¿Cómo es la situación de las organizaciones del campo popular?
Es paradójico. Hay relativamente bajos niveles de organicidad, lo que responden a la precariedad material de la vida. Sin embargo tenemos un altísimo nivel de movilización popular y de conciencia política.
Se están viviendo protestas realmente masivas prácticamente todos los días. El dinamismo más claro esta dado por un sujeto joven de la periferia de la capital y de los grandes centros urbanos.
En términos políticos organizativos se han delineado dos grandes bloques de oposición en el país. Un primer bloque que podemos definir entre moderado y conservador, con sectores de extrema derecha adentro, que se llama “Alternativa Consensual”, hegemonizado por el sector Democrático Popular, la vieja clase política haitiana, que ha participado en gobiernos anteriores. Por otro lado hay otro gran espacio opositor que se conformó en agosto de este año, el Foro Patriótico, que aglutina a movimientos campesinos, sindicatos, movimientos de mujeres, de derechos humanos, organizaciones juveniles, estudiantiles. Este Foro Patriótico tiene un programa que contempla la construcción de un gobierno amplio, de coalición, un gran acuerdo nacional. Que atienda las urgencias del país en materia alimentaria, de salud, educativa. Se plantea una reforma del sistema político, principalmente el electoral, que esta viciado y controlado técnica y políticamente por Estados Unidos. El programa incluye el llamado a una Asamblea Soberana, una Asamblea Constituyente. Cambiar la estructura política del país y reorientarlo hacia otros objetivos, otro horizonte. Esta es la propuesta del Foro Patriótico, en donde participamos los movimientos del ALBA y Vía Campesina, y otras organizaciones.
¿Qué mensaje hay para las organizaciones del resto de Nuestra América?
Llamamos a la solidaridad. La comunidad internacional se identifica en Haití por aquellos que justamente no son tal comunidad, sino la articulación de los intereses de algunas potencias como EEUU, Francia, Canadá. Hacemos un llamado a la otra comunidad internacional, la que representan los gobiernos revolucionarios, los gobiernos progresistas, los movimientos sociales, las organizaciones populares, los movimientos de los derechos humanos, a que no le saquemos los ojos a Haití, que está en una situación crítica y dramática, y a la vez esperanzadora. En ningún lugar hay movilizaciones de esta magnitud y radicalidad que enfrente sostenidamente la represión que ya se ha cobrado muchas vidas. Con un pueblo con alto nivel de conciencia y un historial de lucha enorme. Es dado esperar que se produzcan grandes transformaciones en el país. Es una zona estratégica en el Caribe. Es importante desestabilizar las políticas coloniales en las periferias.
Es necesario visibilizar la situación, deconstruir las marañas de mentiras históricas sobre el país, romper el cerco mediático que se monta alrededor de las luchas que está haciendo este pueblo, es desde las sombras que el imperialismo ha hecho sus peores atrocidades, como se viene haciendo en Haití desde la invasión de la Minustah (Misión de las Naciones Unidas en Haití).
El pueblo que hizo la primera de las revoluciones sociales en el continente puede alumbrar la segunda para el tiempo que vendrá. Es necesario la solidaridad y el apoyo activo.
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